2. Pequeña pelirroja

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Cargaba las balas de mi arma lentamente mientras lo miraba. Su cara estaba pálida, sus manos se sostenían a los lados de la silla donde estaba sentado como si fuera su vida, sus ojos no paraban de moverse a los lados del galpón dónde lo traje y podía notar como no paraba de tragar a cada segundo.

Me encantaba cuando tenían miedo pero era bastante aburrido.

—¿No me vas a contestar Ciro?—Me levanté lentamente de mi asiento con el arma en mi mano.

—Di-Di-Diablo—Tartamudeo asustado mirando el arma—Y-yo trabajo para alguien mas, n-no podía hacer algo por ella...n-no...

—¿Trabajas para alguien más?— Le tendí mi arma a Alec, mi hombre de confianza y me acerqué a la escoria de Ciro—Tu club se pasa de generación en generación, ¿Piensas que no investigue toda tu mierda?—Le grité para soltar un golpe a su cara con toda la ira que tenía retenida. Recordé a la pequeña pelirroja temblando de miedo y mi puño cerrado se dirigió a su rostro nuevamente.

Rescatarla no fue tan fácil como pensamos.

Todo comenzó cuando nos llegó la información de que iban a vender a una virgen pelirroja en un casino oculto, dictaminandola como la mujer más hermosa que hayan visto. Cuando indagamos más sobre el tema, llegamos al club donde iban a encuestarla. Yo no podía entrar a ese lugar, iban a reconocerme. Pero mi tía sí, usando su peluca negra. Cuando entró a el lugar mostró interés fingido sobre la pelirroja, ofreciendo una gran cantidad de dinero cegando a Ciro por tantos ceros. Cuando terminaron de pagarla la mandaron al motel, donde se suponía solo iba a pasar unas horas. Pero no fue así.

Cuando la ví, entendí porque tanto escándalo por su belleza.

Su pelo era rojo, pero un rojo intenso, opaco y brillante. Sus ojos azules entre oscuros y claros. Las facciones de su cara son las más bonitas que haya visto. Pestañas alargadas, pómulos definidos, ojos rasgados, labios carnosos, muy carnosos. Me llegó a causar ternura, transmitía ternura, inocencia. Pero a la vez sentía que no.

No quiero preguntarme porque la detalle tan bien.

Pero a pesar de que realmente era hermosa, parecía a punto de romperse. Sus ojos azulados no paraban de largar lágrimas, su cuerpo temblaba preso del miedo hasta que terminó desmayandose en mis brazos. Como si su propio cerebro hubiese dejado de funcionar por el pánico y el sufrimiento.

Y todo por Ciro.

Luego de dejar a la chica a salvo en la central, fuimos por él. Su cara pareció caer cuando me vió, y más cuando le dije el porque lo había venido a buscar. Ahí empezaron sus lamentos, claramente no me importó y lo traje al galpón, donde todos terminaban en bolsas al salir. Y donde Alec podía mostrar su sociopatía sin retenerse.

Se quedó unos cuantos días aquí, en la completa oscuridad. Ya su gente estaba revolucionada por su desapareción, especialmente su trata.

Habíamos intentado acabar tantas veces con el tráfico de mujeres, pero como toda plaga siempre se extiende. Aunque mi tía nunca se rindió en ese aspecto, y yo tampoco lo haría. Era una forma de vengarnos, de vengar a mi madre.

—La alquile! La alquile!—Los gritos de Ciro entre mis golpes me hicieron caer en la realidad—Por favor no me mates, ella no es mía, se la alquile a...

—¿La alquilaste?—Gruñí agarrando el cuello de su asquerosa camisa—Es un humano.

—Sabes como es el tráfico de mujeres Diablo—Sus ojos empezaron a cristalizarse por el miedo—Y-yo pague una gran cantidad de dinero solo para tenerla dos semanas.

—¿A quién?—Pregunte enfurecido mientras volvía a tomar mi arma.

—A Magnus—Empezó a lagrimear cuando le apunté a su cabeza—Se que nadie puede contigo... p-pero desarrollo una especie de obsesión por ella. Si no es de él... va a matarla.

—Ahora está conmigo—Acomodé el dedo en el gatillo de mi arma y le saqué el seguro—Y van a tener que pasar por mi cadáver para si quiera tocarle un pelo—Apreté el dedo escuchando ese ensordecedor ruido para bajar el objeto en mi mano y ver el perfecto agujero en su cabeza colgando—Sácalo—Mandé a Alec mientras me encaminé a la salida escuchando como daba ordenes para sacar el cuerpo.

Ahora Ciro estaba muerto, no iban a tardar en enterarse, su cuerpo será tirado en la entrada de su club casino. Como una advertencia.

Probablemente Magnus también lo haría. Había escuchado de él, más nunca lo había visto. Nadie en realidad, era como un ente que trabajaba desde las sombras con la droga. Y nunca me interesó, hasta ahora.

Salí del galpón acomodando mi camisa blanca nuevamente a mis muñecas, para poder ponerme el saco, dandome cuenta que ya había amanecido. La pelirroja ya debe haber despertado. Tal vez me de una vuelta por la central.

No va a volver a tocarla. Se lo dije, ahora está bajo mi cuidado, y nadie va a hacerle daño.

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La Debilidad Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora