Desde que conoció al que se convirtió en su pareja actual y amor de su vida, sus rutinas cambiaron bastante. En un principio era alguien que no dudaba en divertirse con quien fuera, claramente un mujeriego, pero al conocer al chico rubio que siempre estaba al fondo del bar dio un cambio radical.
Aún recuerda perfectamente como fue que lo conoció, fue en una noche como esta, fría y tranquila. Estaba cansado de solo pasar la noche de cama en cama con cualquier chica que se le insinuara, esta en la edad en que busca a la persona con quien quería pasar el resto de su vida o por lo menos él consideraba que tener 25 años ya era la edad correcta.
Estaba acompañado de su mejor amigo y compañero de cuarto, Viktor, dirigiéndose al mismo bar universitario de siempre en busca de compañía. La noche estaba muy solitaria, tanto que terminó rechazando a cualquiera que se le acercara hasta que entre las personas que estaban en la pista de baile vio a lo lejos esa pequeña cabecita rubia.
Era tan lindo y con rasgos delicados que en un principio creyó que se trataba de una chica.
—Esto está muy aburrido, vámonos mejor Beka... Vendremos mañana— Fue interrumpido de repente por su compañero.
Ya que no le gustaba demostrar lo cursi que era en el fondo decidió irse esperando que pudiera verlo mañana y fue así. Como siempre estaba sentado en una esquina, esta vez estaba decidido a hablar con él, pero como el día anterior todo estaba muy aburrido para el gusto de su amigo y terminaban yéndose.
Hasta que cierta noche mientras buscaba con la mirada al rubio ya que no se encontraba en el lugar de siempre se fue a estrellar contra él una pelirroja ebria que se le insinuó de inmediato al verlo a la cara.
—Mila, no desaparezcas de repente— Se pudo escuchar a lo lejos una voz dulce, pero claramente de hombre.
Al darse la vuelta quedó en shock al mirar que se trataba del rubio que había robado su corazón. Se confundió aún más al darse cuenta que no le molestaba para nada que se tratara de un hombre. Tal vez en el fondo esa era la razón de porque nunca sentía satisfacción o gusto al estar con una chica, el rubio tomó a la chica para apoyarla en su hombro.
—Lamento si mi compañera te molesto, nos iremos de inmediato— dijo un poco avergonzado, pero antes que se fuera fue detenido por el pelinegro.
—Oye ¿Por qué no los llevo?— dijo evitando que se fueran.
El rubio no muy convencido acepto ya que la casa de su amiga se encontraba lejos, Otabek aviso a Viktor pidiendo su auto a lo cual acepto. Subieron a la pelirroja en la parte de atrás y él en el asiento del copiloto.
—¿Puedo saber tu nombre?— preguntó el mayor después de unos minutos de silencio.
—Yuri Plisetsky... ¿Y él tuyo?— respondió con una linda sonrisa.
—Bonito nombre... Soy Otabek Altin, cuéntame un poco más de ti Yuri— comenzaron a hablar tratándose de conocer más a fondo que el recorrido les pareció corto, dejaron a Mila en su casa y siguieron hasta la de Yuri.
—Gracias por traerme— dijo para entrar a casa, pero fue detenido por Otabek.
—¿Podemos vernos algún otro día?— pidió con un poco de rubor en la cara.
—¡Si!— respondió animado.
Comenzaron a tener pequeñas citas, Yuri era la persona más linda, amable e inocente que había conocido y como no sería así si solo tenía 17 años. Conforme pasaron las semanas se conocieron casi a la perfección y se sintió la persona más afortunada en el momento en que acepto ser su novio a pesar de conocer su pasado.