Irene
Pues aquí estoy yo. Sentada en una esquina de la cama porque Daan no se ha movido del centro desde que he llegado.
Tras el pequeño incidente me dejó sentarme a ver cómo jugaba a la máquina alargada que estaba enchufada a la televisión.
Podría apostar a que llevo más de media hora mirando a la pantalla aburrida sin hacer nada más que respirar.
¿Cómo le puede entretener esto por tanto tiempo?
Vuelvo a resoplar. Ya no sé cuantas veces lo he hecho en este rato. Es un suplicio, por eso la madre quería que lo sacara de la maquinita.
¿Será una nueva adición de estas tecnológicas?
—Oye, ¿qué haces? —Me animo a preguntar en busca de algo en lo que poder hablar con él y como dijo su madre "conocernos".
—Juego a un videojuego —Me responde sin muchas ganas de continuar la conversación. "Ah" respondo yo—. ¿Nunca has jugado?
Al negar, rápidamente deja el mando a un lado y gira su cabeza hacia mí por primera vez desde que me presenté. En la pantalla el juego acaba. Creo que lo mataron por el despiste al sorprenderse con mi respuesta.
—¿Nunca? —Vuelvo a negar—. Abre el segundo cajón de ese mueble.
Me señala a unos estantes de la parte más cercana a la puerta y yo me levanto para llegar a allí.
—Coge un mando como este —hago lo que me indica y me acerco al mueble, busco el mando y me quedo allí como si fuera tonta.
—¿Vas a quedarte ahí de pie? Se te van a cansar las piernas —¿Eso quiere decir que me siente? Además, ¡mis piernas son fuertes!
Me respondo a mi misma con un sí y me siento a su lado. Pero —como no— en una esquina porque sigue sin mover su precioso trasero del medio de la cama.
—Agárralo así. —me indica ayudándome a colocar los dedos en el lugar adecuado—. Mira. Este botón de aquí sirve para saltar ¿Ves?
Empieza a explicarme. Yo intento retener algo de información aunque se me complica un poco.
Me encanta su corte de pelo. Creo que está bastante de moda ahora pero, por alguna razón, a él se le vé mejor que a otros a los que se lo he visto en la universidad. Además el marrón oscuro —casi negro— de su pelo queda perfecto con su tono de piel y sus ojos. Al igual que los de su padre son azules y están rodeados de unas largas pestañas que los hacen adictivos. Y tiene unas pocas pecas, no son muchas pero lo hacen ver muy mono. Y los labios son muy apetec-
—Y este te ayuda a apuntar a donde quieres disparar. Yo creo que con esto ya puedes jugar —termina interrumpiendo mis pensamientos. ¡Madre mía, me he saltado toda su explicación!
Con mi nerviosismo, él deja el mando blanco y negro al otro lado de la cama y espera a que yo le responda con una afirmación.
—Eres un buen profesor —opto por decir halagando sus dotes aunque solo pueda recordar las motas grises en su ojo izquierdo—. Oye, tu madre me comentó que llevas jugando desde que llegaste. ¡Al final te vas a quedar ciego!, hagamos algo diferente.
Le riño para convencerlo de hacer otra cosa con la esperanza de no quedar en ridículo por mi despiste.
—Era lo que me faltaba —Susurra él y aunque probablemente no quería que le escuchara sí lo hago, tengo buen oído—. Ya tengo bastante miopía, no quiero más. —me dice a mí más alto, esta vez si quiere que lo oiga.
—¿Qué te parece si yo digo algo de mí y luego tú me dices algo de ti? —ofrezco de idea para que ambos sepamos más del otro. Al fin y al cabo somos vecinos—. Para poder conocernos un poco y eso. ¿Sí?
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Rodando hacia tu corazón | Hacia algún lugar #1
RomansaHacia algún lugar #1 Irene es una estudiante de un pequeño pueblo en la montaña. Después de que su mejor amiga desaparezca y compren su casa espera a ver cuál será la siguiente novedad en el pueblo y por supuesto que llega. Daan es su nuevo vecino...