O1. Visita

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Alguien toca inesperadamente la puerta de la habitación del hotel de Ochoa en la mitad de la noche. ¿Quién podría ser a estás horas?

Se levantó de su cama e improvisó un peine con sus manos para arreglar sus rizos. Debía ser importante, pues el responsable de irrumpir el descanso de Memo volvió a insistir.

— ¡Ya voy! — Se apuró en caminar hacia la entrada. Pensó que quizás podría ser alguno de sus compañeros de la selección, pues mañana era el partido contra Argentina y todos estaban bastante nerviosos, y con mayor razón, pues tenían a uno de los mejores futbolistas en su equipo.

Aún así, tenían planeado dar lo mejor de sí.

Al abrir la puerta encontró a alguien que definitivamente no esperaba ver. Al menos no esa noche.

— ¿Lionel Messi? — Su rostro se mostraba estupefacto. No podía entender lo que estaba pasando. ¿A qué venía? ¿Por qué?

— Memo, ¿te puedo llamar así, cierto? — Su sonrisa iluminó la habitación. Messi era realmente una persona a la que admirar, pero, conocerlo en persona te hacía comprender el porqué su país le tiene tanta estima. — Ha pasado tanto tiempo, ¿puedo pasar?

Ochoa se repuso rápido de su impacto. — Ah, claro, sí, pasa. — Claramente se le notaba nervioso, ¿y quién no lo estaría con semejante personaje frente a él? Lo guió hacía un pequeño sillón en su habitación para que pudieran platicar con más comodidad.

— ¿Gustas un vaso de agua o algo? — El aroma a mate comenzaba a filtrarse por sus fosas nasales haciéndolo imposible de ignorar, y no era el único, pues Messi tampoco podía evitar notar el olor a tamal de dulce que estaba impregnado en toda la habitación.

Ochoa no tomó sus supresores, pensó que no sería necesario, pero se equivocó.

— Muchas gracias, pero, solo vine porque quería hablar de un tema algo importante vos. — Escuchar la palabra importante solo aumentó la ansiedad que se acumulaba en su estómago, pero había captado por completo su atención.

— ¿Es sobre el partido de mañana? Pase lo que pase espero que todo siga bien entre nosotros. — Mencionó tratando de establecer una rivalidad amistosa. — Demos lo mejor de ambos y…

— Memo, estoy enamorado de vos. — ¿Qué?

Quizá el olor del omega había fundido sus neuronas. ¿O era una clase de cámara oculta?

— ¿Perdona? — Aún incrédulo, trató de confirmar lo que acababa de escuchar.

— Sé que es difícil de creer, más por la situación en la que estamos, pero por favor, escúchame. — Por el semblante del argentino se notaba que iba en serio, pero para el moreno aún le resultaba algo difícil de creer. — Memo, tuvimos pocos encuentros en el pasado, todos ellos con fines profesionales, pero, en cada uno de ellos, algo de vos resonó en mi corazón.

Los corazones de ambos estaban intranquilos, pero era a Memo a quien más se le notaba anonadado por la repentina declaración de amor.

— Sé que un alfa no debería venir a estas horas de la noche a la habitación de un omega, pero no podía dormir pensando en que mañana te vería otra vez, y menos podría centrarme en el partido. — Messi tomó su mano a la de Ochoa. — No necesitas responderme ahora mismo. Reflexionalo un poco. Yo te estaré esperando mañana en el comedor del hotel, incluso si no tenés una respuesta, estaría feliz de tener un desayuno con vos.

Messi se levantó y caminó hacía la puerta. Ochoa aún estaba tratando de procesar todo lo que acababa de suceder, por lo que no era capaz de emitir ningún sonido, tan solo lo observó dirigirse hacía la entrada.

— Te estaré esperando, Memo. — Se despidió y finalmente salió del cuarto de hotel. Sin embargo, no estaba ausente del todo, pues su aroma aún estaba presente en los sentidos del omega.

Si ya estaba nervioso por el partido de mañana, ahora lo estaba el doble. Se sentía incapaz de conciliar el sueño está noche.

Tenía demasiado sobre lo que pensar.

Secreto tras vestidores | MessichoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora