¿Por Qué Te Escondes? | Akaza x Douma

11❦

De la forma que lo planeó, el pelirosa irrumpió en el templo del paraíso eterno. A primera vista no halló a nadie y conforme iba avanzando se convencía de que nunca lo haría. Era un lugar enorme y de no ser por la esperanza que guardaba en su interior no se habría animado a recorrerlo todo.

Mientras caminaba, trataba de encontrar las palabras correctas para el momento en que estuviera cara a cara con Douma. Para otro ser habría sido claro que, lo correcto era ofrecer una disculpa. Pero para alguien con el orgullo tan grande era otra historia. Además, de sobra sabía que incluso si pedía perdón de rodillas, no resolvería nada. «hechos, no palabras.»

Su mente quedó en blanco al ser consciente de ello, pero aún así no se detuvo ni por un segundo. Supo que al encontrar a su objetivo sabría que hacer sin importar qué.

❦

El demonio de ojos arco iris se desvistió para tomar una ducha, su aura era oscura y decadente, no era y probablemente nunca sería el mismo de antes. No después de estar a solas consigo y aceptar su realidad. Esa que había evitado toda su vida y ahora entendía el porqué.

Quizá gracias a su actitud despreocupada por los detalles dejó la puerta del baño ligeramente abierta, algo que era irrelevante de todas formas porque se encontraba totalmente solo y nadie entraría en toda la noche. Sí, era una noche tranquila y silenciosa; la luz de la luna atravesaba la única ventana de la habitación, cubriendo únicamente el espacio donde Douma se encontraba. Eso era suficiente, tanto como para apagar cualquier luz artificial existente; cerrar la cortina y comenzar a mojar su cuerpo.

Permaneció tan silencioso que pudo igualar aquella noche, pero por dentro las más fuertes tormentas de arena le azotaban, y rompían poco a poco aquel corazón que parecía inexistente. Ahora era consciente de los errores cometidos y la manera en la que otros le veían. Todo se resumió en su inhabilidad para poner límites propios y respetar los ajenos, su necesidad de obtener atención a cualquier costo y por supuesto, su obsesión disfrazada de amor se llevó el primer puesto.

Se sintió miserable, y el agua helada recorriendo su cuerpo solo ayudó a incrementar la sensación de tortura.

«Akaza»  era todo lo que pasaba por su mente; eso y el hecho de que nunca tuvo, ni tendría una oportunidad de hacer las cosas bien con él. Ni siquiera llegando a ser amigos, porque a esas alturas se conformaría solo con eso. Aunque tampoco podía engañarse, él le deseaba de otra manera; una erótica, sexual e incluso romántica «como si supiera con exactitud lo que era eso», le quería solo y únicamente como su amante.

De pronto rompió el silencio, y el nudo formándose en su garganta le hizo saber que, posiblemente esa también sería la noche en que auténticas lágrimas caerían de su rostro. La respiración acelerada lo confirmaba pero, él también tenía su orgullo y antes de que eso pudiera pasar, los jadeos causados por el dolor se tornaron en placer, como un extraño mecanismo de defensa por parte de su cuerpo.

Su mente lo ahogaba con miles de pensamientos destructivos pero eso también le favorecía, de manera que, entre más sufrimiento, más placer obtenía. Douma permaneció cabizbajo con el agua empapando su largo cabello, hasta que una fuerte erección se hizo presente. No tenía intenciones de hacer caso a sus estímulos por más placentera que fuera la sensación, de hecho sintió vergüenza de haber reaccionado de tal manera, pero tampoco entendió el porqué.

«Mierda, soy un desastre...»

La amargura pudo consumirlo por completo pero prefirió reír en su lugar. Otro de sus mecanismos de defensa, aunque este sin duda era más común.