Era mi primer día en aquel hospital y me habían asignado una lista de pacientes, todos de mediana edad y uno que otro con pequeños problemas de depresión y ansiedad qué tenían prolongados episodios, por los que tenían que estar hospitalizados según su caso, por varios días de vigilancia , pero aquel chico frente a mí, era muy joven, días atrás leí su expediente, como el de todos los demás, y desde una perspectiva clínica me pareció curioso su caso, en todo este tiempo que ha estado hospitalizado nadie ha podido certificar un avance progresivo en él, es como si se hubiera quedado congelado en el tiempo y esclavizado de su mente.
Su piel era pálida, sus ojos profundos y heridos, me miraba sin mirarme, pero en realidad sentía como si me atravesará con el pensamiento. Esto sería difícil.
Nuestras primeras sesiones, él solo se quedaba parado frente a mi dividiendonos el escritorio, mi lugar de trabajo siempre era un lugar limpio y amplio donde entra la luz y la gente pudiera sentirse cómoda, pero él apenas entró caminó hacia la ventana y cerró las cortinas, inmediatamente pude identificar qué le molestaba la luz, entonces posiblemente tenía un problema de migraña crónica, que nadie hubiese podido identificar antes, anoté aquella posibilidad en mis apuntes, para posteriormente recetarle medicamento para el padecimientos, durante una hora traté de sacarle alguna palabra,pero él no emitía ni una sola, parecía que la lengua había sido retirada de su cavidad bucal, los movimientos en las extremidades después de que corrió la cortina volvió a hacer nula y su visión parecía que había sido cegada, no había movimiento alguno, asi que al finalizar la primera sesión, un par de enfermeros entraron por él y se lo llevaron de nuevo a su habitación.
Había leído en el expediente que había tratado de lastimarse en varias ocasiones, así que se había tomado en consideración amarrarlo con una camisa de fuerza, pero para mí era demasiada la aquella medida, era suficiente con mantenerlo encerrado en una habitación de almohadillas, ahí no encontraría ningún objeto que pudiera dañarlo, pero se sentiría libre, posiblemente entendería que puede mover su cuerpo a voluntad, en este punto analicé qué tal vez seguía creyendo que estaba amarrado y por eso no movía las extremidades.
¿Qué tipo de tortura habia sido está?, Este chico llevaba cerca de 5 años perturbado de sus facultades mentales que lo retenía en aquel hospital mental, sus manos metidas en aquella bata que lo identificaba como un paciente más de esa institución, su nombre, Nanon Korapat. Vi su foto en el expediente y cierro la carpeta, pensando como ayudarle.
Años después...
Su mirada seguia perdida, no hablaba demasiado, siempre se encontraba sentado en esa banca, mirando la partida del sol, el lago que rodeaba el hospital le daba un aspecto más natural, era mas joven que yo, pero esa cercanía en edad me hacía sentir una compatibilidad.
Cada tarde como era costumbre de los últimos años hemos sido "amigos" silenciosos, aunque ninguno de los dos diga algo, sabemos que pasa mucho más de eso, las miradas dicen que pueden matar, algunas enamorar, no sé, el misterio de los ojos es estremecedor, pero no me gustaría entrar en detalles, la hora que más disfrutaba era esa, donde él y yo mirábamos hacia el horizonte , sin pensar en un mañana o en un ayer, nadie sabía la razón de aquel estado de demencia, yo lo atribuía a un shock mental, pero nada en la ciencia de la mente lo garantiza.
—¿Doctor?—murmuró ese día captando mi atención ya que normalmente nunca me llamaba así,
—Si, dime— le dije mientras escuchaba su voz
—¿porqué ya no suele preguntarme nada de mi pasado?, ¿le he dejado de interesar como paciente?— me interroga mirándome, desvió la mirada hacia el lago, perdiéndome entre el agua, suspiró pensando en como responderle adecuadamente para no lastimarlo, las palomas vuelan a sus nidos mientras observo.—porque tenia la esperanza de que algún día fueras capaz de contarme sin que tuviera que hostigarte con esas palabras— él me siguió mirando sin expresión alguna, como si sus ojos se hubiera perdido en la inmensidad del planeta, son oscuros y eternos, profundos y también brillantes,
—¿entonces piensa que se lo diré?— me dice secamente, analizo la pregunta y enseguida niego y regreso a verle,
—sé que lo dirás si llegas a sentirte necesitado, sino, de todas formas estaré aquí contigo — el no dice nada, no expresa nada, pero entiendo, desvió la mirada otra vez, a él siempre le ha gustado mirarme a la cara, meto mis manos entre mis bolsillos, mientras siento la dureza de su mirada, se empezaba hacer tarde, y las estrellas ya empezaban a cobijarnos,
—¿doctor?— me llamó con entusiasmo nuevamente,
—Mmm ¿Qué sucede?— le interrogo,
—¡míreme! — solicita subiendo el tono de su voz, como si estuviera a punto de perder el control, regreso a verle, y él esboza una ligera sonrisa, me dejo llevar por eso, y corresponde sonriéndome igual,
—¿puede ir al salón de música más noche?— me interroga entre murmuros que no quisiera que fueran escuchados, pero era evidente que ahí solo estábamos él y yo,
—Ya sabes que está prohibido salir de la habitación a esas horas— le recuerdo, el hace una mueca con la boca, juega con con manos y después da unos pasos alejándose de mi,
—Estaré esperándolo —dice finalmente alejándose totalmente. Lo miro, era la primera vez en tres años de conocerlo que me pedía algo así, es más era la primera vez que me sonreía.
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P i e z a. d e. p i a n o -[OHMNANON]
أدب الهواةNanon es un chico con problemas mentales recluido en un centro para enfermos. Ohm es su médico.