Recuerdos

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Wanda:

Recuerdos abundan sobre mi, pero siempre los opacas con mentiras, miedo y culpa.

Te odio, pero en el fondo se que sigo amandote a pesar de los errores que me obligan a mirarte de la peor forma.

Por tu culpa vivo en silencio, mientras dentro de mi todo se agrieta como tu y yo ya lo hicimos.

—No sé cómo has podido olvidarlo—trato de retener las ganas de llorar y soltar todo lo que me e estado tragando por su culpa.

—No no—niega repetitivas veces—Oli no, no puede estar muerto, Wanda, él, es mi pequeño.

—¡Nuestro, Natasha, era nuestro y tú...!—grito para después caer sobre el suelo—¿Cómo puedes olvidar algo así? Algo que me está matando en vida.

—Mientes, estás mintiendo yo, él sigue aquí, yo lo sé—me levanto del suelo con las mismas fuerzas que no tengo para salir de la habitación—¿Por qué me mientes?

—¿Mentirte?—me paro en seco al sentir su mano detenerme—¿Por qué mierda debería mentirte? Ya no vales mi tiempo, Natasha.

Ojalá lo hubiera sabido antes de esto.

Antes de todo...

—¿De que hablas, Wanda?

—Oh mierda, ¿me ves la cara?

—No se de que carajo hablas—exclama con rabia.

—Callate, Natasha, basta de jugar a tener amnesia—camino escaleras abajo.

—No estoy jugando, carajo no recuerdo nada, ¿por qué, por qué no me ayudas? ¡Eres mi maldita esposa aún!

—¿Tu esposa? Yo he dejado de ser tu maldita esposa desde hace meses—tomo el papel del divorcio para estamparlo sobre su pecho—y no necesitas mi ayuda.

Porque al parecer no la necesita, después de todo si no recuerda nada, ella no debe ser a la cual deberían salvar.

—No voy a dejarte, no puedo.

—Si puedes, firma el estúpido papel y déjame en paz.

—¡No!—grita acercándose a mi—¿Es que no lo entiendes? Te necesito.

—¿Y tú por qué no entiendes que yo ya no?—le señalo—Que el tenerte cerca es odiarte, porque te odio como a nadie, y prefiero mil veces estar lejos de ti antes de perder el control contigo. Me estoy volviendo loca por tu culpa, Natasha.

—No puedes odiarme, me estoy volviendo loca, no recuerdo nada, solo tengo una maldita vida feliz que me mantiene cuerda hasta que despierto de verdad.

—Eres afortunada—digo con sarcasmo mientras suelto una risita—yo vivo con el maldito sentimiento de ahogamiento.

Ahogamiento que tú provocas y provocaste.

¿Cómo es que aún puede haber algo de amor y bondad de mi para ti?

¿Cómo es que te odio y aún así quiero quedarme?

No puedo.

Mi llanto quiere ahogarme, y los recuerdos no dejan de atormentarme.

Día y noche si voz está sobre mi y me hace despertarme para buscarlo y no encontrarlo.

No duermo,
No como.

Y sigo repitiendo en mi cabeza que él está bien y que yo te amo.

Grietas © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora