Irina.
Miro por la ventana el paisaje de la ciudad que tanto me dio, la forma en la que el color anaranjado del amanecer delinea la silueta de la ciudad. Sonrío llevando las manos a mi vientre e inspiro profundamente. Por fin de vuelta en casa.
— Mamá— giro la cabeza hacia Aritz, es la imagen del Ansu que tenía en mis recuerdos—, voy a salir — asiento con una sonrisa, él camina hacia mi y deja un beso en mi frente—. ¿Comes tú sola bien? — asiento recostando la cabeza hacia un lado.
— Pásatelo bien, cariño, dale un saludo a Aina — escucho la risa de mi hijo antes de cruzar la puerta de la entrada.
Escucho cómo se cierra la puerta y me recuesto mejor en el sofá. Muerdo el interior de mi mejilla recordando todas las cosas que pasaron en esta casa antes de tener que dejarla e irme a Manhattan.
Cada día que pasaba desde que empecé el estudio hasta que me dieron el nobel eran pensando en una única persona, con un único motivo que me incitaba a seguir con la investigación. Ansu fue el principio de algo que no supe parar, ni gestionar.
Nunca había pecado de confianza hasta que firmé el contrato con las universidades que facilitaron mi estudio y lo financiaron. A todos ellos los movía el dinero, y no fui capaz de verlo.
El timbre sueña y me levanto, camino con pesar hacia la entrada. Estoy demasiado segura de quién es y lo que está buscando. Todas las respuestas que no le he podido dar hasta ahora. Abro la puerta apoyándome en la madera, mis ojos van directamente al ramo de rosas rojas que el padre de mi hijo tiene entre las manos.
— Hola, rubia — sonrío acercándome a él, Ansu levanta las flores en una mano y con la otra me rodea gentilmente la cintura.
— Hola — murmullo escondiendo mi cabeza en su cuello.
No puedo explicar el nerviosismo que se instala en mi cuerpo cada vez que lo veo delante de mi, como si no hubiera pasado el tiempo. Como si nosotros dos no lo hubiéramos perdido por no ser previsores.
— Voy a ponerlas en agua — estiro la mano hacia las flores y me quedo apoyada en él, con la otra haciéndome de agarre sobre su hombro —. Venga, Ansu — él ríe cerca de mi oreja y me estremezco, la mano que tiene libre me rodea por la cintura.
— Ya las pongo yo, nuestra casa, ¿recuerdas? — asiento sintiendo la boca reseca, él deja un beso sobre mi cabeza y va hacia la cocina.
Siento que no quiere oír nada de lo que le tenga que decir. Muerdo mi labio inferior viéndolo moverse con soltura en la cocina, como saca un vaso y pone las flores en ella.
— Me alegro que estés aquí, pero me preocupa que estés cómo si nada, tenemos que hablar — comento yendo hacia la isla de la cocina, su espalda se tensa.
— Irina...
— Ansu, tenemos que hablar — repito manteniendo como puedo mi voz calmada—. Han pasado 21 años, hay muchas cosas que... que no pueden quedar atrás.
— Irina quiero vivir lo que tenemos ahora...
— Ansu he tenido un hijo, tuyo, tienes un hijo al que acabas de conocer y haces como si nada. No me creo que sea como si nada para ti, porque te conozco lo suficiente para... — me callo en cuanto lo veo agachar la cabeza, un pequeño sollozo suena entre las paredes y mis hombros se relajan—. Ansu... — me acerco a él y lo sostengo de las mejillas, las lágrimas se deslizan bajo sus ojos y se me encoge el estómago.
— Te eché tanto de menos — su voz rota me eriza la piel—, nunca pude decírtelo porque era egoísta, no te merecías que nadie más fuera egoísta contigo — habla con claridad a pesar de estar llorando—. Me iba a dormir cada día esperando a que me llamases y me dijeras que... que volvías— aparta un mechón de pelo de mi frente—. Me hubiera recorrido el mundo entero por ti, Irina, lo hubiera hecho. Y si me lo pides ahora también— muerdo el interior de mi mejilla aguantándome las lágrimas—. Y que hayas tenido a Aritz sin decirme nada... es tan egoísta como valiente.
— Es más egoísta que valiente — murmullo mirándolo a los ojos—. No te merecías que nadie te robase la infancia de tu hijo, Ansu, me arrepiento todos los días de haberlo hecho así de mal... Si supiera a dónde me iba a traer la vida y pudiese volver atrás, cambiaría demasiadas cosas.
— ¿Algo más además de Aritz?
— De Aritz nada, es lo mejor que me ha dado la vida — sonrío—, es de lo mejor que me has dado tú— limpio sus mejillas con el pulgar de ambas manos—. Pero hubiera cambiado tantas cosas entre nosotros que... — suspiro—. Si pudiera volver atrás, no hubiera firmado el contrato con James, no me hubiera ido a Manhattan, hubiera hecho las investigaciones del estudio de otra manera.
— Gracias a ellos tienes el Nobel.
— ¿Gracias a ellos cuantos años estuve sin ti? No me perdonaré nunca el tiempo que hemos perdido, por mi culpa — veo como él niega acariciándome la mejilla, me siento cono si tuviera la misma edad que tenía cuando lo conocí.
— Ya no te pones nerviosa cuando te tocan — río en bajo.
— No me ves tan nerviosa como antes, Aritz me ha ayudado mucho con eso, fue un rayo de luz en medio de todo aquel caos — suspiro apretando los labios—. Perdón por todo lo que hice mal, Ansu — digo—. No quiero que me digas que me perdonas, pero quiero que sepas que me arrepiento demasiado por la manera en la que hice las cosas — él asiente—, y quiero arreglar las cosas. Quiero que conozcas a Aritz y pases con él el tiempo que quieras, estoy aquí contigo para todo lo que necesites respecto a él... Aunque es igual que tú, así que os entenderéis rápido— río posando mis manos sobre su pecho—. Cualquier duda, miedo, lo que sea, estoy aquí para ti; yo el miedo decidí pasarlo sola, pero tú no tienes por qué hacerlo.
— Estás muy cambiada — dice con media sonrisa que hace que se me vuelque el estómago.
— La edad, ser madre, muchos factores ayudaron — río nerviosa.
— ¿Y nosotros qué? El tema de Aritz queda claro.
No muevo mis manos porque me siento incapaz de moverme, nosotros, nunca había vuelto a pensar en ello de manera consciente. Soy capaz de ver en sus ojos el miedo, sigue siendo la única persona, junto a Aritz, a la cual puedo leer sin problema.
— Lo que tú quieras — digo, por empezar por algún lado—, la decisión queda de tu mano — noto cómo él sostiene mi mano y toca el anillo con sus dedos.
— Quiero casarme contigo — muerdo la punta de mi lengua aguantando una sonrisa—, quería hace 21 años y quiero ahora.
— No nos conocemos ahora, a quienes somos ahora.
— ¿Quieres que te demuestre que con lo que sé me vale? — inspiro profundamente y asiento.
Su mano baja hasta cerrarse en mi cintura, siento como la deja estirada en mi espalda baja. Trago saliva sintiéndome lo suficientemente nerviosa como para temblar, no recordaba esta sensación.
— Que sepas todos y cada uno de mis puntos débiles no significa que conozcas a quién soy ahora.
— Eres la misma persona que me llevó a su sitio favorito de San Sebastián en la primera cita que tuvimos sin darnos cuenta. La misma que escribió en una carta que el mundo era demasiado injusto para personas como nosotros — aprieto los labios—, que a veces es la persona pero no el momento, pero que nuestro momento llegaría porque si no era solo harías que pasase. Eres la misma que empezó el estudio porque no eras capaz de explicar lo bien que te sentías a mi lado. La misma que seguramente sigue durmiendo en el lado izquierdo de la cama porque queda más cerca de la puerta. La misma que... la misma que se presentó a cenar en navidad en mi casa y que jugó al fútbol. La que se había escapado del orfanato y tiene una herida aquí— me toca el lugar en el que tengo la cicatriz— que se hizo saltando por una ventana, aunque en teoría había sido otra niña — río suave—. La misma que le leyó cuentos a mis hermanos cuando eran bebés, la que calmaba a los mellizos, la misma que me hizo querer ser padre.
— Ansu...
— Irina quiero todo esto contigo, esto y más— me agarra la mano con la que tiene libre—. Quiero vivir contigo, despertarme e irme a dormir contigo, quiero... quiero que vuelvas a venir a mi casa a ver a mis padres, e ir a San Sebastián a visitar tu sitio favorito y ver el mar. Quiero estar contigo y aprovechar el tiempo. Te quiero a ti, Irina, si me dejas.
— Y a Aritz — él sonríe cerrando sus ojos, apoyando su frente contra la mía.
— Quiero a nuestra familia junta de una vez por todas, rubia, porque ya estoy cansado de perder el tiempo.

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Extras
FanfictionPequeños extras de la #DreamTeenSeries ADVERTENCIA: no leer si no te has leído algún libro de la saga.