Seis

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La lengua de la alfa pelinegra pasaba por el cuello de la otra alfa sin descanso mientras sus dedos dilataban su fruncida entrada, sus besos sobre su cuerpo la hacían sentir en las nubes, amaba esa sensación.

Su pene comenzó a entrar causándole un poco de dolor e incomodidad, su cuerpo no estaba acondicionado para eso después de todo, aunque se encargará de mimarla y dilatar correctamente.

—¿Estas bien? —preguntó con la preocupación marcada en su rostro, sus bonitas facciones viéndose opacadas por eso.

— S-si, puedes moverte —dijo, asintiendo ella comenzó un suave vaivén con cuidado de no lastimarla, cuidadosa y tranquila a pesar de que estaba en celo.

Sus movimientos profundos y pausados le provocaban un placer un tanto distinto al solo saber que era un acto carnal, como el que normalmente consumaban.

El tiempo pasaba con lentitud y ellas lo disfrutaban en su pequeña burbuja.

La cama de hotel era testigo de algo que el mundo veía incorrectamente.

Pero le gustaba.

Sus embestidas pronto adquirieron fuerza y velocidad y con ello se convirtió en un manojo de gemidos.

Sus uñas en sus espalda, ambas piernas enredadas en sus caderas y ella susurrando palabras lindas en su oído.

Era perfecto.

Su miembro a la vez goteaba en anticipación, el tiempo ahora parecía fluir demasiado rápido, no quería que se acabará.

Ella salió completamente de una manera brusca y volteo su cuerpo haciéndola rebotar en la mullida cama, entro tan rápido como salió y siguió tan energética como antes.

Las sensaciones placenteras golpeando de una manera profunda su mente, la hicieron creer que era correcto.

Estaba segura que ella pensó lo mismo.

El orgasmo nubló su mente de manera veloz y ella salió sin volver a entrar. Se sentía agotada y por el rabillo del ojo pudo ver como su nudo se comenzó a formar cuando el orgasmo la golpeó.

Sana no era omega, no podía tomarlo.

Sus colmillos se enterraron de manera dolorosa en el cuello ajeno, causando una satisfacción momentánea así como dolor agudo.

Sana no era omega, la marca no duraría ni siquiera una semana.

Aún con esos pensamientos el cansancio pudo más, así que resignada se acomodo para dormir.

Ella a sus espaldas le abrazo de manera reconfortante.

Era una linda fantasía.

Pero no podía ser realidad.

Pero no podía ser realidad

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❝𝑹𝑰𝑽𝑨𝑳𝑬𝑺 - 𝑺𝑨𝑻𝒁𝑼❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora