Capitulo XI

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Aunque era satisfactorio saber que poco a poco iba tomando más fuerza, era agotador este entrenamiento, como ya había dicho tenía sus ventajas, notaba considerablemente su mejoría en sus habilidades, pero sus entrenadores y Fugaku eran sumamente estrictos, le daban duras instrucciones y solo le explicaban tres veces, si no lo captaba rápido tenía que descifrarlo por sí mismo. Habían dicho que era parte del entrenamiento y lo odiaba.

Tenía un día para aprender lo que le enseñaban y ponerlo en práctica al pie de la letra y hasta que no lo hiciera, no podía ir a casa a descansar.

—Muy bien Obito—Comenzó Fugaku—Hoy perfeccionarás tu Katon: Gōkakyū no Jutsu.

—¡¿Qué?!—Grito enojado—¡¿Por qué ese jutsu y no algo nuevo?!

Recibió un golpe en la cabeza haciendo que cayera.

—¡Ite!—Se sobó mientras pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ojos—¡¿Eso porque fue?!

—¿En serio, Obito?—Este callo sus quejidos mirando al adulto quien lo veía severamente—¿Crees que lo único que debes hacer es solo aprender y ya?—Lo fulmino con la mirada provocando que se encogiera en su lugar y soltara pequeños chillidos, esperando que el alfa no fuera tan severo, lo cual pareció funcionar un poco—Todo ninja debe perfeccionar sus habilidades si quiere aprender otra, las armas de un shinobi deben ser pulcras, ¿qué sentido tiene tener muchos jutsus si todos son débiles?—Le explico para que este entendiera, tratando de no sonar tan severo—Tu jutsu aún es débil.

Permaneció en silencio, se había sentido intimidado por Fugaku, las feromonas del alfa lo sometieron y él, aún era un cachorro, aunque odiara admitirlo. No se atrevería a contradecirlo, al menos no ahora.

—¿Qué debo mejorar?—Pregunto mirando desde el muelle en el que estaban el precioso lago frente a ellos.

—Por ahora su tamaño—Pensó en voz alta—Después trabajaremos su alcance—Se quedaron un momento en silencio hasta que el Uchiha mayor lo miro—Tu jutsu aún no es lo suficientemente grande, así que lo que espero ver mañana es uno de 10 metros, Obito.

Se paralizó en su lugar, eso era el doble de lo que el podía hacer, duro años tratando de que su bola de fuego fuera lo suficientemente grande. No podría mejorarlo en un día.

—Pero-

Fugaku desapareció en una bola de humo.

—Maldición—Susurro apretando los puños a sus costados.

Paso toda la maldita tarde entrenando, toda. Y solo había logrado que su jutsu alcanzara 7 metros, nada más. No podía más, sus piernas flaquearon y cayo de rodillas, pronto escucho unas risas, las conocía muy bien, eran los niños de su clan.

"Que tonto, no puede lograr un buen jutsu bola de fuego"

"Que débil"

"¿Qué más se puede esperar de él?"

"Es Obito, después de todo"

"Por su culpa el nombre del clan está siendo ensuciado"

"Debería rendirse"

Y más comentarios de esos, odiaba que lo trataran como una oveja negra, él era capaz... pero se sentía tan derrotado que comenzaba a creerse esos comentarios. Cuando finalmente estuvo solo bajo la luz de la luna se permitió llorar, ¿por qué no era tan fuerte como los otros niños Uchihas o tan siquiera como Kakashi? No era justo, él daba todo de sí, pero aun así era débil, eso le partía el corazón.

Sus lágrimas comenzaron a escurrir cerca de su barbilla haciendo que esta ardiera debido a las quemaduras provocadas por sus débiles intentos de mejorar el jutsu, pero no le importo, siguió llorando aun de rodillas en el suelo, pero soltó un pequeño hipo al escuchar que alguien se aclaraba la garganta.

I'm Not a Weak Omega!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora