Cuando muere la fuerza de voluntad

11 3 4
                                    

La vida y la muerte se volvieron una misma pieza de la canción que describía el momento.

Eran los músicos quienes tocaban esa última canción, con sus violines y sus pianos. Los objetos aledaños, no hicieron más que partirse en pedazos, buscando de esa manera, la forma de unirse al salirse para no morirse y pasar a formar parte del olvido.

Fue el sonar intenso de los fragmentos cayendo, fue el estallido ensordecedor, lo que despertó al odio que dormía en el balcón.

Fue así como todo inicio, fue así como volvió, de una manera inesperada, cuando nadie creía que pasaría, cuando nadie estaba preparado... sucedió.

El odio de nuevo gobernó.

Sobre el suelo la tumba de aquella quien decía que jamás moriría, de aquella que decían que era inmortal, ahora bajo la tierra se encontraba la fuerza de voluntad.

Los mismos pensamientos habían vuelto en tan solo un instante, era como la sangre misma recorriendo las venas. Se sentía caliente, como las noches cuando la bestia devoraba a la doncella, como cuando un cuerpo acaricia sutilmente el tuyo.

Los huesos presionados y las arterias enredándolos, era la pesadilla misma que de una forma abstracta se consumía sin fuego alguno.

El impulso mismo era incontrolable, la sensación extrema de destrozar lo que había delante, de romper por completo las paredes y ser el causante de la finalización del detonante.

Ya no era un alma pura la que se sentía, la que se veía, era una obscuridad profunda, era el cielo nublado y la mortal profundidad del lago.

Era la luna destrozada quien soltaba los fragmentos que caían sin detenerse al vacío, en representación del corazón mutilado, claro.

Y asì fue, lento y de una manera silenciosa la muerte hizo presencia en aquel balcón donde todos los sentimientos se reunían, la fuerza de voluntad comenzaba una nueva partida.

Fuentes

29-07-18

Palabras que no entendemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora