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Este mes particularmente me llena de mucha nostalgia, Diciembre es uno de esos meses en dónde extrañamente tu conciencia te pide, te exige que reflexiones tus actos de todo el año; pero para mí este mes significa mucha más que solo reflexión, si no que me transporta a recuerdos que en ese momento cambiaron mi vida para siempre.

Hace un año atrás, para ser exactos un 8 de diciembre me enteré que la gripecita que tenía era Covid, mis padres estaban muertos de la preocupación porque me encontraba sola en Quito, así que hicieron todo lo posible para que pueda regresar a mi pueblito sin ningún problema. Al llegar me aislaron completamente en mi habitación, ahí pase 3 semanas de infierno total, la ansiedad se apoderaba de mi cada noche, el insomnio me cobijaba y los pensamientos de culpa rondaban cómo almas en pena por toda la habitación. Días después de mi llegada, un 11 de diciembre puse punto final a mi relación de noviazgo. Se imaginan pasar todo ese luto, encerrada en tu habitación, enferma no solo del cuerpo si no del alma, no entiendo cómo es que sobreviví.

Y justamente ahora, todos esos hechos regresan a mi memoria, pero lo recuerdo con amor y sobretodo con admiración hacia mi; lo valiente que fui para no dejarme decaer y continuar con mi vida.

Cada que pienso en Diciembre, la canción "cerrando ciclos" de Alex Ponce, un cantante ecuatoriano, retumba en mi memoria. Esa canción la escuché 24/7 durante todo mi encierro. Y encaja perfectamente cada diciembre de cada año, porque todos necesitamos cerrar ciclos y decir adiós a lo que no nos hace bien. Puede sonar súper sencillo decirlo de la boca para afuera, lo difícil es ponerlo en acción, dije difícil no imposible.

Este Diciembre es hora de cerrar ciertos ciclos en mi vida, dejar ir a personas que ya no quieren estar en mi vida, dejar los vicios y perezas, decirle adiós a actitudes inmaduras y sobretodo resignarse a la partida de un ser querido. Desde aquel diciembre, el cerrar ciclos se convirtio en un requisito para ir con todo el próximo año. Este Diciembre no será la excepción.

Cabe recalcar que todo lo escribo en un diario y ya solo le quedan 2 hojas para terminarlo, necesito comprarme otro para el próximo año y continuar con la asombrante historia de mi vida. Guarde mis cosas en mi mochila y salí de prisa a mi parada, llegando a la U justo en la entrada ví a lo lejos a Liam platicando con unas chicas, trate de pasar sin ser vista pero falle en el intento.

- Ey, ya no me conoces ahora, señorita Victoria.- me detiene obstruyendo mi paso.

- Solo no quería interrumpir tu amena plática con tus amigas.- dije e intenté esquivarlo, pero continuó poniéndose frente mío y evitando que continúe caminando.- no se si te importe pero estoy a nada de llegar tarde a mi clase.

- ¿Que vas hacer luego?- pregunta rápidamente.

- ¿Por?

- ¿Quieres ir a ver el partido, con unos amigos vamos a ir a mi casa a verlo?

- No te lo vayas a tomar personal pero desde que sacaron a Ecuador del mundial, ningún equipo me interesa. Además, ya tengo planes, así que si me permites ahora tengo que ir a mi clase ya. Te veo luego. Bye

- Vale, está bien.- se retiró con las manos en forma de rendición.

Caminé de prisa a mi salón, gracias a Dios la puntualidad no es una de las virtudes que posee un médico, el doc aún no se encontraba en el salón. Tomé asiento y empecé a sacar mi libro de Embriología, mi cuaderno de apuntes y unos resaltadores de colores; de repente sentí que alguien me observaba ví a través de la ventana y se trataba de Julio, un chico que conocí el semestre pasado, siempre que lo veo nuestras miradas conectan como si fueran fuerzas opuestas que se atraen al simple contacto. Nunca he tenido la oportunidad de hablar con él en persona, pero desde el día que lo ví me llamo mucho la atención saber acerca de él. Claro está que no tengo la mínima intención de acercarme, hasta ahora solo es un juego de miradas entre él y yo.

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