O4. Calma

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Ochoa se encontraba alistándose. Otra vez.

Está vez sí iría a una cita en toda la extensión de la palabra. Claro, sin que nadie lo sepa y sin demostraciones de afecto públicas que pudieran perjudicar a alguno de los dos futbolistas, pero a fin de cuentas era una cita.

Se encontraba feliz, ya que podría seguir junto a su amante en Qatar, aunque a un precio un poco alto.

No podía negar que aún sentía ese remordimiento en la boca de su estómago atormentandolo por su decisión, pero, lo que pasó pasó. Realmente quería tener fé en las palabras de Messi.

Simplemente se dedicó a disfrutar de los días libres que tenían ambos para pasar juntos hasta su próximo partido el cual sería en tres días.

Su corazón no dejaba de latir, no es que sea su primera cita o algo así, por supuesto que no, Memo era bastante atractivo por lo que ver a varios alfas e incluso betas tras de él no era algo de extrañar. Es solo que está vez había algo distinto.

De verdad quería hacer las cosas bien. No estaba tan ilusionado con alguien desde hace mucho tiempo, no se podía dar el lujo de arruinarlo, menos con alguien como Messi.

Se habían citado en un pequeño y discreto restaurante de la ciudad.

- ¿Cómo te sentís después de lo de ayer? - Preguntó Lionel al ver al omega algo distraído. - Sé que igual fue un poco atrevido de mi parte, pero estoy feliz de poder seguir pasando tiempo con vos.

- Aún no estamos seguros de cómo resultará el partido contra Arabia y Polonia... - Dejó a entrever un poco de duda en su mirada.

- Hey, tranquilo. Te dije que tenía todo bajo control, confía en mí, todo va a salir bien. - Su voz logró calmar un poco la consciencia del moreno. Una de las tantas cosas que le encantaba de su amante era su hipnotizante acento.

- Sí, tienes razón. Todo va a salir bien. - Decidió que lo mejor era dejarse llevar por el momento y evitar preocuparse por ese tipo de cosas, tenía que enfocarse en el presente.

Siguió la conversación normal hasta que Memo se atrevió a hacer una pregunta que no dejaba de rondar por su cabeza.

- Leo, te tengo de hecho una pregunta que no he podido sacarme de mi mente desde aquella noche en que me visitaste... - Enseguida el comentario de Ochoa captó la atención de Messi. - ¿Por qué te enamoraste de mí? Digo, nos conocemos desde hace tiempo, pero, nuestra relación jamás llegó a ser realmente cercana... Lo que quiero decir es, ¿por qué yo?

La pregunta tomó algo desprevenido al alfa. No esperaba que llegara a preguntarle algo así.

- Bueno... en realidad no es tan complicado de explicar. Sí, nos conocemos desde hace años, de hecho, lo primero que pensé cuando te tuve frente a frente por primera vez fue "Que olor tan particular". - Memo alzó una ceja en señal de confusión. - No me malentiendas, me gustó. Quizás suene algo extraño pero quería saber más de vos, así que pregunté a algunos conocidos alguno que otro dato que pudiera recopilar sobre vos, y así fue como por accidente me terminé enterando que el famoso portero mexicano era en realidad un omega.

Eso último hizo desviar la mirada avergonzado hacia otro lado.

Era un secreto a voces dentro el mundo del fútbol sobre la casta de Ochoa, quien no era el único caso, había muchísimas selecciones de diferentes países que contenían omegas en el equipo, por supuesto, haciéndolos pasar como alfas o en algunos casos betas ante el ojo público.

- Cuando supe sobre lo de tu casta quedé maravillado. No muchos omegas tienen el valor que vos para aún con todos los riesgos que conlleva, ser jugador profesional de fútbol. Realmente creo que sos una persona de admirar, Guillermo. - Aún estaba avergonzado, pero está vez por las palabras que le había dedicado el argentino. Esa sonrisa que ahora tenía sería difícil borrarsela de la cara.

- Si pudiera darte un beso ahora mismo lo haría. - Confesó de forma atrevida sin pensar en cuál sería la respuesta del argentino.

- ¿De verdad? - Messi tomó uno de los cubiertos de la mesa y lo tiró al suelo quedando este debajo del mantel. - ¡Ay pero que pelotudo que soy! - Se agachó para supuestamente recogerlo. - No lo veo, boludo, ¿podés ayudarme a encontrarlo?

- ¿Qué estás haciendo? - Memo no comprendía muy bien lo que estaba pasando pero un tirón en su pantalón hizo que se terminara agachando para encontrar ese cubierto.

Messi aprovechó que el mantel de la mesa los cubría para así poder darle un beso a Memo aunque sea por unos pocos segundos. Acción que por supuesto tomó por sorpresa a Ochoa, quien todavía necesitó unos segundos extra para recobrar la compostura, mientras que Messi ya estaba sentado en su asiento como si nada.

- ¿Lo encontraste? - Preguntó burlonamente el argentino con intenciones de joder un poco.

- No ví nada. - Respondió Ochoa al regresar a su asiento algo avergonzado.

Finalmente, sus preocupaciones se habían disipado. Ahora en lo único que tenía que ocuparse era en disfrutar estos días con su novio.

Secreto tras vestidores | MessichoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora