𝑉𝐼𝐼𝐼. 𝑇𝑎𝑙𝑜𝑘𝑎𝑛

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Estaba respirando.

Ahí bajo las aguas del mar y no precisamente cerca de la superficie porque no podía ver el sol filtrándose a través del agua, entre los brazos de Namor como en el momento que sus fuerzas la abandonaron, ya no sentía ningún dolor, ni fiebre ni nada era como si sus fuerzas hubiesen sido totalmente renovadas de manera mágica.

- K'uk'ulkan - dijo ya conscientemente de que no estaba muerta si no en los brazos de un dios - Has salvado mi vida dos veces...

-Tu decidiste dar el paso, Dorma - de pronto el ceño de Namor se frunció cuando la melena de Dorma era suavemente agitada por la corriente marina y expuso su cuello pues esperaba que hubiese branquias como toda su gente tenía para tomar el oxígeno del agua ¿Acaso no había funcionado? No era eso pues Dorma estaba respirando y se había curado.

- Eres extraña- dijo a lo que Dorma hizo una mueca de desagrado por sus palabras.

- No hace falta ofender- dijo a la defensiva.

- No, no entiendes. Deberias tener branquias en el cuello y no las tienes. Estas respirando de manera normal.

- ¿No se supone que debería de ser asi?

- No lo sé, se supone que no- sintió una corazonada ¿qué clase de ser iba a llevar a Talokan? ¿Y si estaba arriesgando la seguridad de su pueblo por alguien que podía ser una amenaza? -Sigueme.

Fue lo único que dijo mientras nadaba hacía arriba para salir a la superficie con Dorma siguiendole mansamente, no se sintió jamás tan fuerte, era como si fuego corriese por sus venas dándole la energía necesaria para alcanzar a Namor bajo el agua sin necesidad de que él la llevase agarrada de la muñeca.

Pronto ambos salieron del agua estando en mitad del océano lejos de la costa de Yucatán, Dorma reía porque ahora ya si que no había ninguna cadena que la atase, nada que le quitase de nuevo la libertad.

- Estas respirando aire- dijo Namor sin poder creer lo que veían sus ojos, su pueblo podía aguantar cierto tiempo sin agua al aire libre pero muy poco además de que su piel se pigmentaba azul pero la de Dorma seguía exactamente igual, bronceada - Esto no debería de ser así, tendrías que tener las branquias y tu piel ser azulada....- si antes tenía dudas de si estaba haciendo lo correcto ahora más al ver que Dorma no cambiaba pero a su vez era como tener un igual, ¿Acaso era una señal de los dioses de que ella debía de ser su compañera? Tonterías, aunque le había tomado afecto a la chica él se debía a su pueblo no podía dejarse llevar por arrebatos sentimentales ni por intuiciones.

- ¿Qué debemos de hacer ahora?- preguntó la fémina pues un pequeño miedo de no ser aceptada ahora por Talokan se empezó a apoderar de ella por ser "extranjera" y haber pasado toda su vida en la tierra.

- Vendrás a Talokan conmigo. Estarás bajo mi protección - ¿Bajo su protección? Por un segundo el miedo a ahora pasar a ser esclava y que todo aquello hubiese sido un paripé y todo para agenciarse esclava nueva la inundó, pero no tenía sentido pues él mismo dijo que sería una mujer libre.

- ¿Y si no me aceptan?

- Eres hija de Talokan, perteneces a tu pueblo y este te recibirá con los brazos abiertos, además vivirás un tiempo bajo mi protección hasta que consigas adaptarte- una pequeña sonrisa se dibujó en los labios del hombre quien le tendió la mano a Dorma la cuál no dudó en aceptar.

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A medida que la pareja nadaba más hacía las profundidades más se oscurecía solo iluminado por algunos peces con luminiscencia, el frío era más al igual que la presión pero sorpresivamente Dorma no sentía nada de esto más bien sentía pura curiosidad por todo aquello, jamás ni en sus más locos sueños habría pensado en estar en el fondo del mar.

-¿Estás lista?

-¿Qué pasa?

Namor no contestó si no que puso sus manos en una roca haciendo un extraño gesto con las manos, una levantada y la otra horizontal con la palmas expuestas y de pronto una fuerte corriente submarina apareció cerca de ellos.

-Tú relájate- antes de que Dorma pudiese decir nada Namor la empujó contra la corriente la cuál se llevó a la chica con cierta violencia la cuál al ser totalmente nueva en este campo y de dominar el buceo, que pudiese respirar y sentirse más veloz y fuerte no quitaba la inexperiencia casi como la de un niño dando sus primeros pasos.

- ¡K'uk'ulkan! - le llamó a gritos durante aquel loco y salvaje viaje por la corriente hasta que por fin salió de esta corriente casi estrellándose contra las rocas y a los segundos apareció tras ella Namor con una sonrisa un poco burlona.

- Te prometo que es cosa de acostumbrarse.

- ¡Podrías haber avisado o algo! - espetó Dorma frunciendo el ceño aún sintiendo el estómago totalmente revuelto por aquel viaje en la corriente, pero Namor volvió a tomarla de la muñeca y la condujo hasta un risco submarino y ante ambos se veía un imperio que nunca en sueños se habría imaginado ni siquiera cuando escuchó de bocas de otros la grandeza que un día su pueblo tuvo:

Talokan.

Ante ellos se extendía la visión de una hermosa ciudad submarina, mezclando la arquitectura propia maya con los recursos marinos dándole un aspecto mágico e irreal

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Ante ellos se extendía la visión de una hermosa ciudad submarina, mezclando la arquitectura propia maya con los recursos marinos dándole un aspecto mágico e irreal.

Los ojos de Dorma estaban abiertos totalmente maravillada por la visión de Talokan pese a la distancia que se encontraban aún lejos.

—Cómo puedes ver aquí no hay luz pero gracias al vibranium, el metal que nos permite hacer nuestros objetos y hogares, me permitió bajar aquí el sol para nuestro pueblo.

Sobre una de las pirámides, la pirámide central brillaba literalmente como el sol una esfera, un sol artificial pero él había traído consigo el sol.

“ En verdad es un dios rey ” — pensó maravillada no sólo por el mundo si no por él, aquel dios entre mortales que le había salvado la vida dos veces y le estaba mostrando su verdadero hogar pues un cálido sentimiento de pertenencia se estaba expandiendo en el pecho de Dorma como si todo lo que había recorrido y todas las lágrimas y dolor que pasó era para volver a casa.

Estaba en casa.

Nuevamente retomaron el nado para ir directamente a la ciudad, encontrando que ahí no solamente había estructuras y flora marina si no animales y poco a poco fueron encontrándose con gente que saludaba a su rey con aquel gesto que él había hecho antes con las manos y que él devolvía, confirmando para si misma que aquel pueblo no le veía solo como un monarca si no como su dios, su protector.....

— Es precioso

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— Es precioso....— dijo Dorma observando todo con suma curiosidad, las calles, las casas, templos....su gente que la veía con curiosidad incluso unos niños se les llegaron a acercar porque nunca la habían visto.

—Bienvenida a casa, Dorma.

O C E A N PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora