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La jornada de hoseok fue más amena que en los últimos días. Llevaba vendajes rudimentarios en las manos y en los pies para no empeorar las heridas de días anteriores. Le molestaban un poco pero se sentía optimista, feliz a pesar del calor y la tensión en sus músculos debido a la exigencia física de todo el trabajo que debía llevar a cabo.

Él sabía que todo se debía a namjoon; la felicidad por haberlo visto seguía en su sistema y aumentaba al saber que esa noche lo vería otra vez. Conocía el peligro implícito en sus acciones pero no quería dejar de verlo, no deseaba que la misma añoranza se instalara en su pecho como pasó en los tristes días que no supo nada de él. Encima de todo, quería preguntarle por su estado anímico o si algo le había sucedido para comportarse decaído.

El padre de hoseok se había tornado más duro e imponente con él pero ésa mañana se le veía distante, con la mirada pérdida mientras cumplía con sus quehaceres. No le dirigió ni la más mínima palabra a su hijo desde el desayuno cuando le dio los buenos días.

Hoseok no entendia que lo habia llevado a comportarse tan desapacible pero no cuestionó, ni tampoco preguntó por qué estaba tan absorto esa mañana; amaba a su padre pero prefería guardar silencio para ahorrarse un trato tan áspero como el que le otorgaba recientemente.

Eran las seis de la tarde cuando hoseok vendió la última fruta que llevó al mercado, recogió sus cosas, amarró lo mejor que pudo la bolsa de las monedas a su cinturón y caminó de regreso a casa, tarareando una canción que escuchó de una niña pequeña que jugaba a saltar la cuerda. Estaba cansado, podía leerse al mirar su rostro pero estaba lejos de querer dormir pues no lo haría hasta haber visto a namjoon.

Al llegar a casa, guardó la carreta en el cuarto de herramientas, cuidando colocar correctamente las cadenas y un candado algo oxidado en la puerta al salir, jamás habían sido víctimas de robo pero nunca estaba de más cuidarse lo mejor que se podía. Seguido se quitó los zapatos en la puerta principal, los sacudió y entró llevando estos en la mano. Por último, dejó la bolsa de las monedas en la mesa de madera frente a la chimenea.

Guardó el calzado en su habitación dónde también se despojó de los sucios vendajes, se le erizó la piel cuando la zona herida y sensible se vio libre de estos. Suspiró aliviado, le era mucho más grato estar sin sus improvisados vendajes con retazos de lana basta pero para el trabajo le servían bastante bien. Salió a la cocina exterior donde su madre cocinaba un estofado de conejo en un fogón de barro. A poca distancia estaba su padre quien llevaba en brazos a su pequeña hermana mientras alimentaba a las gallinas en su corral.

-¿Cómo te fue hoy? -le preguntó a hoseok mientras éste sacaba agua de un barril para comenzar a lavar los vendajes que usó durante el día.

-Bastante bien, vendí todo-respondió, con una sonrisa que ninguno podía ver debido a la posición.

-¡Felicidades! -exclamó su madre, agregando más papas y zanahorias troceadas a la olla.

Lo siguiente que se escuchó fue la risa de su hermana menor cada que una gallina se acercaba mucho a ellos o por el sonido particular de ésta clase de aves. Hoseok no dijo nada más, únicamente se dedicó lavar lo mejor que pudo los retazos de tela para después colgarlos en la cuerda de lavandería, al lado de un par de vestidos que pertenecían a su progenitora.

Tomó una toalla de la misma cuerda y se dirigió hasta el pequeño cuarto de baño construido con madera a unos pocos metros. Allí se hallaba un barril lleno de agua, al tocarla comprobó que alguno de sus padres la calentó para él antes de su llegada. Estaba sudado, lleno de tierra, tanto él como la ropa que se quitó y colgó en una de las paredes. Se sintió renovado tras las primeras tazas de agua que se dejó caer encima.

𔘓 The Darkness 𔘓𓂃  ˖ Namseok˖ ׅHopenam°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora