↬Advertencias:sexo en la cocina, 69 vaquera, sexo sin protección). Alcohol. Maldición leve.
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La voz de canto de Jake te llega hasta ti, que estabas empezando a abrir la puerta de su apartamento.
Todavía fue un fenómeno cuando Jake te entregó la llave de repuesto de su casa. Lo dejaste sentado en tu mesita de noche, observándolo con asombro pensando en cómo quería que vinieras a su casa en cualquier momento que lo necesitaras, sin importar el día y sin importar la hora. Incluso sugirió que traiga algunas de sus cosas para que pueda quedarse por períodos de tiempo.
Pero era extraño pensar en ustedes dos siendo domésticos. Estar siempre juntos al alcance de la mano, compartir electrodomésticos y alimentos, dar los buenos días y las buenas noches en persona, los 'te amo' antes de comenzar el día. Te estrujó el cerebro a mil por hora.
Sin embargo, la mayor parte del tiempo está tan ocupado que entras y la casa está en silencio. Pero hoy fue diferente. Jake te rogó que te encontraras con él a una hora específica en su casa. Pero una vez que terminaste de hacer los mandados, llegaste 30 minutos antes.
Su voz sigue sonando, ahora estás seguro de que estaba cantando una canción de Bruno Mars, la del matrimonio.
Cuando entraste por la puerta principal, inmediatamente te golpeó el aroma de algo horneado. Olía increíble, como las galletas que Jake te hacía cada vez que estabas triste por algo.
Creces una calidez difusa en tu corazón pensando en él horneando para ti. Pero ¿cuál fue la ocasión? No estabas triste, ni una gran fiesta, nada de lo que había anunciado ni tú tampoco.
"Oye, cariño, creo que quiero casarme contigo". Su voz cantó. Doblaste la esquina hacia la cocina y llegaste a toda la configuración. Había velas en la mesa del comedor, pero aún no se habían encendido. Se colocaron ramos de rosas gigantes por todas partes en la habitación, los blancos y rosados que le diste a borbotones hace unos años cuando ambos comenzaron a salir. La comida ya estaba dispuesta en la mesa y allí estaba Jake, abriendo el horno para sacar los snickerdoodles perfectamente horneados.
“Bueno, conozco esta pequeña capilla en el bulevar a la que podemos ir- ¡oh!”
Jake se vuelve hacia ti y deja de cantar abruptamente. Su boca cuelga abierta por la sorpresa. Su salpicadura de pecas en la nariz y la mejilla desaparece bajo su duro rubor.
"Uh - Um - hola". Se rascó la nuca y te ríes de lo adorable que es. Te acercaste y lo besaste en la mejilla a modo de saludo y respiraste hondo para tomar su colonia encantada, la que usaba cuando ambos tenían citas caras.
"¿Cuál es la ocasión?" Sonreíste con descaro.
Miras sus ojos escanear en busca de una respuesta. En cambio, no dice nada y te da un cálido beso.
