Prólogo

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31 de octubre de 1981

En la vida de Sirius Black, tuvieron lugar infinidad de situaciones traumáticas, pero sin lugar a dudas, jamás estuvo tan aterrorizado como el 31 de octubre de 1981.  

Sin embargo, no lloró. No gritó. No se inmutó. Simplemente permaneció inmóvil frente al cuerpo sin vida de su mejor amigo. El miedo le hacía incapaz de articular palabra. 

Tras observar las ruinas de la casa de los Potter, y los cuerpos inertes de estos, sólo le vino a la mente una persona: Peter Pettigrew. 

Automáticamente, y sin pensar en otra cosa, Sirius cogió al pequeño Harry como pudo, lo envolvió en una sábana, y lo llevó ante Rubeus Hagrid, acompañado de la siguiente frase: "Protégelo con tu vida".

Una vez Harry a salvo, Sirius continuó con su propósito, dar con Pettigrew. 

Antes de empezar con la búsqueda, se detuvo un momento a reflexionar. 

"Tiene que haber sido Pettigrew". "Pero...no puede ser". "Peter no tiene las agallas de asesinar, sería incapaz"

Tras dedicar unos minutos a ese razonamiento, hubo algo que hizo click en su cabeza.

"Peter no tendría agallas de matar...Pero otra persona sí"

Sirius se preguntó dónde se podía encontrar Pettigrew, y, sin haberlo pensado antes, más bien por instinto, fue a la casa de los Potter.

Nada más atravesar el umbral de la puerta, Black se topó con una silueta familiar.

-Vaya, vaya, vaya...Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto mas cercanos son, más sangrientos...¿No es así, Colagusano?- Articuló Sirius.

Por extraño que pueda parecer, Peter no se mostraba sorprendido ante la llegada de su viejo amigo.

-¿Shakespeare, Canuto? Cada vez me sorprendes menos...

-Yo confiaba en ti. Joder, James y Lily confiaban en ti. Les has traicionado a sangre fría, y, ¿para qué? -Exclamó Sirius, con los ojos inundados de lágrimas. -Me siento tan estúpido...-

-Deberías. Teniendo en cuenta tu falta de astucia, no me extraña que siempre hayas sido la oveja negra de la familia. Deshonrando tu apellido, como siempre has hecho. 

Repleto de ira, tristeza y autodesprecio, Sirius acorraló a Peter en una esquina, empuñando su varita directa al cuello de este. 

-¿Te escuchas cuando hablas? Este no eres tú, Peter...El verdadero Peter jamás me intentaría hacer daño con esa mierda. -Pronunció Black, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no derrumbarse allí mismo.

-"El verdadero Peter" estaba muy cansado, de que no le tomaran en serio. ¡El verdadero Peter, se hartaba de ser el excluido del grupo!"-Gritó Pettigrew. Tal vez, ese fue el comentario más sincero que Colagusano lanzó en toda la velada.

Sirius quedó absolutamente atónito ante esa confesión. Al fin, y por primera vez en aquella larga y fría noche de octubre, una lágrima solitaria y densa recorrió las delicadas mejillas de Sirius Black.

No pasó mucho tiempo, antes de que este notara que había alguien más en la casa. 

Canuto observó y tuvo en cuenta varios detalles relevantes aquel día. Sin embargo, pasó por alto el más importante.

A Pettigrew le faltaba un dedo.

En el momento en el que Sirius se giró con intención de descubrir a los intrusos, Colagusano desapareció, dejando solo su dedo restante. 

A la mañana siguiente, Sirius Black fue condenado a cadena perpetua por un crimen que jamás cometió. 

Durante la travesía hacia Azkaban, a Sirius le vino a cabeza una persona. Alguien en quién no había pensado en toda la vigilia: Remus Lupin.

REUS LACRIMIS MEIS (WOLFSTAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora