Autopista asesina

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— No, ni loco

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No, ni loco.

Vamos Lando, no es tan malo como se ve —insistió su instructor a su lado mirándolo.

Es que ni siquiera sé cómo meterme sin chocarme o que me avienten la madre —explicó observando a través de los carros en la gran vía.

Aquél día darían un recorrido completo por varias zonas de la ciudad, incluyendo autopistas. Después de una semana de aprender a parquear, de practicar en la calle y salir después de clase, era hora de aprender a moverse dentro del tráfico. El ruido era el protagonista dentro del escenario, entre pitos, frenos, derrapes y gritos se movía el tráfico a una velocidad ni muy lenta ni muy rápida. Aunque más adelante se podía ver el trancón.

Solo asegúrate de que no vengan muchos autos y ya está. Ten en cuenta la velocidad a la que debes ir cuando tomes la autopista —indico y Lando paso saliva mientras miraba el espacio y momento justo para meterse deseando que las cosas no le fueran tan mal. Aceleró y entro.

Si hubiera un concurso de mala suerte, él no hubiera sido el ganador. Sino que en cambio, el concurso habría pasado de llamarse concurso de mala suerte a concurso de Lando Norris. Y tendrían que llamar a Guinness record, para que lo pusieran en el libro por romper el récord de mayor cantidad de mala suerte en tan solo cinco minutos.

Para empezar, de los nervios cuando avanzó y quiso soltar el clutch, retiró el pie muy rápido y el carro se apagó, quedando prácticamente atravesado en la mitad del carril. Intento girar la llave para prenderlo nuevamente y parecía atascada. Del afán atino a sacarla y se le cayó. Cuando la recuperó tenía una hilera completa de carros pitándole cuando le pasaban por el lado. Prendió y avanzó de nuevo y de no ser por qué Carlos en un acto reflejo puso el freno de mano, se hubiera chocado con un auto que pasaba. Cuando ya estuvo seguro arrancó nuevamente y a veinte metros tenía un carro cerrándolo por la izquierda, otro atravesándose por su derecha y un camión pitándole atrás. Era un completo desastre.

Tenías razón, no es tan malo como se ve ¡Es peor! —exclamó mirando ansioso por los espejos buscando un espacio para cambiar de carril.

Tranquilo, son los nervios —intentó calmar mientras se mantenía alerta por si ocurría algún nuevo incidente—. Además allí ya puedes ver el tráfico lento. No te preocupes.

Efectivamente no se preocupó sino que se estreso. No avanzaba ni dos metros por minuto aún si el semáforo duraba media hora en verde. Todo el mundo pitaba y nadie parecía moverse. Además cargaba una nube negra. Cambiaba al carril que aparentaba moverse más, y justo cuando lo tomaba se hacía más lento y dónde hacía unos segundos estaba de hacía más rápido. Movía la pierna desesperado mirando a todos lados. El tiempo se le hacía eterno. Los minutos pasaban como si fueran horas y lo peor de todo es que si podía durar horas hasta lograr salir de allí. Si para manejar tendría que lidiar con un tráfico así, prefería no hacerlo. Desde ese punto de vista no era tan malo no saber conducir.

Como (n̶o̶) aprender a conducir【Carlando】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora