Capítulo 14

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Maratón 2/3 

Alaia

¿Nos conocíamos? ¿Cómo? No podía dejar de pensar en eso. Me quedé en shock ante su confesión accidental, deseaba saber por qué su tacto se sintió tan cómodo, cálido, me había gustado. Pero cuando le pregunté ¿A qué se refiere?, solo cerró sus ojos soltando un suspiro que sentí que salía de lo más profundo de su alma mientras retiraba su mano de mi mejilla, no me respondió y dijo que deberíamos irnos.

Por supuesto que insistí en saber si era verdad lo que dijo, pero me ignoró y empezó a hablar de cualquier otra cosa. Ante mi insistencia me encaró y dejó claro que no me lo iba a decir, aún. Me molestó su actitud o mejor dicho que haya dicho algo tan importante, pero sin darme más explicaciones, no estábamos hablando de otra persona, no lo preguntaba porque fuera un chisme, era de mí, de quien se trataba, de mi pasado, ese que tanto daño me causó.

Me costó conciliar el sueño, cuando por fin lo logre las pesadillas se hicieron presentes, como resultado más ojeras estuvieron marcadas en mi rostro evidenciando mi estado. La alarma sonó indicando que ya era viernes y debía levantarme, así que me aliste para ir a la universidad. Los nervios se empezaron a apoderar de mí debido a que no sabía cómo reaccionar cuando vea al Dr. Brown o cómo actuaría él. Las clases pasaron de forma tranquila, cada uno cumpliendo su papel, pero sus ojeras evidenciaban que tuvo el mismo problema nocturno que yo.

Ahora estoy en mi escritorio después de haber venido sola a Scopulum, me tranquilizó el no haberme encontrado con mi profesor en el trayecto, aunque una parte de mí esperaba ver su automóvil y poder conversar de lo ocurrido, en otras palabras, quería verlo y no al mismo tiempo.

Empiezo a ingresar los últimos resultados de la investigación sobre los erizos que me toca realizar; de pronto, noto que faltaba una hoja, me levanto de mi silla para ir a la sala de archivo y revisar si no se ha caído allí. Al llegar saludo a todos de forma general, ellos me responden con una sonrisa; paso a lado del grupo que está arrimado a una pared conversando, tarde me doy cuenta de quién se trata.

—¡Entonces me devolvió las carpetas y me mandó a repetir todo el trabajo! —exclama Hanna, indignada—, diciendo que está mal hecho y que se nota que lo hice al apuro.

¿En serio se está haciendo la víctima? Una vez encuentro el archivo que necesito me dirijo a la salida.

—Después les sigo contando —comenta mirándome de arriba a abajo—, no me gusta platicar con animales.

—A mí si, por favor, continúa hablando —pido con tono tranquilo junto a una sonrisa.

Su rostro se pone rojo del enojo, engancha su brazo al de sus amigas y se marcha del lugar. Voy hasta mi escritorio para terminar de registrar los datos; apenas acabe voy a hablar con mi jefe para poder aclarar las dudas que han estado creciendo en mi mente.

~ 𝆺𓆜𝆺~

Me encuentro frente a la oficina del vicepresidente dudando en golpear la puerta para anunciar mi llegada, normalmente su secretaria avisa que estoy aquí y preguntaría si puedo entrar o no, pero dada su ausencia soy yo quien debe hacerlo.

Tomo una respiración profunda y doy tres golpes en la puerta.

—Puedes entrar Alaia —escucho la voz tranquila que sale de su despacho.

Abro la puerta e ingreso, una vez estoy dentro la cierro sin dejar de verlo en ningún momento, me dedica una sonrisa cortés mientras con su mano derecha indica que tome asiento en una de las sillas que estaban frente a su escritorio.

CORAZON DE ARRECIFE PRÓXIMAMENTE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora