𝘟. 𝘊𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘣𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘺 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢

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—" No te tocaré hasta que me lo pidas " — Dorma no dejaba de darle vueltas a esas palabras de Namor y el recuerdo de aquellos besos que hacían que sus mejillas se ruborizasen y ansiase correr hasta los brazos de Namor y que la besase de nuevo sin parar pero a la vez el miedo seguía latente para intimar con un hombre el solo pensar en....eso le hacía tener miedo aunque desease a Namor.

— Estas enamorada de K'uk'ulkan — la risueña voz de Mactzil la hizo volver al presente. Mactzil era una muchacha de su edad que trabajaba en el palacio de K'uk'ulkan , cosa curiosa era que en Talokan no había esclavos y si alguien trabajaba para alguien era por propia voluntad además de ser un honor trabajar para el dios protector de su imperio.

—No estoy enamorada de él.

—Ya claro, pasáis mucho tiempo juntos y cuando vuelves de estar a solas con él estás muy distraída y sonriente — Mactzil y Dorma habían desarrollado cierta amistad desde que se instaló allí, aquella sirvienta le ayudaba con el tema de la estética de Talokan además de contarle algunos cotilleos así supo que Namor era bastante deseado por sus súbditas, cosa normal debido al estatus y al evidente atractivo físico....y claro estaba a ese carácter tan magnético de Namor que tenía una mezcla entre paternal y de preocupado amante pero a la vez era un fiero guerrero.

— Le debo mi vida dos veces. Me trajo a Talokan, me tiene bajo su protección....

— Ohh ¿has enamorado al rey? Oye no sé si alguna vez querrá una reina pero de amante....

—¡No! Me prometí que ningún hombre volvería a tocarme — " Y me ha besado...y sus labios se sintieron tan bien...su cuerpo contra el mío tan caliente...me siento segura entre sus brazos " .

Un hombre, no K'uk'ulkan. Existe una diferencia.

—¿Tu te has acostado con él?— Mactzil sonrió de manera traviesa y se sentó en el borde de la cama de Dorma, agarrándola para tirar de ella rodando ambas por la cama quedando Mactzil encima de Dorma sujetándola de las muñecas.

— No. No me acosté con él — de manera inconsciente Dorma desvío el rostro pero delicadamente la contraria le sujeto del rostro obligándola a mirarla a los ojos. — Dorma pero si te acuestas con él o con quien sea no le quites la mirada, es el espejo del alma y con la mirada se puede decir mucho. Eres hermosa y el rey de verdad parece que te aprecia.

                                                      »»————- ❃ ————-««

A veces se sorprendía a sí misma alejándose de Talokan y quedándose mirando hacía arriba tentada en parte a subir de nuevo a la superficie pero ¿para qué? No le quedaba nada allí arriba, todo lo que necesitaba estaba allí en Talokan junto con la seguridad de que en aquel lugar no le iban a dañar pero ¿por qué añoraba a veces? Suponía que era la fuerza de la costumbre de años y años viviendo en la superficie.

— No me gusta verte triste — la voz de Namor hizo que la mujer se volviese para mirarle, no le extrañaba que la hubiese encontrado pues él mismo le había enseñado aquel lugar cuando la trajo a a su mundo, justo en aquel risco submarino donde vio por primera vez su nuevo hogar, siendo tenuemente iluminados ambos por el sol artificial que daba vida a Talokan. 

— Supongo que es la fuerza de la costumbre que a veces añore la superficie—  esas palabras hicieron que el corazón de Namor se encogiese aunque no demostró el efecto pero pensó un instante en que ella quizás quisiera irse de allí y por más que le doliese tendría que impedírselo, encerrarla, porque no podía dejarla ir llevándose consigo los secretos de Talokan con ella, primero se debía a su nación y no podía no debía dejar que sentimientos le dominasen y si para proteger Talokan debía de hacerle algo malo a ella lo haría aunque eso le desgarrase por dentro.

O C E A N PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora