❛ 𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬.

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DARKSIDE
el lado oscuro.
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07. 𝕰𝖑 𝕮𝖆𝖓𝖙𝖔𝖗.

Azriel observaba con detenimiento a cada macho sentado en la línea de mesas donde estaban comiendo. Alas grandes, pequeñas, medianas, hombros anchos, de apariencia funesta e incluso de carácter negligente -con excepción de Rhysand y Cassian- pero por sobre todo, prestaba atención a la mesa dónde ella se encontraba. Kyoko. Ella se sentaba entre los machos a jugar a las cartas, conversar, o colocar sus piernas encimas de las ajenas bajo la atenta mirada de Devlon, que según tenía entendido, era su padre adoptivo.

No le tenía miedo, pero sentía que las ganas de devolver su comida saldrían tan pronto como siguiera viendo reír a Cass junto a ella, o al menos dictaba su falta de atención. Su mirada fue hacia su sonrisa, provocándole una sensación de escalofríos, seguidos de alguna especie de ritmo cardiaco acelerado al sentir como esa mini figura femenina rozó contra su brazo derecho que estaba en una pose demasiado absurda, mientras que su otra mano estaba apoyada en su muslo. «Maldita sea», pensó en lo que veía a Cassian reír sin mostrar el descaro del anonimato que ambos compartían en ese preciso momento. Rhysand, por su parte, amaba ver de cerca a la chica que casi lo tiraba de la montaña por alcanzar primeramente la roca brillante que la declaró guerrera en el Rito de Sangre, quien había sido resguardada poco después por Devlon, quien muy desesperado había concluido que aquel día en su casa de las montañas, parecía solamente haber dormido tres horas luego de ver que Kyoko no regresaba del Rito.

Azriel lograba comprender cada punto, de hecho, cuando él había encontrado a la chica, se volvieron un equipo para poder llegar junto a sus compañeros y hermanos, aunque Rhysand se la pasó peleando con ella al ver quien llegaba primero, obviamente, ambos al mismo tiempo. Ese momento fue de pocas risas, mucho llanto, y entre todos ellos, una Rhiannon muy feliz de haberse reencontrado con su única mejor amiga que no era del todo aprobada por su madre.

Kyoko había pasado a tener espadas de doble filo que eran regaladas por Thassan, uno de los herreros más conocido por todo Velaris, mientras que Devlon le concedió tres sifones brillantes, semisólidos, de apariencia extraña junto a una armadura que cubría perfectamente su cuerpo. Ella era una Darkbringer. Y su posición, según Keir, era de las más importantes en Ciudad Tallada, al menos hasta que Devlon hacía acto de presencia y todos los machos apreciaban el lazo paterno-adoptivo compartido con Kyoko, razones por las cuales era de temer, pero Kyoko no necesitaba de su padre para hacerse respetar, eso hasta Rhysand lo sabía luego de haberla llamada oveja negra, su cabello largo no había durado tanto como el quería.

──Hola, Cass ──su voz sonó a un ronroneo, suave y sutil.

Cassian mostró su mejor sonrisa, antes de envolverla entre sus brazos, los cuales querían ser apartados por Morrigan debido a sus crecientes celos. Azriel suspiró. Estaba perdido.

──Hola, amiga desaparecida que ama restregarme su posición en la cara.

── ¿Y si te lo hiciera en otro lado, también aceptarías?

Azriel tragó grueso, sus dedos rozaron suavemente con las caderas de Kyoko que no estaban lejos de el, logrando que la contraria le guiñara un ojo divertida, tranquilizando al cantor de sombras.

──Tal vez, pero creo que algunos querrán invitación extra ──señaló con su cabeza a cierto par de ilyrios.

──Tengo mejores intereses, ──susurró Rhysand ──como por ejemplo, tus hermosos sifones.

──Ni de broma, vendedor ambulante.

── ¡Fue solo una vez! ──se defendió el mestizo, el hijo de Alto Lord.

──Uy si, como no recordar a la pobre fae que...

── ¡Cassian! ──le recriminó el contrario.

── ¿Qué?

──Cállate.

──Oblígame ──sentenció divertido.

Azriel negó ante el comportamiento de los otros dos, dejando en claro que era su oportunidad para llevarse a Kyoko tan lejos de todo el mundo, por lo que ajeno a sus propios movimientos, tiró del brazo de la joven askari para pedir con una sola mirada que se fueran disimuladamente de allí, y agradecía al Caldero que ella le entendiese tan bien; corriendo por las primeras escaleras que encontraron, ambos mantenían su respiración agitada, intentando mantener la compostura, dejando guiar a sus cuerpos por la oscuridad hasta encontrar el frío suelo, invocando sentimientos nuevos, y placeres recientemente descubiertos, liberando sus peores males. Kyoko le observó por ultima vez, mientras sus piernas volvían a ajustarse en las caderas de él que se movían con suavidad, frotando aquel punto que le estaba por generar más de un orgasmo, llevándole al límite de su capacidad como un ser racional, dejándose llevar por el momento.

──Az...──susurró contra su oído, paseando su respiración por los principios de su nuca, enredando sus dedos entre los cabellos del chico ──. Te necesito.

El macho ilyrio gimió ante su pedido, ya que, necesitaba urgentemente tenerla en sus brazos, complacerla... Era algo mucho más fuerte que toda la tensión que los recorría en los entrenamientos. Sus alas se tensaron, llenándole de temores, pero las manos de Kyoko pronto encontraron sus inicios, dejándole con sensaciones asfixiantes que declaraban mucho más que un baile pasional entre un hombre y una mujer.

──Azriel... ──volvió a murmurar desesperada.

──Silencio, pequeña loca ──sus alientos chocaron, sonriendo como un par de tontos enamorados ──. Si haces silencio, prometo ayudarte...

Kyoko mostró su sonrisa más traviesa, acercó sus labios al oído del macho ilirio para comenzar su jugarreta más reciente, obteniendo su mayor recompensa: excitarlo.

𝐃𝐀𝐑𝐊𝐒𝐈𝐃𝐄  ◞◞ azriel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora