Mafia 17

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Cuando finalmente nos hemos aburrido de torturar a la rata le cortamos las muñecas, dejamos que se desangre, al estar colgado su propia sangre le cae en el cabello y cara.

— Es una hermosa obra de arte la que hemos creado mi amor— asentí.

— Una muy hermosa— me acerco al cuerpo después de unos minutos, ya no tiene pulso pero por si las dudas le disparo en la cabeza.

— Limpien esto y saquen los cuerpos de aquí— ordena mi novio, me miro la ropa que esta manchada de sangre, no me arrepiento.

Ahora entiendo cuando mi hermano me decía que la primera sangre que haces en tu vida como parte de una familia peligrosa te vuelve indiferente a la que seguirías derramando por lo que te quede de vida, matas a sangre fría y nunca te vas a disculpar por eso.

— Amor ¿quieres ir a mi habitación para que te cambies de ropa y te des un baño o prefieres ir a tu casa?— mire a Donatello.

— Voy a tu habitación pero necesitaré ropa, no traje nada para cambiarme y también me quedaré a dormir contigo si no hay ningún problema— creo que estoy lista para llegar mas lejos en esta relación, Donatello iba a hablar pero...

— Creo que lo mejor sería primero preguntarle a tu hermano— interrumpió Forlli.

— Ya lo llamaré después, tu puedes irte a casa— tome mi celular y le mande un mensaje a Bas.

Para: Hermanote Bas
Manote me voy a quedar a dormir con Donatello, dile a Forlli que se vaya no lo necesito.
Por cierto ya termine el trabajo, te quiero

Para: Zure hermanita
Esta bien manita solo cuídate de todas formas Forlli se queda y no esta a discusión
Que bueno hermanita, estoy orgulloso de ti, te quiero

Suspire rendida, Donatello me llevo dentro de su casa, me dejo bañarme tranquilamente, los recuerdos de la rata no iban a desaparecer pero me sentía un poco mejor al saber que esa maldita escoria no volvería a respirar, miro la cicatriz debajo de mi pecho izquierdo.

Estoy llena de cicatrices la gran mayoría hechas por bastardos que como la rata me torturaron y violaron, otras me las hice yo al odiar mi cuerpo, un cuerpo que era impuro gracias a esos hombres que me lastimaron, sin darme cuenta estaba gritando y llorando mientras el agua de la regadera seguía cayendo, unos brazos me envolvieron por un momento temí pero luego.

— Tranquila soy yo, no te haré daño— la voz de Donatello me tranquilizo, me gire sin importarme mi desnudez y llore en sus brazos, el agua dejo de caer, me di cuenta que cerro las llaves del agua, tomo una toalla y me envolvió en ella.

Me cargo hasta la cama, donde me volvió a abrazar yo no podía dejar de llorar, el me susurraba palabras tiernas, me acariciaba sin sobre pasarse, en ese momento lo entendí, me amaba y yo también lo amaba, siempre me cuida, respeta los límites que he puesto, me trata como a una reina, es paciente conmigo, este hombre es el mejor.

— Ti amo— susurro cuando he dejado de sollozar.

— Ti amo, mia principessa— me separe de sus brazos, me quite la toalla frente a él —¿Que haces amor?— me pregunto confundido.

— Me quiero entregar a ti— él se levanta, pienso que tal vez viene a besarme pero solo se arrodilla para recoger la toalla, me envuelve en la toalla tapando mi desnudez.

— Te deseo mas que a nada en este mundo del mismo modo te amo, te respeto y admiro pero esta noche no será, podrá ser después, hoy has pasado por mucho y creo que lo mejor será solo acostarnos y dormir— asentí, estaba un poco molesta pero en el fondo algo en mi me decía que él estaba haciendo lo correcto, si bien si estoy lista para entregarme a él no puede ser esta noche después de recordar todo lo malo que viví en el pasado.

Hermana del mafioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora