Yo

95 17 8
                                    

Nat:

Vuelves,
Siempre vuelves para hacerme odiarme a mi misma.

¿Cómo lo haces?

—¡Nat!—el grito de su voz me hace abrir la puerta del baño.

—¿Si?

—La pequeña Nat no deja de llorar— sonrió al recordar que deja de hacerlo en cuanto la cargo.

—Ya voy cariño—salgo del baño después de secar mis manos y bajo las escaleras.

—Toma, creo que tiene hambre—me da el biberón y me da un beso pequeño.

—¿Y Oli?

—Oh está jugando arriba—ella se va a la cocina mientras yo cargo a la pequeña para darle el biberón.

—No lo vi—la pequeña Nat intenta tomar el biberón con sus manitas tan pequeñas—Oh mi pequeña, aún necesitas más fuerza para eso.

—¡Oli, mamá Nat te está buscando!—los pies descalzos de Oli se escuchan por todo el pasillo, pero estos ya no bajan las escaleras—¡Oli!

—Seguro se está escondiendo—subo las escaleras con la pequeña todavía en mis brazos—mamá va a encontrate.

Le advierto al abrir la puerta de nuestra habitación, pero no hay rastro de él.

Voy hacia la habitación de la pequeña pero esta esta vacía; voy a tomar la perilla de su habitación cuando el sonido de su juguete favorito al encenderse en el baño, me advierte que él está ahí.

Tomo la perilla despacio para no hacer ruido y abro la puerta, la cortina de la ducha está cerrada y se mueve.

—¡Te encontré!—recorro la cortina y el miedo me invade al verlo en el agua—¡Oli!

El biberón cae derramando la leche al ponerme de rodillas para tratar de sacarlo del agua.

—Nat, ¿que haces?—volteo mi cabeza para verla.

—Oli, él...—al voltear a la ducha y verla vacía me hace levantarme del suelo.

—¿Donde esta la pequeña, Nat?—veo mis brazos ante su pregunta.

No la llevo, solo el biberón que creí estaba derramándose sobre el suelo.

Wanda se da la media vuelta y va hacia la habitación de Oli, él está acostado sobre el suelo jugando con sus trenes y ese pato ruidoso de colores.

—Cariño, mamá te estaba buscando—Oli se endereza y avienta uno de sus trenes sobre mis pies.

—¿Quieres jugar conmigo, mamá?

—Si—no digo más al ver cuando Wanda toma a Nat entre sus brazos de la cuna.

Yo... Yo no la había dejado ahí, yo.

*Fin del sueño*

—¿Estas bien? —como casette todo me viene a la mente, desde la pedida de divorcio hasta cada cosa maldecida.

—¿Que paso?

—Te desmayaste, ¿estas comiendo bien?—me ayuda a levantarme—se que no me importa pero...

—Oli—susurro para ir escaleras arriba a pesar de que ella trata de detenerme.

—Natasha, por favor—me ruega al seguirme.

—Está aquí, jugando con ese pato chillón y esos trenes de colores—colores apagados porque a él no le gusta el color.

—Nat...—cae al suelo de rodillas tomando mi mano, parando mis pasos—Vuelve.

—Estoy aquí, volví. Pero él, está aquí, Wanda.

—Natasha, solo te estás lastimando y me estás lastimando a mi.

—No no—niego repetitivas veces llenado hacia ella para levantarla—solo quiero estar con él, ¿Por qué, por qué no me dejas ir con mi hijo?

—¡Nuestro Natasha, Oli era nuestro!—siempre con lo mismo—Deja de torturarme.

—¡¿Torturarte?!—grito alejando sus manos y mi cuerpo de ella a pesar de que se que la estoy lastimando—Tu no eres la que vive con esto todos los días, ¿de verdad te crees que te estoy torturando?

—Nat—llora enderezando su mirada, para hacerme ver su mejilla roja y levemente verde por el golpe.

—Yo—me miro las manos—no, yo no quería hacerte daño, yo...

Voy a tocarla cuando ella retrocede todavía en el suelo.

—No se que me está pasando—mi cabeza comienza a doler.

Mis manos me hacen golpearme varias veces por esto. Diciéndome a mi misma que está no soy yo, y que él está aquí.

¿Por qué ella no lo ve?

—¡Natasha, basta!—se tapa los costados de su rostro con sus manos mientras llora sobre sus rodillas.

Yo... No, yo no puedo hacerle daño.

Yo... La amo.

Grietas © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora