Con la oscuridad intensa de la noche aquellos cinco hombres caminan con prisa a su destino. Las calles poco iluminadas les daban una ventaja pues poca gente los notaría, e incluso si los llegan a ver poca cosa significa, pues con sus capuchas negras y máscaras será más complicado identificarlos.
—Andando. —Dijo el hombre al frente de ellos.
Se ayudaron dándose impulso para trepar por el muro y cruzar.
La mala suerte del dueño de la mansión empeoró pues no tenía un perro guardian que le advirtiera del peligro. Y las criadas y mayordomos estarán durmiendo plácidamente.Ellos ya saben que hacer, saben cómo moverse, estudiaron la mansión y planearon todo el robo.
Uno de los mayordomos decidió trabajar para ellos y les ofreció una copia de la llave de la puerta trasera. Un lugar completamente apartado de las habitaciones de los dueños, es decir, el lugar perfecto para entrar.
No había velas ni lámparas encendidas, las ventanas están cubiertas por las cortinas y no entra luz de luna ni siquiera. Completamente oscuro.
Caminaron con la más grande precaución por no hacer ruido, pero algo se sentía mal en el ambiente oscuro.
—Esto no está bien. —Susurro uno de ellos, que para el silencio pareció un grito.
—Si prendemos una simple vela nos van a descubrir más rápido. No hay tiempo, así que debemos seguir.
Todos obedecieron. Llegaron a un pasillo que conduce a otros tres caminos. Era hora de separarse.
—Muy bien chicos. —Hablo el líder—. Ya saben que hacer. Dividamos y no tarden. Nada de ruido, nada de distracciones, nada más de lo que necesitamos. Cómo entramos, salimos.
Todos asintieron extasiados por la recompensa, todos menos uno que solo mantuvo el silencio y su cuerpo tenso.
Un ruido se escuchó al final del pasillo derecho. No uno fuerte, solo uno anormal para el silencio.
Todos miraron al pasillo derecho, dónde había una pequeña lámpara en el piso que ilumino un poco.
No habían notado eso desde el principio.
Miraron ahora muy precavidos, inevitablemente sacaron sus cuchillos y se replegaron en posición.No había nada.
Solo un ruido pequeño, uno muy pequeñito que fue aumentando de intensidad.
Cómo unas fuertes pisadas hacia el suelo que se hacían cada vez más intensas, no, cada vez más cerca.Lo descubrieron, eran los pasos de un hombre, un hombre que poco a poco salió de la oscuridad con pisadas lentas y fijas.
Llegó a acercarse a la lámpara y se quedó quieto, pero solo la mitad baja de su cuerpo se iluminó por el fuego.
Ahí estaba, imponente, frente a ellos y sin miedo. Con un traje negro militar; unas botas, un pantalón resitente, un abrigo y guantes, muy bien cubierto y el negro le hacía camuflarse en la oscuridad.
No debía estar ahí, no era posible. Todo estaba saliendo bien hasta ahora.El hombre comenzó a acercarse a ellos e instintivamente dieron un paso atrás.
El líder, aún teniendo fe en su robo, se acercó a el cauteloso.Le intento acuchillar en la cara pero el le detuvo de la muñeca y con la otra mano le comenzó a ahorcar hasta que soltó el cuchillo. Apretando con sus dos manos fue más fácil hacer que se arrodillara del dolor. Intento quitarse las manos de encima pero no logro hacer nada contra su fuerza.
Hasta que cayó muerto.
Dejo caer su cuerpo lentamente al suelo y le cerró los ojos.
Estaban muy asustados. Y cuando el se acercó a ellos dieron media vuelta e intentaron correr, pero justo detrás de ellos había alguien. Una mujer con un traje negro y un sombrero de tricornio negro.
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Desesperados: Por un viejo ideal (Primera Versión)
FantasyEl misterio que él intentó dejar atrás saldrá a la luz, y entonces caerá el peso de todos los errores cometidos. Adam, Elizabeth, Bell, Tae, Alice, Daniel y Nathan aprenderán esto de una mala forma. Una que les costará la unión que forjaron en años...