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Hoseok tenía una pala en las manos, cavaba y cavaba. Sus manos no tardaron en mostrar su desagrado a la situación mediante ampollas en las zonas de mayor contacto pero a pesar del dolor siguió con su trabajo. Al igual que los chicos que lo rodeaban.

Su padre lo había despertado más temprano que de costumbre, algo había sucedido y puso a todo el pueblo en movimiento antes del alba, cosa que no estaba dentro de la rutina. Los hombres religiosos que construían el templo irrumpieron en la oscuridad, gritando, pidiendo ayuda al todopoderoso, haciendo un llamado a todos aquellos siervos del Señor.

Muchos se presentaron, algunos más por curiosidad sobre el revuelo en la plaza principal que atraído por la fe o por lo que hubiese pasado pero una vez frente al hombre descalzo, desaliñado y andrajoso, cambiaban de idea. A los pies del hombre que vociferaba, habían varios animales que se veían secos como un arroyo durante sequía. Sus únicas heridas estaban en el cuello o en el lomo. Alguien le había afeitado parte del pelaje en las zonas donde la herida estaba; agujeros. Limpios, certeros. Dos en cada zona pero alrededor podía distinguirse sin ninguna duda marcas de dientes, de una mordida que hubiese pasado por humana de no ser por el par de aberturas.

A sus pies yacían desde un ciervo, hasta un lobo gris de buen tamaño que habría podido defenderse frente a cualquier hombre adulto que osara enfrentarlo. Todos estaban muertos, tiesos, sin una gota de sangre en sus cuerpos. Secos como cáscaras vacías.

A hoseok se le encogió el estómago, las manos le temblaron y con un sudor frío se le erizaron los vellos de la nuca. Nunca antes había sentido tanto miedo, estaba pálido y su boca estaba seca, parecía haber visto al mismísimo demonio pero fue algo peor; no vio a ninguno de los animales allí tendidos, por un momento se vio a sí mismo, ahí, sin vida, sin sangre, drenado, con los ojos perdidos en la nada mostrando una mirada de perpetuo terror. Dio un par de pasos hacia atrás, llevándose la mano a la boca, sintiendo náuseas y la contracción de su garganta.

Porque él sabía qué clase de criatura había hecho eso.

«El jamás me haría esto, jamás me haría daño, si quisiera hacerme daño, hace mucho lo habría hecho» trató de consolarse, una acción infructífera en ése momento. Se sobresaltó al sentir una mano en su hombro pero al moverse, solo vio a su padre quien le daba una mirada preocupada. Por un corto intervalo temió lo peor ¿su reacción había levantado sospechas?

-Tranquilo... Sé que es, grotesco -empezó a decir su progenitor-. Pero tenías que saber del peligro que acecha.

Solo entonces se permitió relajarse, dando largas y profundas respiraciones para acompasar su ritmo respiratorio. Quería cerrar los ojos, y lo hizo. Quería irse, pero tenía que quedarse. Quería taparse la nariz para evitar el nauseabundo hedor que manaba de los cadáveres animales, pero no podía, eso lo haría parecer débil y él no quería ser débil ante los ojos de nadie.

Intentaba recuperar su compostura, sin embargo, todo era demasiado agobiante. Desde la multitud cada vez mayor, los gritos de aquél hombre que aseguraba que la oscuridad y la muerte los acechaba, en formas inofensivas, difíciles de distinguir, peligrosas, sin duda. Les reprendía a los escépticos, aseguraba que debían unirse contra su enemigo común o terminarían como esos pobres animales.

-¿Y qué es lo que son? -cuestionó una anciana.

-¡Vampiros!-contestó, elevando las manos al cielo-. Esos que ustedes llaman seres fríos.

Repentinamente todo cayó en un intenso silencio, terrorífico. La tensión podía sentirse, le cortaba la respiración. Hoseok comprendió de inmediato que todo lo que vivió hasta el momento cambiaría drásticamente y su mente solo repetía <<namjoon» una y otra vez, como una especie de mantra. Tuvo el deseo de correr al bosque, de buscarlo, de cuestionar su naturaleza... ¿era él realmente peligroso? Pero ya lo se lo había negado, ya le había advertido y él no tenía razones para cuestionarlo.

𔘓 The Darkness 𔘓𓂃  ˖ Namseok˖ ׅHopenam°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora