No podrías pensar que tu vida podría empeorar más, en menos de 24 horas habías visto como tu familia era asesinada frente a sus ojos y fuiste convertida en una esclava más. Pero todo cambia cuando el mismo emperador posa la mirada sobre ti.
YANDERE...
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Estabas corriendo. El agua rebalsaba de los baldes dejándolos medios vacíos. Maldeciste por lo bajo. Estabas llegando tarde a casa y tu madre te mataría, de eso estabas segura. Abriste la puerta de tu casa y entraste hacia la cocina.
- Un poco tarde, ¿No crees?
Sonreíste ante la voz de tu padre y tiraste los baldes al piso, para poder abrazarlo. Él había regresado de su viaje de negocios, tus hermanos entraron por detrás y los abrazaron.
Tu madre los observó desde la cocina y te habló:
- Querida, ayúdame con la comida.
- Sí, mamá.
Alcanzaste el agua con el resto de las cosas.
- ¿Me quieres explicar porqué llegaste 15 minutos más tarde de lo acordado?
Sonreíste- Estaba con Hao.
- Pasas mucho tiempo con él.
Entendiste lo que tu madre insinuaba con eso. - Es un buen amigo.
- Amigo, ¿Eh?
Tu padre habló. Reíste con sus palabras.
- Vamos, a comer que ya es hora del almuerzo.
Tus hermanos menores estaban sentados alrededor de la mesa tomando su sopa, mientras que tus padres hablaban.
- Entonces, hija, ¿Cómo vas con ese hombre?
- Hao es solo mi amigo- Te quejaste, aunque bien sabías que no era totalmente así.
- Él no, querida, hablamos de Huizhong.
El mundo se frenó cuando tu madre mencionó ese nombre.
-¿Quién?
- El Emperador, querida, ¿Cómo te ha estado tratando?
De repente tus hermanos no estaban en la mesa, en su lugar cuatro cabezas sangrando, tú y tus padres.
- ¿Dónde...? ¿Dónde están todos?
- Afuera, con los demás.
Tu madre tomó su sopa, notaste que había pelo y una sustancia rojiza en su plato. Te levantaste de la mesa y caminaste hacia la puerta, tu mano agarró la manija y la sostuviste sin moverla.
-Ábrela.
Empujaste la puerta. Afuera está todo prendido fuego, caminaste entre cadáveres hasta llegar al final del camino. Allí estaban las cabezas de tus hermanos. Empezaste a vomitar mientras llorabas.
-¿Cómo?
Una manos te agarró el hombro y te giraste para ver a tu padre y madre colgados en una soga.
- No entiendo..
Caíste por un pozo y despertaste en el campo de flores. Caminaste hasta que la flores se extendieron y convirtieron en arboles gigantes. Era tu lugar secreto. Tu padre se acercó con su arco y flechas, una vez más tenías diez.