La Pareja

15 4 1
                                    

La cabalgata de regreso a casa siempre es la parte fácil, pero quizás no sea el caso en los momentos más grises. Eso está bastante claro para los dos.

-¿Estás cómoda? -Pregunto aquel hombre de castaña cabellera-. Podemos parar a descansar si quieres.

-No, continúa. No falta mucho. -Le respondió con su linda voz, aunque ahora sonaba desanimada.

El recorrido por los adoquines de las calles era lo único en la mente de ellos ahora mismo. Después de su pequeño encuentro no había nada más que decir o que hacer.

Cruzo un pequeño callejón y avanzo a una calle, ahí se detuvo frente a una casa humilde, algo descuidada de la fachada, dónde la chica se bajó del caballo y el intento seguirla pero ella le detuvo.

-No es necesario, vete. Será mejor que no te vean conmigo o podré arruinarlo de nuevo.

-Elizabeth, eso no fue tu culpa. -Le intento convencer-. Y nunca lo será, si ellos no pueden soportarlo son ellos los del problema.

-No intentes darme ánimos, no funciona. -Le dijo casi llorando-. Tengo que ir a limpiar mi vestido... Bueno, son más trapos sucios a comparación de tu ropa. -Dijo limpiando su humilde ropa blanca y gris.

Su vestido no estaba tan mal, pero había una enorme diferencia de calidad, elegancia y clase, entre ella y el que era imposible no notarlo. Las vestimentas de el eran de lo más pulcras y delicadas al detalle, el color blanco predominante solo acentuaba la calidad y limpieza que mantenía.
Todo esto junto a su caballo, de pelaje castaño, que esta tan bien cuidado y su silla de montar era de la más fina elegancia.

-Yo te habría comprado un vestido bonito si me dejaras. No digo que es tu culpa, pero hubiera sido mejor.

La chica solo lo miro con tristeza. Su ojo blanco, y su ojo azul hielo cristalino estaban al borde de las lágrimas.

-Será mejor que te vayas, joven Adam. -Le dijo acercándose a la puerta para abrirla.

-No me llames así, para ti soy solo Adam... -Se bajo del caballo-. ¿No quieres que me quede?

-El cielo está nublado... -Se detuvo un momento a tranquilizarse; no lo logró-. SERÁ MEJOR QUE TE VAYAS ANTES DE QUE LLUEVA.

Grito llorando, y luego azoto la puerta cerrandola en la cara de el.

-Elizabeth... -Murmuró, ahora también desanimado-. No tenía que ser así.

Su caballo se acercó a el, le notó la tristeza, y con su cabeza le dió un empujoncito para animarlo.

-Lo sé amigo... lo sé. -Le dijo acariciando su pelaje-. Pero estaré bien, ella es la que me preocupa. -Se subió a el y comenzó a cabalgar-. Y ahora nos vamos a casa antes de que nos alcance la lluvia.

Pasando por más calles y callejones, pasando de la zona de clase baja, luego por las casas de la clase media y al final dónde el vive.

Es todo un conjunto de mansiones enormes, muy enormes.
La mansión Bennet, su hogar, era de las mas grandes, con su jardín delantero y trasero tan bien decorados y cuidados que no tenían nada que envidiar al resto.

Acercándose al muro que protege la mansión vió al guardia de las puertas.

-Saludos, joven Adam. -Le saludo mientras abría la elegante y fina reja de metal.

-Saludos, señor Wall.

-¿Que tal le fue en su encuentro con la señorita?

-Nada bueno, me temo. -Cruzo la puerta-. Esa gente no dejaba de juzgar con la mirada. No fueron capaces de ver más allá de las apariencias.

Desesperados: Por un viejo ideal (Primera Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora