CAPÍTULO 36// NUESTRO

542 40 51
                                    

Narra Carla

El vuelo fue calmado gracias a que me la pasé durmiendo las casi 11 horas que duró este. Incluso no senti el momento en que hicimos la escala. La pastilla que mi madre me compró horas antes de despedirme me sirvió de mucho.

Cuando anuncian que aterrizaremos pronto, los nervios vuelven a mi. En mi estómago revolotean las miles de mariposas que siempre se hacen presentes cada que veré a Christopher. Me siento sumamente ansiosa.

Tomo mi bolso de mano y camino junto a Ester abrazadas ya que casi me caigo de la emoción, y también por no darme cuenta de una maleta que un pasajero dejo en el piso. Al momento de ir a recibir nuestras maletas, estas demoran un poco ya que son las últimas en bajar, gracias a que embarcamos tarde.

El caminar hacia la sala de espera con estas se nos hace caótico gracias a la gran cantidad de personas que salían de otros vuelos.

-¿Te dijo que estaría acá?.- mi pelirroja habla bajo.- no lo veo por ningún lado.-

Mi cabeza se mueve como cámara de vigilancia, y el que me pare de puntitas no ayuda mucho. Hay tantas personas que me es imposible ver más allá de 2 cabezas.

-¿Debería mandarle un mensaje?.- pregunto nerviosa.-

-Conéctate al WiFi del aeropuerto y le mandas un WhatsApp.-

Hago lo que mi amiga me dice en lo que caminamos hasta la puerta que da inicio a la sala.

Levanto la mirada y lo primero que veo son los ojos azules verdosos de Christopher viéndome fijamente a menos de 50 metros de mi con un ramo de flores blancas. Su sonrisa se deja ver al momento en que nuestras miradas se conectan. Por inercia nos acercamos sin dejar de contemplar al otro. Me detengo justo al frente de él y su altura me obliga a levantar la cabeza.

《 ¿Siempre fue tan alto o yo siempre fui muy pequeña?》

Su barba definitivamente está creciendo, aunque puedo notar que en la parte de sus mejillas está algo descuidada, sus ojos cargan unas bolsas algo grandes a causa de las horas de trabajo a las que se está exponiendo últimamente, su cabello se deja ver largo por debajo de la gorra azul que lleva puesto.

La sonrisa no desaparece de mi rostro y justo al momento en que toco el suyo no aguanto más y me impulso hacia él obligándolo a cargarme. Sus enormes manos dan a parar a mi trasero sin soltar el ramo, mientras que yo rodeo mis piernas en su cintura, mis brazos en su cuello y mis labios dan a parar en los suyos.

El beso que le estoy robando es apasionado, romántico y algo caliente. Me cuesta creer que lo estoy sintiendo de nuevo, que lo esté tocando, que lo esté viendo. Christopher solo atina a acariciar mi trasero logrando que mis hormonas se descontrolen por completo.

Dejo de besarlo y uno nuestras frentes.

-Bienvenida, preciosa.- su aliento a menta cala por mis fosas nasales.- si estabas parada de puntitas.-

Suelta haciéndome reir.

-Y tú estabas mirándome.- aseguro.-

-Prometí que lo haría.- deja un corto beso en la punta de mi nariz.- te extrañé demasiado.-

Escondo mi rostro en el hueco de su cuello y exhalo su intenso perfume. Amaderado fuerte se a convertido desde que estoy con él en mi aroma favorito.

-Te extrañé mucho más, mi amor.-

Christopher no me suelta para nada, ni porque sentimos que todas las personas a nuestro alrededor nos miran. Aunque el ojiazul lleve un gorro y una sudadera amplia, es imposible no reconocerlo.

COSAS DEL DESTINO | CHRIS EVANS [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora