30. Alucinaciones

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Escupí la sangre que salía de mi boca mientras seguía estando en el piso por sus golpes.

—¿Por qué no me sueltas? Hagamos las cosas justas—Él me tomo de los pelos en mi nuca al escucharme. Esa parte cada vez dolía más por estar tan maltratada.

—Voy a volver cada día, y cada día voy a hacerte algo peor hasta que me digas lo que quiero escuchar—Su mandíbula parecía a punto de romperse por la furia que guardaba, y nuevamente Vidam volvió a patearme mientras me retorcía en el piso.

Sus patadas caían en todo mi cuerpo, sin importar qué me rompía. Pero paro al instante al escucharme reír, no me importo parecer una maldita lunática.

—Enserio pensaste que te lo diría—Mis carcajadas hicieron eco en todo el sótano—Tú estabas tan seguro de que ibas a ganar que no te pusiste a pensar que pasaría si no lo harías—Aunque intento ocultarlo en su mirada se notaba la preocupación—Dime, ¿Que vas a hacer cuando él te encuentre? Estas asustado, lo veo. Desesperado por sacarme la información antes de que lo haga. Lo que no sabes, es que ni sabiendo el lugar de la central vas a poder con Diablo, ¿No te pusiste a pensar por qué lo apodan así?—No respondió, la tensión en su cuerpo hablaba por él.

—Volveré mañana, y está vez con herramientras. Así que espero que pienses muy bien que vas a hacer—Levante las cejas con clara burla al ver que lo que dije le había sacado las ganas de algo más.

—Claro, te espero—Me dio una última mirada cargada de odio antes de irse.

Cuando lo hizo pude dejar mi fortaleza de lado y poder quejarme del dolor que sentía.

Trate de no dormirme, pero creo que lo hice unos minutos porque cuando abrí los ojos Magnus estaba frente a mí limpiando con un trapo húmedo la sangre de mi cara.

—Te estas desviviendo por un hombre que ni siquiera te esta buscando—No respondí, tenía la certeza de que no era verdad—¿No quieres saber la verdad Dali? Voy a contarte todo cuando estemos en casa, y sabes que tienes que hacer para que estemos allí—Lo ojee sin curiosidad alguna, solo agotada y un poco mareada.

Desde siempre mencionaba dicha verdad, yo ni siquiera sabía de que estaba hablando. Antes no lo tomaba en cuenta porque siempre estaba drogado, ahora no entendía porque lo seguía repitiendo si llevaba limpio un tiempo, o al menos eso decía.

—Eres igual a tu madre, pero tú nunca vas a dejarme, ¿Cierto?—Di un suspiro cansado al escucharlo.

—No empieces con tus alucinaciones Magnus—Me di la vuelta dándole la espalda, ingnorandolo completamente.

—Ella era una prostituta muy codiciada, venía de...—Me tape los oídos con mis manos para no escucharlo, lamentablemente seguían siendo audibles algunas palabras pero trate de pensar que estaba en otro lugar para dejar de oírlo.

Lo cuál no pasó, porque un nombre salido de su boca llamó mi atención, tanto así que gire como una ráfaga hacía él.

—¿Que dijiste?—Pregunte en un arrebato.

—Su nombre es Denayt—Una punzada de dolor se instalo en mi cabeza logrando que me recueste en el piso con los ojos en el techo. De pronto, ya no sentía dolores, ni siquiera sentía mi cuerpo, ni mi respiración. Todo se baso en ese nombre, que volví a repetir en un susurro.

—Denayt...

Es una mujer con mucha influencia.

Porque odia a Magnus con todo su ser, tiene grandes razones para hacerlo.

Anoche, cuando fuí a llevar a Denayt de regreso a su club me pasó su número así nos manteniamos en contacto.

Si...Es que, es... Es muy intimidante

Hay que pagar a las trabajadoras sexuales por noche, se les llama comprar.

Cerre los ojos cuando sentí mis ojos indundarse. Mamá...

Ella estuvo ayudándome todo este tiempo, mi madre.

Por eso Diablo no me dijo quién era.
Un sentimiento cálido se instalo en mi pecho. Al igual que millones de dudas.

¿Por qué me dejaría para años después regresar? ¿Por qué no quería que sepa que me estaba ayudando?

—¿Por qué lloras, conoces ese nombre?—Negue al instante, si estaba ayudándome, Magnus no tenía que saberlo, ni sospechar.

—Solo es raro saber su nombre a los 18 años—Él sonrió acariciando mi mejilla.

—Casi 19 fueguito—Seco mis lágrimas con sus pulgares.

—Quiero dormir Magnus—Asintió dejando un beso en mi frente.

—Terminare de contarte otro día, necesitas enterarte de dónde vienes—Sin decir más se fué.

De dónde vengo.... Volví a abrazarme a mí misma haciéndome un bollito. Está vez teniendo un sentimiento diferente de los otros días.

Un sentimiento que solo podía causarme mi madre.

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La Debilidad Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora