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*Redactado por Liam

— Ven vamos a bailar.— la tome de la mano y la lleve a la pista, se que odia bailar pero esta noche quiero que se divierta como nunca.

Se ve tan inocente, delicada que me dan ganas de besarla y tenerla entre mis brazos. Nunca pensé que me llegara a interesar tanto en una chica, desde el primer día que la conocí me volví adicto a su sonrisa, esos labios gruesos y sus ojos, destellos brillantes que opacarian hasta un eclipse. Por primera vez, el masoquismo tenía nombre de mujer...Victoria.

— Tengo sed, ya vuelvo. — dijo medio gritando, luego se fue a la barra.

Yo continúe bailando, en eso llegó Clara una compañera de la U y empezó a bailar a mi alrededor, apoyó sus manos a mi cuello y me susurro un salvaje ”Bésame". Sonreí y justo cuando estaba a punto de besarla, veo como Victoria la agarra del brazo y la separa de mi.

— Ey, este es mi chico, búscate el tuyo propio.— pronuncia, y por su tono de voz me doy cuenta que la bebida a empezado a tomar efecto. Clara se aleja sin problema, mientras Victoria empieza a beber mientras baila, tengo que sacarla de aquí si no siento que se va a poner mucho peor.

— CREO QUE ES HORA DE IRNOS.— digo en voz alta.

— No, no, no yo quiero seguir divirtiéndome. Voy por otro trago, ya regreso primor.— intento detenerla pero se pierde entre tanta gente.

De haber sabido que el alcohol la pone así, nunca la hubiese traído aquí. Espero a que vuelva, pero ya pasaron más de 10 minutos y no la veo ni en la barra.

¡Demonios, donde se metió!

La empiezo a buscar, pero no hay rastros de ella por ningún lado. Me acerco al chico de la barra a preguntar si sabía de ella, sin embargo supo manifestarme que nunca llegó. De pronto, empiezo a escuchar ruidos en el patio...

— ¡Fondo!

— ¡Fondo!

— ¡Fondo!

Y ahí está subida en la mesa, bailando mientras bebe sin control shots de tequila. Corrí en seguida en medio de la muchedumbre y la tomé en mis brazos.

— ¡Suéltame! Mi público me quiere, Liam.— se zapatea para que la baje, pero ha sido suficiente si no la paro ahora, voy a perder a la inocente Victoria.

— No te pienso soltar, es hora de irnos a casa.— aunque en ese estado dudo mucho que pueda llevarla a su casa, así que decidí llevarla a la mía.

La metí en el carro, cayó como tronco y luego ya pude escuchar su tierno ronquido. No entiendo cómo puede verse tan tierna y ser tan cruel a la vez. Al llegar a casa, la cargue entre mis brazos y la lleve a mi habitación, la recosté, le saque los zapatos y luego baje a la cocina por un vaso de agua.

— Llegaste, ¿que tal estuvo la fiesta?— pregunta mamá incorporándose a la cocina.

— Eh, pues no la he pasado tan bien. Lleve a Victoria a la fiesta y se ha emborrachado terriblemente, debí hacerte caso mamá. Estoy seguro que mañana soy hombre muerto cuando despierte.— suspiro y dejo el vaso de agua en el mesón.

— Tranquilo, en cuanto me platicaste de ella siempre te dije que era distinta a las otras muchachas a las que me has presentado y te dije claramente que no era buena idea que la llevarás a la fiesta. Pero bueno, ahora vete a dormir que mañana te espera una merecida regañada de ella.— dicho esto me despido de mi madre y subo a mi habitación.

Al entrar a la habitación veo la cama vacía, Dios recuerdame nunca más hacer este plan con ella. La veo salir del baño, al verme corre a abrazarme para luego pedirme que baile con ella. No me disgusta tanto esta versión, al menos ya no suelta sus frases crueles e hirientes.

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