❛ 𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑼𝑨𝑻𝑹𝑶.

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DARKSIDE
el lado oscuro.
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04. 𝕮𝖎𝖈𝖆𝖙𝖗𝖎𝖈𝖊𝖘.

Sus manos temblaban, sus labios era una mueca perfecta de odio por no poder alcanzar la tercera barra que tenía a su delante. Kyoko escuchaba a los demás aprendices apoyándola, otros machos a los que conocía por sus entrenamientos, e incluso la voz de su padre, que susurraba cada uno de sus pasos. La altura era demasiado alta, podría caer, romperse su única ala y no salir viva, pero recordó que era una askari, y que el miedo no era su carta principal, era provocarlo, e intimidarlo lo suficiente para que solo ella fuera la pesadilla de la cual todos deberían cuidarse. La oscuridad comenzó a atraparla, enfrascándola en pensamientos erróneos, porque la respiración pesada de un tercer macho cruzó sus sentidos, allí estaba, luchando contra el error que la hostigaba en persona, el Alto Lord. 

Thassan gritaba su nombre, mientras el filo de la espada rozaba su brazo, generando otra herida chorreante, provocando sonrisas a los demás que eran espectadores de tales actos, pero Kyoko no se rindió. Alzó la espada, la posó encima de su ojo, apegándole a su piel, mientras el contrario se acercó a toda velocidad, sin contar que esa era su estrategia, porque solo un alarido fue el que alertó a los ilirios. La muchacha askari había vencido ─y casi asesinado─ a su contrincante. Devlon avanzó a paso a rápido, sin ocultar su cara de disgusto, se acerco a ella, dirigiendo sus ojos a cada una de sus extremidades, para luego resoplar.

──Puedes ir con las demás, es suficiente por hoy. 

La joven askari lo vio a los ojos, reservando sus dolorosas ganas de salir corriendo, pero sin mostrar siquiera alguna de sus recientes emociones. Kyoko amenazaba a todos con su mirada, hasta el Alto Lord que le juraba el odio a basuras como ella. Devlon la observó irse por el rabillo del ojo, no merecía ese trato. Reconocía que estaba a punto de terminar en alguna especie de caída significativa, porque su orgullo estaba siendo aplacado por las severas heridas que en su corazón se habían instalado como picaduras de insecto. «Kyoko seguramente le odiaba, en sus ojos ocultaba la verdadera fuerza de un grito emocionante por volver a sentir correr la sangre por sus dedos». Sin embargo, él se abstuvo de cualquier rastro de paternidad en ese preocupante momento, por lo tanto, solo pudo divisar a Yjassan ir en busca de la dulce niña que atemorizaba a todo el mundo. 

Él creía en ella, pero Kyoko, desconfiaba plenamente de él.

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── ¡Kyoko! ──le llamó el hombre seguido del sabueso que movía su cola al ver a la niña detenerse en el suelo. ──No se te ocurra alejarse así, pequeña guerrera.

──Papá me odia...

──No cielo, eso no es cierto ──susurró preocupado el ilyrio. 

──Papá me odia...

Sygh emitió un aullido lastimero, logrando que la dulce criatura lo abrazara con delicadeza sollozando derramando lágrimas que nadie sería capaz de entender, pero Thassan estaba tan preocupado que se sentó cerca, extendiendo sus alas, protegiéndola de todos los idiotas que miraban entre las sombras, y si lo hacían, iría uno por uno, rompiendo el orgullo que todos deseaban hasta la fecha. «Kyoko lloraba como las lagunas en sus recuerdos, siendo resguardada por brazos masculinos, y femeninos de los cual reconoció con una sonrisa, logrando que Thassan acariciara las mejillas cubiertas por ese liquido molesto, separándoles las penas, las inseguridades, y con ellos dedicarles una promesa que nadie lograría separar». El ilyrio era el único que conocía la historia sobre su dashur, además, él no era un total desconocido para la menor. Así como Sygh protegía a todos desde el suelo, ladrando en busca de cariño, en especial de Eiddwen, la joven que había estado al cuidado de Kyoko hasta terminar herida. 

──Tu padre no te odia, cariño ──susurró la mujer, acariciando sus cabellos con ternura, mientras el otro se dedicaba a guardar sus alas, viendo como Sygh se quejaba abiertamente por ser ignorado. 

── ¿Entonces no me odia? ──preguntó sollozando.

──Devlon te quiere, solo le cuesta ser muy amable, considera que es débil si se muestra como el oso de peluche adorable que... ¡Auch, oye! ──se quejó mientas veía hacia arriba topándose con el brillante par de ojos que amenazaban en darle una mas fuerte ──. Me vuelves a golpear amigo, y te juro que...

──Thassan, por favor ──susurró la mujer logrando que el macho desviara la mirada con las mejillas sonrojadas.

Sygh ladró, burlándose. En cambio, Kyoko rio señalándolo con el dedo.

──Tu dashur es mí dashur, así que has de cuenta que..

── ¿Son pareja? ──pregunto curiosa, aún con los ojos tristes.

──Tal vez, se conocen desde hace años ──susurró Devlon mientras se arrodillaba delante de ella ──. ¿Por qué lloras, Kyo? 

La pequeña criatura bajó la mirada, abrumada abrazó sus piernas sollozando, volviendo a mostrar su lado sensible. Alzando un poco su voz, lo miro con tristeza.

──Papá, ¿tú me odias? 

Devlon, el gran ilyrio que era fuerte y capaz de matar otros seres sin importarle si los hería por dentro, o incluso se lamían las heridas como los perros que eran, estaba ahora sufriendo porque ese diminuto ser estaba llorando por temor a su odio. Estaba destruido, por lo que acercándose con seguridad a su cuerpo, extendió sus brazos para envolverla con ellos. 

──Kyoko, no te odio ──susurró escuchándole explotar en llanto, aferrándose  a él. ──Estoy orgulloso de ti, mi pequeña guerrera iliria. 

── ¿Aunque sea una asesina?

──Eres mi hija, Kyoko ──ella le miró con cautela ──, si algún maldito de esta Corte se le ocurre llamarte asesina, sufrirá el castigo que mis propias manos le darán. 

La niña asintió, aún sollozando. 

──Desahógate guerrera, yo contendré tus demonios.

Y Kyoko, esforzándose por sonreír, soltó un terrible llanto que lo preocupaba mucho más que los llamados del Alto Lord que iban en una advertencia de vida o muerte, que si les soy sincera, a él poco le importaba, porque lo único que necesitaba era pasar tiempo con su hija. 

𝐃𝐀𝐑𝐊𝐒𝐈𝐃𝐄  ◞◞ azriel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora