Un leve silbido te puede salvar la vida. (Parte 1)

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3 de Diciembre de 1981

El interno trescientos noventa se incorporó, dolorido. Estaba exhausto tras la paliza de ayer.
Le dejaron muy claro que si intentaba huir, lo pagaría muy caro.
Observó sus heridas, causadas por la maldición Cruciatius, que había sido practicada en él la noche anterior.
Intentó recordar la última vez que sufrió de aquel conjuro.

24 de Diciembre de 1973

-Sigo sin entender porque tenemos que ir a esa estúpida cena.

Walburga prefirió ignorar los comentarios de su hijo mayor.

Un joven Sirius, haciendo un esfuerzo por ajustarse la corbata, masculló:

-¿Porque no podemos quedarnos en casa y cenar como una familia, como hacíamos antes?

Walburga mantuvo su rostro hierático e inexpresivo.

Este, cada vez se mostraba más molesto.

-¿Piensas mirarme a los ojos?- ¿O vas a seguir actuando como si no existiera?

-Eh, controla ese tono con tu madre.

-El que faltaba.

-Ponte derecho cuando hables conmigo.

Sirius rodó los ojos de forma irónica.

-¿Por qué estás teniendo esta actitud? -Preguntó Orion, sin levantar la vista del periódico.

-No quiero ir a la maldita cena de "Familia perfecta".

-Llevamos dos años consecutivos sin asistir a la cena navideña por tu culpa. Por tu atroz decepción al ser catalogado en Gryffindor. No podemos ausentarnos de nuevo.

-Oh vamos, ¿no volverás a reprocharme eso verdad? ¡¿Se puede saber que culpa tengo yo de no formar parte de vuestra maldita secta de magos oscuros?! ¿Crees que no lo sabía? ¡En la escuela no hablan de otra cosa!

-Cada día me avergüenza más ser tu padre. -Soltó, mientras continuaba leyendo su periódico. 

-¿Ah sí? ¡pues cada día, despierto deseando no formar parte de esta horrible y cruel familia! -Gritó Sirius, tratando de desahogarse.

Ante esto, Orion alzó su varita y exclamó;

-¡Se acabó! ¡Cruccio!

El cuerpo de Sirius comenzó a retorcerse de la manera más desagradable posible y sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas.

-Papá...-Masculló Sirius como pudo.
-Papá por favor...papá lo siento.

Orion, sin empatía alguna, empuñó su varita fuertemente.

Sirius comenzó a gritar. Fueron los gritos más desgarradores que aquella casa había conocido.

Walburga se acercó, con su hijo menor detrás suya. El pequeño Regulus se detuvo a observar como sufría su hermano mayor, su referente y se le escapó una lágrima.

A pesar de la brutal escena, la señora Black no mostró compasión.

Tras siete minutos de una intensa tortura, Orion se decidió a parar.

Sirius permaneció tendido en el frío suelo, inconsciente, y despertó en el tren rumbo a la mansión familiar.


REUS LACRIMIS MEIS (WOLFSTAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora