Pánico

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No faltaba casi nada para el partido, realmente falta tan solo un día y Ochoa siente que su día es una hora. Estaba dando vueltas en su habitación, había visto ha Argentina enfrentarse a Arabia Saudita, sabía que su mayor enemigo y peligro era el jugador número 10.

Por supuesto que sabía y estaba seguro de que de esta no se salvaban, su técnico es argentino, argentina tiene un mucho mejor jugador que ellos, y realmente odia el hecho de que Chicharito no está aquí, si estuviera probablemente estaría con un poco más de confianza, ahora que no está, no sabe que harán en contra de argentina. Lozano y uno que otro son los rescatados entre la selección, fuera de ellos no hay nadie más que haga un verdadero esfuerzo por tomar la pelota y anotar un gol; las faltas siempre están presentes en el partido y siempre la mayoría son de parte de su equipo, maldice el hecho de no saber jugar limpio. No odia a sus compañeros de equipo, solo siente que a la hora de jugar, el balón siempre es a dominio de un jugador en su equipo, y que los demás solo están de apoyo para aquel jugador dominante, no quiere considerarlos inservibles, pero necesita que hagan un esfuerzo por dominar el balón, todos los necesitan.

Comienza a tronar sus dedos en busca de un poco de calma, siente que su estómago se revuelve a cada segundo por delante, su garganta traga saliva y unas ganas de vomitar lo que sea que esté en su estómago se hacen presentes.

Debe de calmarse, y lo sabe, a menos de un metro se encuentra su cama, lo único que hace es saltar hacia ella y acurrucarse en las sábanas, sintiendo la calidez de estás mismas.

-Cálmate, Guillermo, Cálmate Cálmate Cálmate. -Susurra a si mismo, su voz algo sofocada por las sábanas cerca de sus labios.

Sin embargo, sus esfuerzos son completamente inútiles, aprieta fuertemente las sábanas tratando de contener sus nervios, cierra los ojos e intenta dejar su mente en blanco para simplemente no pensar más acerca de el mañana.

Los escenarios de él siendo abucheado nuevamente inundan su mente, no necesita serlo, no quiere serlo.

Sus rodillas van a su pecho e inevitablemente su vista se volvió borrosa, sus ojos llorosos y muy pronto se derramaron las lágrimas de frustración y estrés que acumulaba desde siempre. Sintió sus piernas temblar, sus sollozos siendo ahogados por un pedazo de tela. Percibió la responsabilidad que guardaba, la podía sentir, odiaba saber que la mayoría de personas no era consciente de que el partido dependía del portero, por eso mismo nadie podía entenderlo, su estrés se debía gracias a el odio que su país le tenía cuando no hacía bien lo que sería lo más fácil de el maldito mundo.

Sus sollozos se vuelven más fuertes, no entiende porqué llora, sabe que no debería, y que desde su punto de vista, es estúpido.

Toma su celular de la mesita al lado de su cama, comprobando la hora y evitando a toda costa verse a si mismo en el reflejo de la pantalla, no necesita verse destruido, ya lo ha hecho.

Van a ser las 11:00pm, mañana necesita todas sus energías y si no duerme ahora, no podrá dormir más adelante. Continúa sollozando, esperando a que se calme, o simplemente esperando a caer dormido mientras continúa llorando.

Toc! toc!

El sonido de la puerta siendo tocada hizo que por poco le de un infarto, su cerebro no procesa bien las cosas y tarda en responder. Es un poco tarde para que alguna camarera toque su puerta, no tiene las ganas de ir y abrir la puerta para denegar su servicio. Tampoco tiene la voz para hacerlo, sabe que si habla, grita o hace algún esfuerzo por que alguna palabra salga de sus cuerdas vocales, lo único que saldrá será un lloriqueo, por lo que decide quedarse callado.

Toc! Toc!

Nuevamente llaman a la puerta, Guillermo está comenzando a ponerse nervioso, su puerta no tiene el seguro puesto, si la abren podrían verlo ahí, tan patético.

Do Better 4 YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora