XIII

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Yuri miro desde una esquina como es que su esposo bromeaba y coqueteaba con las modelos. Sinceramente su matrimonio ni siquiera era legal, solo era de palabras entre sus padres que por alguna razón pensaron que era buena idea juntarlos como un matrimonio.

Jean era bisexual, mas hetero que gay, pero aun así juraba que amaba a Yuri. Por su parte, Yuri si quiso mucho a Jean solo que ahora el amor se había esfumado y lo soportaba para no armar escandalo entre sus padres. 

Lo soportaba muy bien, pero la paciencia se estaba acabando. No sabía que es lo que mas le molestaba, que fingiera ser tan estúpido para no saber nada de sus aventuras o que Jean piense que es lo suficientemente astuto para ocultarlo.

El rubio dejo la copa de vino que estaba tomando y se acerco a su esposo interrumpiendo la interesante conversación que tenia con las chicas.

—Ya es tarde, deberíamos irnos ¿no?— dijo guardando la calma.

—No es tan tarde, Yuri... La fiesta apenas comienza— respondio Jean con una sonrisa.

—La fiesta solo comienza para ti, esposito... Para mi se acabo desde hace horas, quiero irme— dijo el rubio con una sonrisa.

—Adelántate... No seria cortes de mi parte dejar a las chicas en medio de una conversación— propuso sujetándolo de la cintura.

—Llegare en un par de horas ¿Esta bien?— dijo dándole un beso pequeño en los labios.

Yuri lo miro unos segundos, sabia que estaba mintiendo y seguramente llegaría hasta mañana, la verdad ya no le importaba.

—Muy bien, le diré al chofer que me lleve... Diviértete— se despidió con una sonrisa devolviéndole el beso.

Yuri salió del salón donde se realizaba la fiesta y llamo al chofer que no tardo mucho en aparecer.

—A sus ordenes, señor Leroy— dijo el chófer abriendo la puerta del auto.

—Plisetsky...recuerda que soy Plisetsky, Otabek... No estoy casado como para tener el apellido de mi marido— respondió el rubio entrando al auto.

—¿Y a donde nos dirigimos? ¿Lo llevo a casa?— pregunta Otabek mirando a su jefe por el retrovisor.

Yuri se queda callado, no quiere volver a un lugar que comparte con Jean y recordar lo patético que es por aun mantenerse a su lado. 

—No... llévame al estudio— respondio el rubio mirando hacia afuera de la ventana.

—¿Estará abierto a esta hora, señor?— pregunto Otabek.

Yuri sonríe divertido y dirige la mirada hacia el frente encontrándose con la de Otabek por el espejo.

—¿Acaso no recuerdas que el dueño soy yo?— dice con una hermosa sonrisa en el rostro.

Otabek se pierde durante unos segundos en aquella brillante sonrisa, traga en seco y vuelve a la realidad de golpe. 

—Lo olvide por un segundo, señor... lo siento— respondio arrancando el auto.

Otabek conduce mientras se mantiene en silencio, trata de prestar atención total al camino, pero no puede evitar desviar la mirada de vez en cuando hacia su pasajero. Aun recuerda la primera vez que estuvieron en esa situación, la apariencia de Yuri era lastimera. 

El rubio estaba vestido elegantemente como ahora, solo que su rostro era un desastre. Tenia las mejillas rojas y cubiertas de lagrimas, los ojos estaban completamente rojos e hinchados. ¿Quién no lo estaría? Encontrar a tu esposo con otra persona destruiría a cualquiera.

Cuando Estamos SolosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora