𝑋𝑋𝑋𝐼𝑋: 𝑅𝑒𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜

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Despierta....— Namor poco a poco fue recuperando la consciencia parpadeando un par de veces para que su visión se acostumbrase de nuevo a la fuerte luz solar, pero en su lugar en vez de ver a Shuri y Dorma vio un rostro que pensó que jamás volvería a ver igual que esa voz que pensó que jamás volvería a oír.

—Naab...

Esa sonrisa, el sol brillaba tras ella haciendo relucir aquella corta melena oscura que llevaba, en ese momento en el desierto no estaba Shuri, solo estaba Naab arrodillada a su lado, mirándole con aquella dulce sonrisa, una sonrisa que pensó que jamás vería de nuevo pero ahí estaba, su Naab, su pequeña Naab tal y como la recordaba no con la última imagen que tuvo de ella que fue en su funeral y volver a ver el brillo en los ojos de Naab era como despertar de una horrible pesadilla, incluso llegó a pensar que todo había sido un sueño y que sus hijas estarían ambas vivas sin haber pasado ningún conflicto con Wakanda o con Estados Unidos.

—Padre— era su voz, no era una alucinación.

—Naab, ¿eres tú mi niña?— quiso incorporarse pero no podía, era como si una fuerza superior lo tuviese así tumbado sobre la arena, pero si pudo levantar el brazo dejando su mano contra la mejilla de Naab, un tacto extraño, caliente pero no era vivo, era como colocar la mano bajo los rayos del sol primaveral.

—No tengo mucho tiempo padre.

—¿Por qué tuviste que irte, mi niña? ¿Por qué?

— Mi camino había llegado a su fin, pero nunca os dejaré a ninguno de vosotros — de pronto la sonrisa de Naab desapareció unos instantes —Pero necesito que te rindas, padre.

—No puedo rendirme cariño.

—Padre, no quiero más muertes en mi nombre ni en el de Talokan.

—Naab te mataron cuando tú no hiciste nada. Igual que a otros mártires de nuestro pueblo, si no hacemos algo volverán a atacarnos — Naab volvió a sonreír colocando su mano sobre la mano de su padre que estaba en su mejilla.

—Padre mi muerte fue necesaria. Pero no puedes dejar que la venganza consuma el futuro de Talokan, una alianza beneficiaria a nuestro pueblo más que destruir Wakanda. Nuestro hogar es primero.  Despierta, tengo que irme ya.

—Mi niña vuelve....te echamos de menos y te necesitamos. Te queremos Naab.

—No puedo volver, pero siempre viviré con vosotros mientras me recordéis. Siempre estaré a vuestro lado y una parte mía va a vivir siempre con vosotros, pero para eso tienes que parar la guerra. No olvides ni que mamá ni mis hermanas olviden que os quiero a todos y siempre estaré con vosotros, nunca os dejaré, y una parte de mi vive aún— la sonrisa de Naab cambió a una enigmática con aquellas últimas palabras que había repetido como si fuese poseedora de un secreto que aún no había sido revelado. Naab se levantó, la suave brisa sacudía su vestido blanco, el mismo con el que fue enterrada, su cabello negro también se mecía suavemente mientras miraba a su padre de pie.

—Naab, no te vayas. No puedo perderte otra vez.

—No me has perdido. Siempre estaré con vosotros, vivo cada vez que me recordáis, con cada marea y cada corriente que mece las aguas de Talokan— se alejó unos pasos sin darse la vuelta siempre mirandole —Ah y tengo otro mensaje para ti...dice que está orgullosa de quién te has convertido, que no dejes que la venganza te consuma...y que siempre ha estado a tu lado— Naab se giró mirando a sus espaldas y K'uk'ulkan pudo ver una figura femenina tras ella, una mujer que pensó que jamás volvería a ver y que pronunció un nombre que jamás pensó volver a oír porque murió con ella.

—Ch'ah Toh Almehen

Fen le miró mientras Naab se acercaba a ella recibiendo a su nieta entre sus brazos en un cálido abrazo. No hubo necesidad de más palabras pues el que ella dijese su nombre, el nombre que le puso al nacer era todo.
El deseo de su madre y de su hija era que parase aquella guerra.

—Despierta, Ch'ah Toh Almehen.

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—No quiero matarte a ti pero si no te quitas lo haré — Shuri realmente no quería dañar a Dorma pero la mujer era terca negándose a abandonar a su inconsciente esposo, pese a que había sido herida por Shuri varias veces, su espalda parcialmente descubierta estaba salpicada de sangre de heridas que se estaban cerrando mientras nuevamente había detenido la lanza de Shuri con sus manos desnudas.

—No dejaré que Wakanda me arrebate a otra persona que amo. Ya me quitasteis a mi hija.

—Y el mató a mi madre— Dorma estaba débil por el fuerte calor del desierto, también estaba sufriendo la deshidratación aunque no era tanto como la que Namor había sufrido, Dorma sentía aquel calor insoportable que estaba evaporando la humedad de su piel, solo estaba húmeda de su propia sangre pero está quedaba seca sobre su piel a los minutos. Shuri, con rabia apartó a Dorma nuevamente para poder acabar con Namor quién estaba abriendo los ojos de nuevo, encontrándose con la escena de su esposa protegiendole...¿qué hacía ahí Dorma? Aún así verla herida pero intentando protegerle...era por lo que luchaba, su gente, su pueblo, no sólo la venganza personal si no el bienestar de su pueblo y de su familia. Pronto sintió el frío de la cuchilla en su cuello y miró directamente a Shuri.

Shuri observó a Namor, ahí le tenía, al asesino de su madre, quien había destruido parte de Wakanda, quien quería desatar una guerra contra la superficie arrastrando su nación consigo.

Shuri— la voz de Ramonda sonó en su mente y la joven volvió a observar como Dorma volvía a interponerse entre ambos, estaba dispuesta a morir por él, que lo hiciera, estaba siendo justa —Demuestra quién eres.

Unas lágrimas salieron de los ojos de Shuri quién miró al cielo mientras una palabra moría en sus labios “Mamá”   y volvió a mirar a los reyes de Talokan, como Dorma estaba dispuesta a dar su vida por él.

—Dorma— la rasposa voz de Namor debido a la deshidratación sonó pero ella no le miró pues estaba centrada en protegerle —Quítate.

—No. No soportaría verte morir a ti también.

Shuri apretó la lanza y la lanzó lejos.

—Ríndete. Ríndete y Wakanda protegerá vuestros secretos y vuestros mares. Nadie volverá a acercarse a Talokan. La venganza nos ha consumido, no dejemos que consuman a nuestros pueblos.

—Me rindo— dijo inesperadamente Namor a lo que ambas mujeres le miraron, Shuri aliviada porque no quería más derramamiento de sangre mientras que Dorma era incredulidad pues él jamás se rendía.

—K'uk'ulkan— le llamó a lo que el rey haciendo un esfuerzo se incorporó  sobre sus codos a lo que Dorma le ayudó a terminar de incorporarse dejándole sentado en la arena mientras ella le sujetaba —¿Pero y lo que....?

—Confia en mi. Luego te explicaré — no era el momento de contarle la visión que había visto de Naab y Fen, luego se lo contaría en la intimidad —Ayúdame a llegar al agua.

—Sí.

—Tenemos que ir a parar la pelea— dijo Shuri mientras Dorma ayudaba a K'uk'ulkan a ponerse de pie pasando un brazo por sus hombros para ayudarle a llegar a la orilla.

—Danos un minuto, necesita agua.

—Estas herida— susurró Namor a su esposa mientras ambos se alejaban hasta llegar al agua ayudándole a sumergirse unos momentos, ambos en el agua con Dorma sin soltarle —Me has salvado tu a mi ahora, mi reina.

— Jamás dejaría que te matasen....

—Ch'ah Toh Almehen

—¿Qué?

—Una vez me preguntaste cuál era el nombre que mi madre me dio....Ch'ah Toh Almehen— Dorma le abrazó, su nombre, tras siglos casados y años que él no recordaba su propio nombre ahora se lo estaba confiando a ella porque si algo sabía era que en ella podía depositar su propia vida, siempre. Y recordar su nombre de nacimiento le hizo querer confiarselo como confiaba su vida en ella.

Mientras la pareja estaba sumergida en las aguas recomponiendose un poco Shuri consiguió llamar a otra nave, tenían que darse prisa para acabar con la batalla que se estaba dando en el mar.

O C E A N PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora