La navidad no era de sus épocas favoritas del año desde su separación, en la víspera de navidad venían los recuerdos que pasaron juntos. Tazas de chocolate caliente, el muérdago bajo la puerta y aquellos horribles suéteres navideños causaban la nost...
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YEONJUN
Seguía sin creer que estaba en una plaza atrapado junto a mi ex. Era extraño, pero en cierto punto me agrada. Compartir palabras con Jules me hizo sentir nostálgico. Recordé lo grandioso que era pasar tiempo a lado de ella, en especial en Navidad, esta época era la que más nos gustaba, ya que en cierto punto, nos volvía más alegres.
Me sorprendió saber que obtuvo una gran oferta, no tenía ni idea que se había llegado a postular a algo así, pero esperaba que le fuera de lo mejor en el programa, es una chica muy talentosa y merece todo lo bueno.
Llegamos nuevamente a la entrada, tomé mis cosas que estaban en una mesa junto con la ropa que estaba doblada. Jules miró atenta las cosas que llevaba y sonríe.
— El peluche es para Kai, ¿cierto? — preguntó mientras se acercaba a mi y tomaba el peluche en sus manos.
— Ding, ding, ding. — imite a una campana por haber acertado.
— Pensé que le regalarías algo más. — comentó mientras apreciaba con una sonrisa el molang en sus manos.
— Ese es de una nueva colección y limitada, así que no está tan mal mi obsequio.
— ¿No haz pensado en lo probable que puede ser que Huening Kai, el amante de los peluches, ya tenga uno? — preguntó creando una duda en mí sobre mi decisión de regalo.
La chica nota la indecisión que se va creando en mi, ella no puede evitar reir ante mi confundido rostro y vuelve a hablar. — Te recuerdo que Kai ya no compra peluches, deja que los demás se los regalen para así ahorrarse su dinero.
— Es cierto. — comenté mientras soltaba un suspiro de alivio, no sabría que regalarle.
— El chico es listo, últimamente los peluches están muy caros, tiene una buena estrategia. — no puedo evitar sonreir ante sus palabras.
— Lo sé, deberían de darle un premio por eso.
Jules sonríe ante mi chiste y después deja el peluche cerca de nosotros. — Veo que sigues consintiendo a los cuatro.
— Trato de demostrarles que les tengo aprecio.
— Son buenos chicos, hay que admitirlo, se lo merecen. — se cruza de brazos y sonríe a medias mientras asiente levemente.
— ¿Recuerdas la primera vez que fuimos a una rebaja por las fiestas? — pregunté al momento de recordar aquel día.
— Dios, fue un tormento. ¿Cómo nos dejaron hacer tremenda estupidez? — comentó avergonzada.
