Capítulo 1

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Me desperté con la luz del sol entrando suavemente por la ventana. Al revisar mi teléfono, vi un mensaje de mi mejor amiga, Sira. Me invitaba a acompañarla al entrenamiento de la selección española. Por supuesto, acepté emocionada y me apresuré a prepararme.

Aunque mi padre era una figura importante en el fútbol, nunca había tenido la oportunidad de conocer a los jugadores de cerca. Así que la idea de presenciar su entrenamiento me emocionaba mucho.

Decidí vestir algo ligero debido al intenso calor de Qatar. Opté por unos pantalones cortos blancos y un top azul marino. Después de un toque rápido de perfume, desodorante y rímel, estaba lista para salir.

Cuando llegué al lugar acordado, vi a Sira hablando con su novio. Nos saludamos y bromeé sobre su elección de pantalones largos con semejante temperatura. Después de las risas, nos presentamos.

—Sira, te quiero mucho, pero ¿qué haces llevando pantalones largos con cuarenta y cinco grados?— dije riendo extrañada.

—Eso mismo le pregunté hace unos minutos— intervino su novio, riendo también.

—Bueno, déjenme, ¿no puedo tener caprichos de vez en cuando?— respondió Sira, haciendo que tanto su novio como yo riéramos aún más.

—¡Bien, parece que nos hemos perdido de algo! Soy Laia Hernández, ¿y tú?—me dirigí al joven.

—¡Vaya! ¿Eres la hija del mister?—preguntó él, sorprendido.

—Así es— confirmé con una sonrisa.

—Nunca te hemos visto en los entrenamientos del Barça, qué raro. Bueno, yo soy Ferran Torres— se presentó, estrechando mi mano.

—Encantada—respondí, mientras observaba a los demás jugadores de la selección española que estaban entrenando.

—¿Quieres conocerlos?— ofreció Ferran, notando mi interés en sus compañeros.

—¡Sí, por favor!— acepté emocionada, y juntos nos dirigimos hacia el grupo de futbolistas.

Ferran hizo las presentaciones, señalándome como la hija del mister.

—¿Luis Enrique tiene otra hija?—preguntó alguien curioso.

—No, Morata, no. Es la hija de Xavi— aclaró Ferran.

Observé cómo se acercaban dos chicos algo mayores, quienes me saludaron con un abrazo.

—¡Qué grande estás, Laia! No me acordaba de ti casi— dijo uno de ellos, alto y de cabello oscuro.

—¿Eres Busi?— pregunté, reconociendo al otro.

—El mismo— confirmó él.

—Mi padre habla siempre de ti, y el otro es Jordi, ¿no?— pregunté, buscando confirmación.

—Exacto—afirmó Jordi Alba.

Ferran me presentó a todos, excepto a uno que se llamaba Gavi. Cuando intentó presentármelo, se marchó repentinamente, dejándome con una sensación incómoda por su falta de cortesía.

Durante todo el entrenamiento, estuve junto a Sira, notando la mirada insistente de un chico llamado Pedri.

Al finalizar el entrenamiento, me dirigí a hablar con Ansu, con quien había congeniado bien. Sin embargo, nuestra conversación se vio interrumpida por la llegada de Gavi, al parecer, un buen amigo de Ansu.

—¿Qué hace ella aquí?— preguntó Gavi, mirándome con desaprobación.

—Pues estaba hablando con ella, tío. Relájate—intervino Ansu.

—Sí, bueno, yo ya me iba— dije con una sonrisa, despidiéndome amablemente de Ansu antes de marcharme.

Busqué a Ferran y Sira, encontrándolos abrazándose. Decidí unirme a ellos y me lancé sobre ellos, provocando que los tres cayéramos al suelo entre risas y complicidad.

Ellos estaban quejándose y yo reía a carcajadas como una loca. Seguíamos en el suelo, entre risas y bromas, hasta que Pedri se acercó.

— ¿Estáis bien? —preguntó el canario, preocupado.

— Sí, pero esta loca casi nos mata —dijo Sira señalándome entre risas.

Pedri me miró y sonrió, contagiado por el ambiente alegre. Yo respondí con una risa contagiosa. Luego, me levanté y empecé a correr.

— ¡Quiero jugar al fútbol, venid! —exclamé, emocionada. Los tres se acercaron, listos para unirse a la diversión.

— Ferran y yo juntos, porque somos novios —anunció mi mejor amiga con una sonrisa juguetona.

— ¡Estupendo! Entonces, yo con Pedri —dije, emocionada por la perspectiva de jugar junto a él.

Cogimos la pelota y comenzamos nuestro pequeño partido improvisado.

Pedri tomó la delantera, llevando la pelota hacia la portería y anotando un gol, ya que ninguno de nosotros estaba preparado para detenerlo. Celebramos su gol con entusiasmo.

— Pero no cantéis victoria todavía —advirtió Ferran con una sonrisa, mientras se hacía con la pelota y comenzaba a correr hacia la portería contraria.

— Mierda —susurré al ver lo rápido que se movía, intentando en vano detenerlo antes de que anotara otro gol.

Ferran anotó y caímos al suelo, agotados pero felices.

— Llevamos solo 2 minutos y ya estoy sudando. ¿Cómo aguantáis partidos de 90 minutos? —pregunté, jadeando y riendo al mismo tiempo.

— Eso me pregunto yo —respondió Sira, también en el suelo, entre risas.

Los chicos se rieron, compartiendo el mismo sentimiento.

— Bueno, me tengo que ir ya. Ha sido genial conoceros —dije, levantándome y despidiéndome con un par de besos a Ferran y a Pedri antes de correr hacia donde estaba Sira y lanzarme sobre ella.

— Te quiero, cerda —le dije entre risas.

— Y yo más —respondió ella, devolviéndome la sonrisa.

— ¡Adiós! —exclamé, antes de irme hacia casa.

Llegué a casa y vi que tenía 5 nuevas solicitudes de seguimiento en Instagram.

Eran de Ferran, Ansu, Pedri, Morata y, sorprendentemente, de Gavi.

Les seguí de vuelta y luego fui a comer.

Mientras comía, recibí un mensaje que no esperaba.
















No pensaba escribir sobre fútbol, pero creo que es buena idea. Acabo de empezar y subiré capítulos cada semana.

Esta será con Pedri y Gavi

¿Por ahora os va gustando?

Mis chicos de traje| Pedri González y Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora