02. Esto era obra de magia de Cerati

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Estaba de lo más relax en el sillón de la sala de mi casita cuando me llega una llamada del Santi, mi queridísimo hermano menor, ah ya, por dos años no más. ¿Qué hueá quería el pendex?

—Oh el hueón flojo, te pasai, estamos en la misma casa y me llamai en vez de bajar las escaleras, mínimo un grito, no sé— Dije apenas le contesté, loco pajero, lo heredó de mí, digno de ser mi hermano. —¿Qué pasa?— Pregunté finalmente para conocer el motivo de su innecesaria llamada.

—Yo también te quiero hermanita— Apuesto cien pesos a qué rodó los ojos, típico de Leo, ah la hueona, metía signos y ni cachaba de eso.

—¿Qué queri po?— No se apuraba nunca en decirme la cuestión, demás que me iba a pedir que le llevara alguna cosa pa' comer.

—¿Me traí unas ramitas?— ¿Ven? qué dije, si lo conozco, no salió de mí ~afortunadamente~ pero yo ayudé a crear sus genes, ja.

Na' que ver xd.

—Malo que hueai, ya oh, calmao, no me corti, ¿dónde están?— Hablé, hoy andaba de buenas.

—En la alacena, por ahí, revisa por fi— Dijo y me paré a buscar las ramitas de queso que quería este esperpento, na' si era más lindo, igual a la hermana no más, como dije, los genes.

Estaba buscando y no encontraba las dichosas ramitas que decía el chicoco este.

—Santi, no están, parece que las últimas ramitas se las comió la mamá— Cagó no más po, se quedó sin saciar la lombriz.

—Puta oh, verdad— Se quejó, tan educadito que salió. —Oye hermanita linda..— Se quedó callado unos segundos, ¿ahora qué hueá me iba a pedir el patero? —¿Tú me iríai a comprar unas al negocio?— Barsúo, que vaya él. —Te pago tres lucas— Se apresuró a decir, me estaba sobornando este cabro chico.

—Yaaa, ¿y bo de dónde sacaste plata?— Pregunté, demás que el tata le dio plata, si es su regalón. Huelo a preferencia.

—Queti, ¿aceptai o no?— Insistió, tsss futuro empresario de Chile.

—Cinco— Le dije, hay que sacar provecho.

—Ya, si ni que tuvierai que recorrer diez cuadras, sí es cerquita no más— Se quejó nuevamente. Bah, cría cuervos y te sacaran los ojos dicen por ahí, ah ya, no soy ni la mamá.

—Si no te gusta anda a comprar las ramitas bo po entonces, si tanto las queri, una se toma la paja de hacerle favores al guagua y así agradecen— Lo huebié, igual era la media estafa, pero bueno, tengo que prepararlo para la vida adulta que lo depara, eso es lo que hacen las buenas hermanas mayores. —Cinco o nada— Volví a decir.

—Ya oh, eri entera tramposa— Se rindió. —Cuando me las pasí te paso los cinco mil.

—Mm ya oh, eso espero o te pego tremenda pata' en el hoyo no más— Dije y le colgué y emprendí el viaje al negocio.

Mi perkin, este año cumplía dieciséis, estaba tan grande, crecen tan rápido, que triste, ah ya, hueona exagera.

Hablando de cumplir años, este año yo cumplía dieciocho hueón, que miedo, me iba a volver adulta, pero de pura edad no más, porque tenía la mentalidad de una cabra chica.

Salí de la casa y caminé algunos pasos dirigiéndome al negocio de la tía Rosa, era un amor, siempre nos fiaba, la conocíamos de hace años.

—Hola tía— La saludé cuando entre al lugar.—¿Cómo está?— Pregunté alegremente.

—¡Hola mi niñita! Bien ¿y usted?— Me respondió dulcemente, más linda.

—Me alegro y bien tía, gracias— Le regalé una sonrisa.

Me debí un helao (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora