XI. 𝐋𝐀 𝐏𝐄𝐋𝐄𝐀 𝐃𝐄 𝐈𝐒𝐇𝐈𝐙𝐀𝐊𝐈

77 13 45
                                    

Ishizaki llegó a su casa luego de divertirse un rato con sus amigos, para encontrarse a su madre muy enojada.

─¡Ryo, ¿qué horas son estas de llegar a casa?!─ le habló en un tono de desaprobación, y los brazos cruzados, acompañados de un zapateo.

─Pero mamá, apenas son las ocho de la noche, lo que pasa fue que salimos a caminar un rato y se nos hizo tarde...

─¡¿Tienes idea de lo que te puede pasar si sales afuera a esta hora?! Primero los suicidios entre niños de doce años, luego falta que te secuestren unos hombres en una furgoneta. ¡Esta ciudad es un asco, al igual que tu padre!

─¡NO HABLES ASÍ DE MI PADRE!

La señora Ishizaki liberó una risa burlona.

─Ja, tú defendiendo a tu "papito", ese hombre que nos abandonó como si fuéramos unos perros callejeros, en vez de a tu madre, que se mata trabajando para darte de comer.

─No me refiero a eso, mamá. No estoy defendiendo a nadie─ dijo en un tono de voz calmado, para tratar de apaciguarla; cuando su madre habla así, puede estar un largo rato insultando todo lo que se mueva, hasta que llegue el punto de que se tranquiliza y prefiere no hablar más del tema.

Ishizaki tuvo que soportar ese tipo de comportamiento durante sus doce años de vida.

─Se nota─ dijo de manera sarcástica─. Prefieres a ese hombre en lugar de a tu propia madre, que a pesar de todo no te abandonó, lo sé porque vives preguntando cómo era su nombre, cómo se veía, cómo vestía, dónde vive ahora...

─Soy su hijo, después de todo tengo derecho a conocer al hombre que me dio la vida, ¿no?

─No tiene caso si no lo verás jamás─ se encogió de hombros.

─Pues podría buscarlo en alguna red social, o mandarle un correo, e ir a donde sea que esté...

Su mamá golpeó la mesada de la cocina con un puño.

─¡Oh, ahí está! ¡Hablando de tu padre y ahora quieres abandonarme!

─¡No, no, no, mamá! ¡Yo no quise...!

─¡Cómo se nota que los niños son unos malcriados! ¡Una matándose y arrebatándose su propia felicidad para mantener a un mocoso que no le importa nada más que sus propios caprichos!

─¡Mamá...!

─¡Mira que te tuve que aguantar durante doce años! ¡Dejé mis sueños en la vida, trabajar de azafata, irme a vivir a Dinamarca, casarme con un hombre rubio y de ojos azules que me ayudara a aliviar el dolor que me dejó la partida de tu padre...! ¡Dejé de vivir como se debe por ti, ¿y me haces esto?!

─Yo...

─¡Idiota! ¡Porquería! ¡Vete a tu cuarto y no vuelvas a hablarme!─ señaló la puerta de su habitación.

Ryo decidió mantenerse callado, e irse a su habitación. Cuando su mamá estaba así, era mejor no hablar más, y dejar que ella se tranquilice sola con alguna cerveza o su novela favorita, sobre una mujer que odia los hombres y hace hasta lo imposible para acabar con todos los hombres "sucios".

Se va a meter a bañar para tratar de aliviar un poco la tensión del ambiente.

Se mete a la bañera, la temperatura del agua es la ideal, la puerta cerrada, un poco de música de su celular para que las carcajadas de su madre se vean opacadas, pero no una canción animada, sino música... ¿cómo se le podría llamar? Suicida, quizás.

Ishizaki se mira el brazo y se toca aquellas cortadas que se ha estado haciendo las últimas semanas. Se corta la parte del brazo que se oculta debajo de las mangas cortas, pero de todas formas él siempre anda de manga larga cuando está con sus amigos, no se puede arriesgar a que le vean las cortadas.

𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗨𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗟𝗢𝗦 𝗦𝗨𝗜𝗖𝗜𝗗𝗔𝗦 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora