𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 03🎲

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El silencio predominaba entre las paredes de aquella cálida y alejada cafetería. La mañana presagiaba que sería un día muy solitario, teniendo en cuenta que no había llegado ni una sola persona al lugar.

El Alfa de cabellos castaños claros, observaba, sentado en una pequeña silla de madera, la hermosa vista que le brindaba la naturaleza.

La nieve, ahora caía en mayor cantidad que los días anteriores. Las calles ya se encontraban pintadas de un hermoso color blanco. El frío llegaba a ser demasiado, incluso si estaba envuelto en dos abrigos, pantalones, medias y guantes.

Ni siquiera ello lograba aminorar los temblores que le recorrían a causa del frío invernal.

Sus manos acariciaban las hermosas decoraciones que portaba la tetera sobre la mesa. Color blanco, pequeños copos de nieve impregnados en el material y líneas de color dorado extendidas alrededor.

Era el regalo más preciado que poseía. Años antes, su abuelo le había contado la historia detrás de ella. Como había llegado a enamorarse de su abuela por esa hermosa pieza de arte.

Ellos habían sido una pareja extremadamente cariñosa y dulce, ambos se habían emparejado siendo muy jóvenes y habían durado toda una vida juntos. Desbordados en amor y felicidad.

Raramente, Jungkook dejaba que los pensamientos fluyeran hacia ellos, y es que el simple hecho de hacerlo angustiaba a su Alfa que extrañaba a las personas que lo criaron. Que le mimaron y lo amaron durante tantos años.

Pero ahora, intentaba camuflajear los otros pensamientos que rondaban en su cabeza, dando vueltas sin parar una y otra vez.

Habían pasado diez días, y los había contado absolutamente todos. Diez días desde que había encontrado a su Omega.

Mismo tiempo en el cual no había encontrado el valor suficiente para atreverse a volver a buscarlo.

Tenía miedo, muchísimo miedo de que él no sintiera esa necesidad insoportable que albergaba en su corazón de tocarlo, de tenerlo más cerca y de poder sentirlo, allí, junto a él.

Donde debería estar justo ahora.

Pero no, era muy cobarde, se había dejado llevar por los comentarios de los pueblerinos sobre el carácter del príncipe.

Es que, si había rechazado a tantos príncipes, personas de gran importancia, ¿qué posibilidades tendría un pobre Alfa como él?.

Vivía sólo, alejado de la sociedad, solo contaba con su pequeña cafetería para sobrevivir. No tenía nada que ofrecer a una persona de su estirpe.

Lo más posible es que el Omega ni siquiera se interesara en buscarlo, o intentar saber algo de él. Sería ridículo que se apareciera en el castillo real en su búsqueda; alegando ser su destinado y que lo sacaran como un perro.

Por otro lado, tal vez no fuesen cierto los comentarios, tal vez debería intentarlo y arriesgarse a ver que sucedía.

Sólo no quería hacerse una ilusión y al final recibir una patada en el rostro.

Su lobo, sin embargo, estaba enfurecido con él, reprendiéndole porque debería buscarlo y traerlo con él. Porque era su lugar.

Jungkook no podía hacer nada, no por ese momento, dejaría que transcurrieran unos días más y entonces tomaría una desición. Aunque temía que la imagen se borrara de su mente.

Odiaría no poder recordar su hermoso y refinado rostro. Lo poco que pudo tener la dicha de observarlo, de deleitarse con sus lindas facciones.

Aunque no pudiese haber tenido el privilegio de adorarlo más tiempo, había visto suficiente para entender por qué decían que era tan hermoso como las flores de cerezo.

Ice Heart⊰᯽⊱KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora