006

50 4 0
                                    

Noa Pov

Tenía una llamada de Dylan.

Quería creer que no era real, que él no sería capaz de llamar como si nada una noche cualquiera. Pero era cierto, porque cerré y abrí los ojos repetidas veces y la notificación de la llamada perdida seguía estando ahí.

Quise buscar mil escusas para justificar que no había sido Dylan el que le había dado a llamar. Tal vez, Joan necesitaba algo y se le había olvidado su móvil, o tal vez se había quedado sin batería. Pensé en no volver a llamar. Dejar en el olvido aquel momento. Pero las cosas que queremos olvidar no se van, porque las repetimos constantemente queriendo dejarlas atrás. Entonces, llamé. Pegué el móvil a mi oreja escuchando los tonos. 1...2... Silencio.

Dylan había cogido la llamada, y era lo más cerca que había estado de él en meses.

-Me llamaste anoche- dije, pero no hubo respuesta. Mire el móvil por si la llamada se había colgado, pero seguía.

Podía escuchar su respiración y le pude imaginar buscando una respuesta correcta. A los segundos contestó.

-Sí, perdona, no quería molestarte.

¿Me molestaba? Sí. Pero, no que me llamase. Me molestaba que hubiese tardado tres meses en hacerlo.

-¿Necesitabas algo?- sabía que sonaba fría, pero era la intención. Puede que una parte de mi desease que Dylan llamara, era cierto. Sin embargo, eso no dejaba de lado lo mal que lo había pasado los primeros meses y de la manera en la que cortó nuestra relación.

-Nunca me acuerdo de que hay tres horas de diferencia, supongo que estabas durmiendo- siguió contestando. Le conocía tan bien que sabía que estaba mirando a un punto fijo y su cabeza iba a mil por hora. O eso es como actuaría el Dylan que yo conocía.

-Sí, estaba durmiendo.

-Sí.

Asentí y volvió el silencio.

-Noa- pronunció y trague saliva.

-Te tengo que colgar- y sin pensarlo más de un segundo pulsé el botón rojo.

Aquella noche era la fiesta en casa de Britney y estaba segura de que me ayudaría a olvidar la llamada de Dylan, su voz, su imagen en mi mente y los residuos de sentimientos que me quedaban por él.

Aquel verano no había sido solo desastroso, también hubo cosas buenas. Zoe y Brayan empezaron a salir a principios de verano, fue algo inesperado para todos. También, a mediados de julio, María, Jose, Danna, Matteo y yo viajamos a España teniendo la suerte de conocer a la familia de los españoles, su cultura, algo de su idioma y los preciosos paisajes del país.

Por la mañana ayudé a mi madre a preparar la comida del mediodía, mi hermana llegó justo para ayudarme a poner la mesa y mi padre salió de su despacho minutos después. Tiempo después ya nos encontrábamos sentamos comiendo.

-¿Esta noche necesitas que te lleve o te recoja?- me preguntó mi hermana llevándose la comida a la boca.

-En principio, ninguna, Brayan conduce hoy.

Una hora antes, Zoe había avisado por un grupo de que Brayan nos llevaría a la fiesta en casa de Britney.

-Si necesitas cualquier cosa me llamas, tendré el móvil en sonido.

-¿Dónde es la fiesta?- preguntó mi madre.

-En casa de Britney, la chica rubia que iba antes a mi clase y quedábamos muchas tardes.

-Sí, claro que me acuerdo de ella.

En un primer momento no sabía si a Britney le molestaría que Brayan fuese a la fiesta. Sin embargo, después de todo Britney había solucionado muchos malentendidos con varias personas. Según lo que me había contado, su cambio de actitud se debía a dos de sus mejores amigos.

La Estrella De Al Lado #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora