Guantes De Hierro

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Aquel sujeto de rubia cabellera camina sin rumbo aparente. Con su mirada clavada al suelo de sus ojos ámbar intenso y sus pensamientos en las nubes no sabía ni en que dirección iban sus pies.
Después de chocar contra un árbol regreso a la realidad.

-¡Maldita sea! -Exclamó con enfado y golpeó el árbol con fuerza, le habría dolido blancos cubiertos de remaches de hierro. Luego de darse cuenta de lo ridículo que se ve se controlo, después regreso su mirada al frente y observó el lugar donde está-. No sé ni a dónde voy.

Subió a una colina con una vista despejada luego de sacudirse su abrigo gris. De su pequeña bolsa saco un trozo de pan y comió. A lo lejos vio lo que parece ser una granja. Y mucho más al fondo se ve el muro del reino.

-Ese debe ser el reino de Martize. -Comenzó a descender de la colina y fue a la granja como punto de referencia-. Supongo que no hay más opción.

Siguió caminando por entre los árboles mientras reflexiona.

-Bueno, ese lugar será nuevo para vivir, pero sé adaptarme bien. No es como si fuera lo más difícil que he hecho... Si alguien me viera hablando me vería raro, pero entonces yo le explicaría que es un modo muy bueno de pensar. La reflexión sobre uno mismo, escuchar tus propias palabras, te ayuda a comprender mejor tus pensamientos y te lleva a una mejor forma de actuar.

Finalmente se topo con la barrera de flores.

-Oh, así que también usan ese método de defensa. -Paso sobre las flores blancas intentando no respirar, después las flores negras, entonces tomo una y la comió-. Con esto estaré a salvó.

Se acercó a la granja, al menos lo que queda, ya que la tierra estaba vacía y seca y no había ningún animal.

Solo una chica pelirroja de cabello corto hasta sus hombros y de baja estatura, un metro con cincuenta y ocho centímetros, intentando jalar de un caballo blanco, el cual se resistía a moverse, sus relinchos eran de molestia y agitaba la cabeza mientras retrocedía de ella.
El chico rubio se recargo a un árbol y observó el espectáculo.

-¡Vamos caballito! -Grito ella poniendo todo su esfuerzo en jalar-. ¡Ven con tu dueña!

Después de un minuto se rindió y le soltó. Al menos eso fue lo que el vio, quien sabe cuánto tiempo lleva haciendo esto.

-Ya te di manzanas y ni así te moviste... Que yegua tan irritante.

Mientras ella se sentó al pasto con frustración. Miro al cielo azul con sus ojos violetas. Por un segundo todas sus preocupaciones desaparecieron.

El rubio diviso a dos sujetos acercarse a ella. Dos hombres musculosos y enojados. El primer sujeto se acercó amenazante y dijo:

-Oye, Alice Becker, ¿verdad?

-¿Quien pregunta? -La pelirroja rápidamente se levanto y se puso a la defensiva-. ¿Quien eres?

-Nadie importante.

-¿Que es lo que deseas? -Se cubrió detrás de su caballo.

-¿Aún recuerdas el dinero que falta?

-Dije que les pagaría, pero aún necesito algo de tiempo.

-Nosotros no te dimos el dinero en partes. -Hablo el otro hombre-. Tendrás que pagar el resto ahora.

-No puedo, denme una semana más y lo conseguiré.

-¡No tenemos una semana!

El primer sujeto se acercó a ella y le jalo el brazo fuertemente.

-¿Cuánto tienes? ¡Si no das nada aumentará la deuda!

Desesperados: Por un viejo ideal (Primera Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora