Te necesito

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Nat:

El olor fresco y dulce me hace ir hacia la cocina a escondidas, voy a tomar una galleta de la charola cuando su pie pequeño pisando el mío me advierte de su presencia.

—Mamá va a matarnos si nos ve—lo miro, cuando él se lleva su dedo a sus labios.

—Shh—señala que haga silencio cuando la voz de Wanda al bajar las escaleras nos toma por sorpresa.

—Ven aquí, hay que salir corriendo—Oli corre a mis brazos con dos galletas en una de sus manitas.

—¿Nat, has visto a Oli?

—No—miento mientras salgo corriendo por la puerta trasera, con Oli en los brazos.

Llegamos al jardín y bajo a Oli. Él me mira con una sonrisa al darme una de las galletas.

—¿Cuántas has traído?

—Dos—señala la galleta que tengo yo y luego la suya.

—¿Dos? Pero cariño—me río—te cabían otras dos en la otra mano.

Él ríe bajo y se encoje de hombros.

—¡Así que aquí están!—Wanda nos mira con las manos sobre la cintura mientras los dos comemos las galletas tratando de no ser vistos.

—¡Ay, carajo!—miro a Oli con la boca llena.

—Natasha y Oliver Maximoff, ¿por de no dan la vuelta?

—¡Carajo!—repite Oli viendo a su madre sobre mi hombro.

—Shh no digas eso otra vez o tu madre va a matarme—le quito las migajas de la boca para darnos la vuelta y mirarla—Hola cariño.

—¿Que hacen?—entrecierra sus ojos tratando de descifrar nos.

—Nada, solo... Veíamos el jardín, ¿verdad hijo?

—Si—Oli asiente señalando un pájaro del árbol de enfrente.

—¿Y por qué faltan dos galletas en la charola?

—Ni idea cielo—tomo la mano de Oli para llevármelo dentro, pasando de lado de Wanda sonriendo como si fuésemos inocentes.

En perspectiva, lo somos, solo han sido dos galletas.

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Wanda:

Quiero correr y llorar sobre tus brazos, porque ahí estás, aquí sigues. Intacta y al mismo tiempo destrozada.

—¿Nat?—había olvidado como la llamaba.

Su cuerpo está casi intacto, si no fuese por las ojeras y lo hinchado de sus párpados, o el desgaste en sus ojos y sus manos.

Su piel es fría y áspera, ya no hay suavidad ni calidez en ella.

—¿Nat?—quiero que responde, que al menos me mire—¿Estas aquí?

No se porque pregunto, se que no está aquí, conmigo.

Quizá ya nunca lo este...

Quizá nunca lo estuvo, después de todo, ya me dejó.

—Nat—le susurro mientras tocó su piel y sollozo sobre ella—te necesito.

Y odio decirlo, siquiera pensarlo, pero temo que la necesite siempre y ella nunca este.

—Nat por favor, mirame—le ruego—soy Wanda, tu esposa.

Porque aún lo soy, aún no firmas, ojalá nunca lo hagas...

—Te necesito, necesito a mi Nat—a la alegre, a la dulce, a la presente...

¿Por qué desapareces?

¿Por qué me condenas a este dolor que no compartes con nadie?

¿Por qué yo?

¿Por qué él?

¿Por qué tú?

Ojalá me llevases al mundo feliz donde estás. Porque yo estoy muriendo... Y tú sigues allá.

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Nat:

—Te amo—murmura mientras recarga su cabeza sobre mi hombro.

—Te amo, Wanda—le susurro al dejar un beso sobre su frente.

Oli nos mira desde la puerta, con los ojos casi a punto de cerrarse.

—Y también te amamos a ti—le digo al dar palmadas sobre la cama para que entre, y dejar que duerma en medio de nosotras como a veces suele hacerlo.

—Nat—me llama.

—¿Si?

—¿Por qué sigues aquí?

—Porque me necesitas—ella sonríe bajo.

—Pero debes volver.

—No quiero volver—digo con sinceridad— aquí estamos bien, estamos juntos.

Aquí esta Oli, nosotras...

—Te amo, Nat.

—Lo se.

—Pero no puedes evadir la realidad creando un mundo falso, solo para no sufrir lo que otros si. No es justo.

—Lo se—la miro—pero no puedo, no quiero dejarlos.

—Nosotros no nos iremos, Nat.

Lo sé...

—Aún te necesito—se a que se refiere—vuelve conmigo. Por favor.

*Fin de la ilusión*

Grietas © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora