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Cuando los padres de hoseok volvieron a la cabaña, él yacía plácidamente en su cama de paja, entre sábanas remendadas que lo mantenían caliente. Lo alumbraron con la luz de la vela, para asegurarse que todo estuviera en orden, no había nada fuera de lo común así que no hubo razón para que se mantuvieran más tiempo allí.

Retrocedieron sobre sus pasos, y cerraron la puerta tras de ellos. Intentaron no hacer ruido pero se había atascado, al tirar de ella emitió un sonido, casi un chirrido y sin más, desaparecieron por los pasillos.

Hoseok esperó cerca de media hora, para estar seguro de que no volverían, entonces se incorporó y miró por la ventana con una mirada soñadora a aquél oscuro bosque.

Donde muchos veían peligro, hoseok solo veía felicidad. Porque ése día comprendió que de no ser por namjoon, jamás habría entendido que habían muchas cosas hermosas allí donde le decían que no debía ir. Le había mostrado que había que cuidarse pero jamás dejar de intentar. Que debía seguir sus propios anhelos, tener por qué tomar el sueño de otro para convertirlo también en el suyo.

En un pueblo tan pequeño como aquél, los jóvenes hacían lo que los adultos autorizaban. Lo que alguien más ya había intentado, pues lo diferente podría ser peligroso y lo peligroso estaba prohibido. Hoseok entendía que solo lo hacían por cuidar su bienestar pero él había descubierto que lo diferente podría ser hermoso, que donde otros veían peligro, podría haber algo mejor y que si no se arriesgaba, no vería tantas cosas hermosas ni experimentaría tan esplendidas sensaciones.

Fue entonces cuando hoseok recordó que cuando era niño, había querido cantar pero sus padres le dijeron qué le dejase eso a las niñas que cantaban alabanzas a los dioses, que un joven como él debía dedicarse al negocio familiar, que no era ningún afeminado. Para ése momento, él no entendió nada de lo que sus padres le dijeron pero captó la reprimenda y nunca más volvió a cantar, nunca más hasta ése día.

Pero, gracias a namjoon había visto más allá del molde que habían puesto sobre él, ése que demandaba y prohibía. Cuando hoseok articuló la primera palabra de su canción, sintió los nudos que lo mantenían atado a lo que otros esperaban de él se deshacían, se abrían, se evaporaban, a medida que cantaba. Cantó mirando por la ventana, a ese bosque donde se encontraba con namjoon,

Él no sabía canciones, ni melodías pero aún así cantó; cantó sobre el marinero que lloró cuando volvió de la guerra y conoció al hijo que su esposa cargó en su vientre mientras él estaba en combate. Cantó sobre la niña que llegó con los pies ensangrentados al pueblo, su familia había sido atacada por bandoleros mientras viajaban y solo ella sobrevivió. Cantó sobre el anciano ciego que siempre se paseaba hablando con la esposa que había muerto hacia años. Y, más importante; cantó por namjoon.

Su voz era suave, mejor de lo que él mismo pensaba pero nadie lo escuchaba. Cantaba bajo, para él mismo, para la araña que tejía su tela en la esquina de su ventana. Su voz transmitía paz, tranquilidad y liberación. Porque descubrió que al cantar se sentía libre, como nunca se había sentido antes, casi tan bien que como cuando estaba con namjoon.

Cantó hasta cansarse, hasta que sus párpados pesaron y supo que era tiempo de dormir. Sin embargo, se durmió tarareando la melodía de la canción que cantaba, la de rimas desiguales y ritmos impares.

Sus sueños le transmitieron dulzura, tranquilidad y una sensación que no supo describir. En sueños pudo ver a namjoon en aquél bosque de sauces, en las aguas de colores, lo vio igual de impecable que siempre con esa mirada tan intensa. En su sueño, estaba tan cerca de él que pudo sentir calor, lo sintió cerca, lo necesitó más cerca aún hasta esconder el rostro en el cuello del vampiro, inhalando el aroma que despedía.

𔘓 The Darkness 𔘓𓂃  ˖ Namseok˖ ׅHopenam°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora