Un leve silbido te puede salvar la vida. (Parte 3)

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7 de diciembre de 1981

Un agotado Sirius, tanto por fuera como por dentro despertó aquella mañana de otoño. Se incorporó, y se detuvo a mirar los tenues rayos de sol que intentaban traspasar los barrotes de la fría celda. Cuando Sirius no tenía claro si habían pasad diez minutos, o diez horas, escuchó un silbido. Pero no un silbido cualquiera, sino uno que reconocería en cualquier parte.

Sirius Black detestaba muchas cosas. 

Detestaba la mirada sombría de su madre, que mucho temía que él había heredado.

Detestaba la forma de hablar de su profesor de Historia de la Magia.

Detestaba los martes, los cítricos, las normas estúpidas y el vino rosado.

Pero no había cosa, o mejor dicho, animal, que detestara más que la patética lechuza de Remus.

Simplemente la odiaba, pero en estos momentos no podría estar más feliz de verla.

-¡Ellie!- Exclamó Sirius, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras el ave avanza planeando hacia él.

-¿Traes algo?-Preguntó Sirius con curiosidad.-¿Algo para mí?

Tal vez los días encerrados le estuviesen pasando factura, pero Sirius estaba seguro de que Ellie puso los ojos en blanco en ese instante.

Y entonces se percató del sobre amarillo gastado que sostenía el animal con sus patas.

-Es de él...¿Verdad?-

Ellie asintió.

Sirius debería estar emocionado, sin embargo estaba aterrorizado. Le aterraba lo que pudiera encontrar tras esa envoltura.

Y así, temblando sobrehumanamente, abrió la dichosa carta.

Hola Sirius;

Voy a intentar sincerarme todo lo posible. Creo que es lo más justo. Para los dos.

La semana pasada me llamó Mary. Me contó lo que pasó.

Mira, no se si es cierto lo que cuentan. No se si traicionaste a nuestros mejores amigos y asesinaste a Peter a sangre fría. A menudo, recibo comentarios que me dicen que el Sirius que conocí, había cambiado, que ya no era el mismo, que ahora era un asesino en serie.

Sin embargo, prefiero confiar en el Sirius que amé.

Si al final has llegado a leer esta carta, déjame decirte que yo te creo Sirius Black. Siempre.

Remus.


Black no tenía ningún motivo por el que estar decepcionado. Todo lo contrario, el amor de su vida acababa de confesar que le creía. En cambio, nada más terminar de leer aquella carta, el animago se desplomó en el suelo, destrozado. Honestamente, no sé que esperaba. Es más, creo que ni él mismo lo sabía. 

Tras meditar unos minutos sobre el contenido del mensaje, Sirius se dignó a responderle. Es Lunático del que estamos hablando, por Dios. Claro que, no había contado con el hecho de que en Azkaban no abundan las plumas entre prisioneros, así que, cogió un guijarro del polvoriento suelo, lo afiló un poco, y, manchándolo de tierra comenzó a escribir por la parte trasera de la carta ya enviada. 




REUS LACRIMIS MEIS (WOLFSTAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora