II. 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐎

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Tsubasa es llamado por su madre para ir a desayunar. El niño se levanta de la cama y se dirige a la cocina, donde lo esperan su mamá y alguien más.

No, no es su padre. Él se encuentra navegando en un crucero por el pacífico; es capitán de barcos. Se trata de Roberto, un ex jugador de la selección brasileña de fútbol, quien se mudó a Japón por la recomendación del señor Ozora de venir a su país para ver a un buen oftalmólogo que le ayudara con su problema de retina, y como no tenía un lugar donde quedarse, el padre de Tsubasa lo invitó a quedarse en su casa, de ahí, Roberto conoció a su hijo y decidió entrenarlo para que se convierta en el mejor jugador del mundo; Roberto es el entrenador personal de Tsubasa, y también trata de insistirle al muchacho que vaya a la escuela.

─Buenos días, ¿cómo dormiste, Tsubasa?─ le pregunta Natsuko, su madre.

─Bien, supongo─ se sienta─. Tuve un sueño un poco raro, pero se sintió tan real...

─¿En serio? ¿Qué soñaste?

─Soñé que salvaba a un niño muerto de unas criaturas negras malvadas y un doctor mal de la cabeza.

Natsuko no sabe qué responder.

─Qué sueño tan peculiar─ ríe.

─Sí, pero lo peor es que se sintió muy real.

─Desde que dejaste de ir a la escuela soñaste con cosas feas relacionadas a lo ocurrido con Sanae, y hoy soñaste con algo lindo. Veo un avance─ comenta Roberto, bebiendo de una taza de café.

─Supongo─ Tsubasa mira el plato con dos tostadas con nutella y una carita feliz hecha con ojitos de bananas y media frutilla como boca, y al costado un vaso de jugo de naranja─. Gracias por el desayuno─ agradece, juntando las manos, y toma una de las tostadas para darle un mordisco─. Mmmm, qué rico. Hace tanto que no comía nutella.

─¿Te gusta? Pues me alegro, hijo. Roberto fue a comprar la nutella hoy temprano, me dice que era el único pote grande que quedaba en el estante...

─Espera... ¡¿hay de la grande?!

─La guardé en la alacena donde nadie se la acapare en un solo día.

─¿Después del almuerzo puedo comerme nutella directamente del pote?─ Tsubasa mira a su madre con el típico gesto de los ojitos de perro triste.

─Bueno, pero no más de cinco cucharadas, mira que la nutella es cara y no dura mucho, ¿eh?

─Sí, claro.

Parece que por fin Tsubasa está de buen humor. Ahora que surgió la posibilidad de revivir a Sanae, y su madre le compró nutella, una de sus cosas favoritas en el mundo, aparte del fútbol, se siente más feliz.

Lo cierto es que Natsuko siempre hace lo que esté al alcance de sus manos para hacer feliz a su hijo. Han sido semanas duras para él, y por eso trata de llenar ese vacío un rato aunque sea con una de sus comidas favoritas.

Almorzaron, Tsubasa comió unas cinco cucharadas directamente del pote de nutella, cosa que le dio demasiada felicidad.

─Dios, ¿qué haría sin mi nutellita?─ dijo con la nutella en su boca. Ese momento fue muy lindo. La verdad, hace tiempo no se sentía así, capaz de volver a sonreír.

Antes de salir afuera, Roberto frena a Tsubasa:

─Tsubasa, ¿no se te antoja jugar un poco de fútbol?

─Quizás cuando vuelva, tengo que ir a un lugar─ se ata los zapatos en la entrada de la puerta.

─¿A dónde vas?

𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗨𝗗𝗔𝗗 𝗗𝗘 𝗟𝗢𝗦 𝗦𝗨𝗜𝗖𝗜𝗗𝗔𝗦 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora