27: Natural

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La verdadera naturaleza de Hiyori es una cruda realidad para su persona más especial.

Los tres tomaron asiento en los bancos en el pasillo fuera de la habitación de tortura, como la nombraba en su mente Ray, por propio consejo de Hiyori, pues esta dijo que sería mucho más acogedor hablar estando todos cómodos. Tanto Emma como el de cabellos azabaches miraban ansiosos a su amiga en busca de que comenzara la historia.

- Comenzamos entonces - dijo Hiyori y ambos tragaron saliva duro preparándose para lo que venía.

"Norman se abrazaba a sí mismo mientras con mirada acongojada se recostaba en una pared de frío metal. Cerró sus ojos con fuerza cuando gritos amortiguados volvieron a escucharse desde el interior de esta. Bárbara lo miraba con preocupación y Zazie solo miraba a un punto indefinido de la pared con sus ojos brillando de manera extraña. Grandes golpes hicieron temblar levemente el sótano e incluso algún rastro de polvo salió desde las rendijas de las paredes. Norman sentía como sus manos temblaban mientras sujetaban sus brazos queriéndose cubrir del frío que no había, pero que aún así él sentía.

- Jefe, ¿por qué mejor no regresa a su habitación? Zazie y yo nos quedaremos a vigilar - la pelinegra de gran estatura aconsejó al albino ya que, además de estar temblando, este estaba más blanco que un papel.

- No, me quiero quedar - fue la respuesta del chico - Hiyori siempre me ha hecho compañía cuando paso por alguna crisis. Yo debo devolverle aunque sea un poco de lo mucho que ella hace por mí.

Con esas palabras volvieron a quedarse en silencio solo interrumpido por los gritos desgarradores femeninos que cada vez eran más audibles y entendibles. Norman tenía ganas de cubrirse los oídos solo para no escuchar más el sufrimiento de su hermana. Le dolía el corazón en sobremanera el imaginar el dolor que estaba soportando en ese momento y todo el dolor anterior que tuvo que sufrir, pues solo hacía poco tiempo que la chica le había confesado acerca de estos ataques y de como Bárbara y Cicero eran los encargados de encerrarla en esa habitación por petición de ella cuando tenía esos momentos.

En el interior del cuarto Hiyori arqueaba su cuerpo de la camilla de hierro a la que estaba atada con grilletes que hacían sangrar sus muñecas y tobillos para proferir chillidos animales de sufrimiento. Su cabeza también sangraba como una fuente por la corona que llevaba puesta para impedir que esta la moviera. Sus cuernos tenían un fuerte brillo escarlata, al igual que sus ojos totalmente cambiados, y sus colmillos y garras con un tamaño mucho mayor a lo normal. Su cuerpo se retorcía causando que sus heridas abiertas se lastimaran más. El ardor insoportable en todo su cuerpo y el hambre que hacía que la saliva corriera por su boca como agua hacían que estuviera así. Llevaba ya tres días en aquella habitación, mucho más tiempo del que normalmente pasaba con esas crisis, y el hambre no hacía nada más que aumentar. Era una totura insoportable y parecía que su cuerpo comenzaba a perder la batalla, pues cada vez actuaba de manera más primitiva.

Así fue como siguieron pasando las horas, las cuales Norman comprobó al mirar el reloj en su muñeca con pura angustia.

- Ya lleva 8 horas allí encerrada, está durando mucho más que en otras ocasiones.

Y fue como si las palabras del albino fueran detonador. Los ojos brillantes de Zazie percibieron algo y, a velocidad inhumana, retiró a Norman lejos de la puerta lanzándolo para que Bárbara lo atrapara. En cuanto la pelinegra lo estuvo sujetando la puerta de hierro macizo se estrelló contra Zazie, que logró frenarla por los pelos, pero con algunas quemaduras causadas por el roce del hierro con las pocas partes que tenía de piel al descubierto.

Zazie trató de empujar la puerta hacia delante con toda la fuerza que pudo reunir para que así la entrada volviera a estar cerrada pero alguien, o algo lo lanzó a cinco metros de donde ellos estaban. Lo que los ojos de Norman vieron salir del cuarto hizo que no pudiera dormir en unos cuantos días. Una Hiyori cubierta de sangre, con el rostro irreconocible por el aumento en sus colmillos, cuernos y sus ojos de un negro y rojo que nunca había visto. La saliva corría de su boca como cascada demostrando el hambre que tenía y los miró fijamente haciendo que los tres, aunque no quisieran admitirlo, temblaran.

Horns - The Promised Neverland (Ray) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora