8° Cap."Infierno"

2.5K 180 31
                                    

Narra The Puppeteer

Uno, dos, tres, respira, puedo soportar esto, uno, dos, tres, no me afecta en lo más mínimo, uno, dos, tres, no me importa.

—Si no te importa, ¿Por qué no dejas de espiarlos?

—No les estoy vigilando O... ¿¡Slender!?—Resbalé por un momento, casi saliendo de los arbustos, mi escondite.

—Él tiene razón.—Dijo Otis, quien se limitaba a dibujar uno de los árboles del bosque en su viejo cuaderno verde.

—Em, ¿Qué hacemos siguiendo a Jeff y Zero, Señor?—Preguntaron los... ¡tres proxys!

—Shh...-Susurró Jane.-—nos van a escuchar.

—¿Y tú qué haces aquí?—Me dirigí a ella.

—Casi lo mismo que tú.—Contestó Nina en un tono de voz bajo.

—¿Desde cuándo mi vida sentimental se convirtió en un espectáculo?

Ladeé mi cabeza hacia mi izquierda encontrándome con mi ex novia, Zero, no lo dudé ni un momento y me encogí de hombros mientras señalaba a Nina y Jane de manera acusadora, aunque sabía claramente que yo tenía la culpa, pero de cierta manera, fue pura casualidad que los viera de camino a la casa de mi nueva amiga, ya que decidí acabar con ella de una vez por todas.

—Que patético.—Susurro Jeff.

—¿Y bien? ¿Se puede saber por qué nos espiaban?—Se cruzó de brazos.

—Curiosidad.—Replicamos todos los presentes excepto ellos dos.

Jeff soltó una carcajada.—Lo dudo de ti Puppeteer.

—Hey, tranquilo, no le hagas caso.—Helen posó su mano libre sobre mi hombro, de manera comprensiva y con la otra sostenía sus cosas.—Quizás deberías hablar sinceramente y...—No pudo terminar ya que cayó al suelo con una persona sobre él.

—¡Amor! ¡No sabes cuánto te extrañe!—Espetó una rubia aferrándose a mi amigo. Suspiré, de verdad que la suerte no me sonreía, una de las personas que apenas soportaba acababa de regresar.

Narra omnisciente

—Creo que... lo mejor sería divorciarnos.

—¿Qué?—Gritó Cordelia, colérica.

—¿No te parece buena la idea, cariño?—Preguntó un tercero en el amplio despacho de August Hamilton.

—Cordelia, esto no tiene sentido, ¿Por qué tendríamos que continuar juntos?

—El tiene razón, amor mío.—Espetó el desconocido.

—Cierra la boca, Félix, tú no tienes palabra aquí.

—¡Claro que la tengo!—Se defendió el hombre de rasgos varoniles y cabello rubio, el cual portaba unos pantalones de vestir, camiseta color olivo desabotonada de los primeros 3 botones y una corbata medio deshecha.

—Esto es penoso, el marido y el amante juntos en el mismo lugar. ¡Debería darte vergüenza, mujerzuela! ¡Y para el colmo, con uno de mis jóvenes conocidos!

—Pero, cariño.—Sollozó la mujer.

—No quiero escucharte más, te doy hasta el amanecer para empacar tus cosas e irte antes del mediodía.

El señor de la casa salio de su despacho a paso firme pero con el corazón hecho añicos, ¿Cómo pudo ser tan ciego? Se repetía esa pregunta una y otra vez mientras atravesaba el umbral de la puerta, recorriendo el amplio pasillo decorado con pinturas de paisajes naturales para llegar a su alcoba. Acto seguido se dirigió a su mesita de noche, donde sacó una botella de coñac y se sirvió un buen vaso de este. Terminando de beber su mirada se cruzo con el enorme recuadro de la foto de su boda con Cordelia, la cual se encontraba de adorno en el centro de la habitación. Su ira se desató en ese instante y cuando se dio cuenta, ya había destrozado aquél recuerdo.

Hechizados (The Puppeteer x TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora