Irene
El reloj marca las doce menos cinco.
Termino de empaquetar las galletas que le he hecho a Daan de regalo de navidad, siento que es algo cutre que no se puede comprar con lo que me ha dado él pero me han quedado bastante bien y además lo importante, según yo, es lo que haces en el proceso.
Durante la mezcla de ingredientes, la preparación de la masa y el horneado he pensado en él y eso es lo bonito. Y con esto no quiero decir que él mientras compraba la ropa o el teléfono no pensará en mí, pero yo creo que es bonito.
Siempre las hacía con mi madre y esta es la primera vez que las hago después de su muerte, es especial y por eso he elegido hornear estas, en cima puse un poco de chocolate también aunque la receta original no lo llevara porque él es muy dulce y lo tenía que representar de alguna manera.
Daan había dicho que sobre las doce terminaría con la cucaracha amarilla y podríamos tomar un chocolate caliente juntos por lo que es un buen punto para llevárselas, con toda la ilusión que me hace las podremos tomar con el chocolate caliente.
Salgo de casa para ir a ver si ya está libre o aún está liado y como siempre me reciben los empleados. Por lo menos está vez no me atropellan al entrar, no me puedo quejar.
—Señorita, el joven todavía se encuentra en el gimnasio junto a la señorita Smith. —doy por hecho que la señorita Smith es Lidia por lo que decido ir hasta allí para ver si terminan y así también puedo avisarle de que llegué y le doy las galletas.
Espero que las ame.
Cuando llego la puerta está abierta, no peto y eso me mete en un momento bastante íntimo, me reciben con una sorpresa.
Daan está sentado en su silla y Lidia... está encima de él restregando su culo por... Se me cae la bolsita —con las galletas dentro— al suelo y ambos se dan cuenta de que estoy aquí.
Lidia sonríe mientras Daan me mira sorprendido, recojo las galletas aunque quedan algunas migas y me voy corriendo de allí.
Soy capaz de escuchar el grito de Daan pidiéndome que espere pero me es imposible, tengo que salir de aquí antes de empezar a llorar.
No sé porqué esto me molesta, porque me siento decepcionada pero no lo puedo evitar. Ellos tampoco pueden darse cuenta de que me ha molestado aquello.
—Señorita, ¿no los ha encontrado? —se sorprende Almudena cuando me la cruzo por el pasillo.
—Sí, no te preocupes. Es que me voy a casa, me encuentro un poco mal. —sin darle tiempo para hablar cierro la puerta y salgo de allí.
Cierro también la puerta de mi cuarto cuando Oreo entra y me tiro a la cama, ahí me permito llorar por fin.
Mi perro me acompaña durante la media hora que pasó lamentándome por creer que era importante para Daan, al parecer solo había sido mi imaginación. Que me hubiera dejado ir a la piscina con él, no había significado nada; que me hubiera invitado a la cena, no había significado nada; que me hubiera regalado por navidad presentes, no había significado nada.
Nada había significado algo y yo de ilusa me había ilusionado con él.
No siquiera sé qué me esperaba de él, de nosotros. No tengo claro si lo que yo buscaba era una relación de vecinos, amigos o yo que sé.
Con la imagen de ellos dos liándose abro el paquete de galletas para comerme una, por lo menos había que aprovecharlas.
Recordé todos los momentos que pasamos juntos aunque pareciera una preadolescente con su primer amor de nuevo.
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Rodando hacia tu corazón | Hacia algún lugar #1
RomansaHacia algún lugar #1 Irene es una estudiante de un pequeño pueblo en la montaña. Después de que su mejor amiga desaparezca y compren su casa espera a ver cuál será la siguiente novedad en el pueblo y por supuesto que llega. Daan es su nuevo vecino...