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Habían pasado exactamente dos meses desde que llegó a esa escuela, aún causando nerviosismo en la mitad del aula, menos para sus actuales amigos: Tom, Edd y Matt. Matt, con su actitud infantil y graciosa, era sin duda su favorito.

-¡Tord, una araña! -gritó Matt mientras se lanzaba a abrazarlo con fuerza, señalando una enorme araña rojiza de patas largas que había aparecido cerca.

-Herregud, hva er den dritten? (Oh Dios, ¿qué es esa mierda?) -murmuró Tord horrorizado, retrocediendo mientras observaba al arácnido con una mezcla de asco y miedo.

-Tengan cuidado, puede ser venenosa -advirtió Tom desde su lugar, con una sonrisa casi divertida mientras miraba la escena.

Tord desvió la mirada hacia él. Esa sonrisa... Esa condenada sonrisa. Había algo en Tom que siempre lograba tranquilizarlo, incluso en medio del caos.

Volviendo al tema, Tord no sabía absolutamente nada sobre arañas. Si Tom no hubiera mencionado la posibilidad de que fuera venenosa, probablemente ya estaría intentando aplastarla sin pensar. Definitivamente, debería prestar más atención en biología.

A pesar de que la escuela era un lugar decadente, tenía algo especial. Los estudiantes, aunque torpes y a veces irritantes, lograban hacerlo reír. De hecho, incluso se divertía más con ellos que con sus amigos de la otra escuela, quienes ahora solo veía los fines de semana.

Sin embargo, había algo en Tom que era diferente. Algo que lo hacía especial. No era solo su actitud despreocupada o su peculiar sentido del humor. Había algo más profundo, algo que Tord no lograba descifrar. Ese chico le hacía sentir cosas que nunca antes había sentido.

A pesar de su apariencia de chico rudo y distante, Tom tenía un lado infantil y juguetón que Tord simplemente adoraba. ¿Qué demonios había hecho ese chico para despertar tales emociones en él?

Dicen que uno no elige de quién enamorarse, y parecía ser cierto. Tord odiaba esa escuela, odiaba a la mayoría de las personas que la habitaban, pero Tom... Tom era la excepción.

El noruego no podía evitar pensar en lo difícil que sería cuando terminara el año y tuviera que volver a su antigua vida. Extrañaría a ese chico, más de lo que estaba dispuesto a admitir.

-¡Tord! -gritó Matt de repente, lanzándose hacia él e intentando subirse a su espalda como si fuera un niño pequeño.

-Matt, bájate, no te voy a cargar solo porque le tienes fobia a una araña -gruñó Tord mientras intentaba mantener el equilibrio.

Resignado, Matt bajó y se dirigió hacia Edd para que se encargara del arácnido.

-Tord -llamó Tom, atrayendo la atención del noruego-. ¿Te parece si pasamos el recreo juntos? La parejita seguramente estará ocupada dándose besos hoy -añadió, señalando a Edd y Matt con una expresión divertida.

Tord estaba a punto de aceptar cuando las burlas de las chicas del aula comenzaron a llenar el ambiente.

-No vuelvas a Tord gay, ojos negros.

-Acepto que los raritos se vuelvan gays, pero a Tord no me lo vas a cambiar así, fenómeno.

-¡Hey! Cuencudo, no vuelvas a Tord un asco como tú.

El rostro de Tom se ensombreció. Bajó la mirada, claramente afectado por los comentarios. Estaba acostumbrado a las burlas por su peculiar apariencia, pero eso no hacía que dolieran menos.

Tord, por otro lado, no tenía intención de dejar que esos idiotas siguieran hablando así. Se sentó en el pupitre junto al de Tom, apoyando un codo sobre la mesa y recostando su rostro en la palma de su mano.

-No les hagas caso -dijo con calma, dedicándole una sonrisa relajada-. Todos aquí tienen cara de idiotas, actúan como idiotas. Tú eres el único que actúa y es más normal que todos ellos juntos.

Tom levantó la mirada, sorprendido por las palabras de Tord. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, agradecido por el apoyo inesperado. Tal vez este año no sería tan malo después de todo.

Estos capitulos no los cambio mucho, sin duda estos siempre serán mis favoritos.

In Another School [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora